—¿Que hicieron qué?— pregunta alterada Bella.
—Shhh lo que haz oído.— le vuelvo a chistar entre espasmos de risa.
—¿Folla bien?
—Como los dioses.
—¡Oh por dios! Siguiente pregunta: ¿la tiene grande?
—Por sup...— la puerta es abierta de golpe y yo guardo silencio pensando que es mi padre. —¡Golpea antes de pasar por favor!— digo exageradamente.
—Lo siento.— se disculpa. —Tu padre te necesita en la sala de estar.
—Enseguida voy.— le informo a Duncan.
—¡No te salvas de la charla!— amenaza Bella con el palito de un chupetín apuntando mi rostro.
Río mientras cierro la puerta de mi cuarto a mis espaldas. Camino dos pasos atrás de mi guardaespaldas personal admirando su trasero. ¡Santa virgen! Su culo podría ser mi perdición. Pensándolo bien, los traseros en general son mi perdición. A todo chico que pasa, lleva mis ojos atrás pegados en sus globos, no importa si tienen mucho o poco; allí estoy yo.
—Deja de mirarme el culo.— dice él dándose vuelta de golpe y haciendo que choque con su duro pectoral. —Me pones incómodo.— agrega retomando su camino.
Yo carcajeo y le doy una nalgueada al paso. Corro hasta el sillón donde mi padre se encuentra sentado y me tiro con las rodillas dobladas a su lado.
—¿Me buscabas, papá?
—Sí. Escucha, las normas cambiaron; y tu comportamiento también lo hará.— su voz es demandante, sin rodeos.
—No entiendo.
—Con el señor Smith tenemos un nuevo acuerdo.— que horrible suena que le diga "señor". Es un dios griego en toda regla. —Él va a estar trabajando para mí desde el día jueves por la noche hasta el lunes luego de que te traiga a casa después de la preparatoria. No podrás salir de esta casa durante los días que él no esté aquí si yo no voy contigo. ¿Queda claro? Si no quieres que contrate a otro guardaespaldas para que te cuide los días restantes te comportarás y acatarás mis reglas, ¿entendido?— ¿¡y ahora qué bicho le picó a este hombre!?
—¿Tú estás hablado enserio? Por que no es una broma de buen gusto.
—No bromeo, Blake. Esto es serio.
—¡Por supuesto que es serio! Estamos hablando de que me vas a privar de salir los días lunes, martes, miércoles y jueves. ¿Qué sucede contigo? ¿Qué hay de mi vida social y rutina? ¡No puedo faltar más al gimnasio o Louis me sacará del torneo! Tú mejor que nadie sabes lo importante que es ese maldito deporte para mí.
—La boca, Masson. No te pases de la raya.— me corrije este hombre que ha perdido los estribos. ¿Es que acaso ha perdido la cabeza?
—¿Te estás escuchando? Nada de lo que dices tiene sentido. ¿A qué robos le tienes tanto miedo? Es una estupidez todo esto.— me paro del sofá y comienzo a caminar de un lado al otro enfrente de mi padre. Mi respiración se incrementa cada vez más al igual que los latidos de mi corazón.
—No es ninguna estupidez. ¡Intento cuidarte, maldita sea!— también se pone de pie poniendo su espalda rígida.
—¿De qué? ¿De qué me quieres cuidar? ¡Maldición! ¡Desde que esa mujer se fue te has comportado como un condenado maníaco!— su mano impacta contra mi rostro haciendo que gire por completo a la izquierda.
—Ya te he dicho que no hables así de tu madre, y mucho menos te dirigas así a mí. He hecho todo por ti, todo. Jamás te faltó nada, ni a ti ni a Christen, ¿por qué no lo ves? Me desvivo trabajando para ti. ¡Deja de ser tan egoísta, Blake!— hace tantos movimientos con sus brazos, típico de cuando se encuentra enojado o frustrado. —Vete a tu cuarto, no quiero verte. — Eso dolió mucho más que el bofetón que me ha dado hoy.
No pronuncio palabra alguna y camino a mi habitación. Subo las escaleras con pisadas fuertes y sonoras, me vale mierda haber hecho un espectáculo enfrente de Duncan, en algún momento iba a presenciar uno, y tengo la sensación de que no va a hacer el último ni de lejos.
—¿Qué quería?— pregunta Bella nada más ingreso por la puerta.
—¡Ah, es un imbécil!— me tiro en la cama con furia y comienzo a golpear mi almohada. —Algo esconde ese señor, mierda. Lo voy a descubrir, ¡te lo juro como que me llamo Blake Masson!— en realidad, es más una auto-juración.
—¿Pero, qué ha pasado?— insiste ella.
—Blake.— Duncan toca con sus nudillos dos veces y luego entra. —¿Podemos hablar? A solas...— agrega observando a mi amiga.
—Te veo mañana en la prepa.— agarra su bolso una vez que captó el mensaje.
—Claro, me avisas cuando ya hallas llegado.— me da un beso en la mejilla a modo de despedida y sale del cuarto. —¿Y tú ahora qué quieres?— me acomodo en el colchón con las piernas cruzadas como indio y una almohada encima.
—Sé que soy la persona menos indicada para hablar pero, comportate. Tu padre no la está pasando bien y tú como hija deberías portarte como corresponde así le haces más fáciles las cosas. Ser padre sólo no es fácil.
—¿A ti qué más te da cómo me comporte? Hemos hecho las pases y acordamos llevarnos mejor pero eso no quiere decir que te puedas meter en mi vida, Duncan. ¡No somos amigos!
—Tienes razón, no lo somos. De todas formas, sé que harás lo que se te venga en gana así que, envíale saludos de mi parte al nuevo guardaespaldas.— guiña un ojo y sale con las manos hechas puños y la espalda rígida. ¿Y ahora a él? ¿Acaso es una plaga de insectos que están picando e infectando de mal humor?
Me acuesto con la almohada sobre mi rostro tal y como estaba antes, y grito con impotencia hundiendo mi cara lo más que puedo para sacar mi frustración. Hoy es martes, por lo que creo que Duncan no estará y yo no tengo permiso para salir. Por lo tanto no podré crear problemas fuera así que, ¿por qué no traer los problemas aquí?
ESTÁS LEYENDO
Rompiendo Límites
Romance-¿Es que me seguirás a todos lados? ¿Cómo antes?- asiente con expresión seria. -Es mi trabajo, niña. 《Niña》¿Han escuchado eso? Sí, así es. Fue mi corazón que por un motivo incomprensible se ha roto en miles de trozos. Muevo la cabeza de un lado al...