Capítulo Veinte 🌙

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—¿¡Lo has viste!? ¡Dime que sí, por favor! ¡Eso ah sido alucinante! Aún no lo puedo creer, carajo.— digo aún con la respiración agitada y los nervios a flor de piel.

A Duncan se les escapa unas risitas y responde: —He visto todo, ¿o has olvidado que estuve en la banca con tu entrenador?

—Cierto, ¡pero es que fue fascinante!

—¿Y por qué lo dejarás?

—Porque tengo planes, proyectos, y el patinaje es un obstáculo; quizá en unos años más lo retome.

—Felicidades, campeona.— vuelve a decir ignorando lo que antes había dicho.

—¡Gracias!— digo con euforia mirando hacia atrás para contemplar el trofeo del primer puesto.

Siento su mano entrelazarse con la mía y hacerme suave masajes circulares con su pulgar en el dorso de mi mano. No digo nada y solo disfruto del momento, la brisa fresca que entra por la ventanilla del auto, la música, la victoria que se recuesta en mis hombros luego del último esfuerzo, pero sobre todo su compañía. Es agradable compartir un momento así con él.

Mi padre no pudo asistir por un viaje de último momento, así que le ha pedido esta mañana que me lleve. Ni siquiera me lo dijo por teléfono, eso quiere decir que no ha entrado a mi cuarto ni para despedirse. Ay este hombre, ¿cuándo me contará qué es lo que está pasando?

De repente, Duncan acelera el coche y deja de sujetar mi mano para pasar al quinto cambio con rapidez.

—¿Qué sucede?— pregunto al contemplar el nerviosismo de mi guardaespaldas.

—Nada, ponte el cinturón.— dice casi con paranoia.

—¿Nada? Duncan, dime que pasa, por favor.

—Nos están persiguiendo, ¿conforme? Te están buscando a ti.

Su respuesta me ha dejado impactada, aunque de alguna forma me lo esperaba.

—Hay un arma en la gaveta, quiero que la guardes en la cinturilla de tu pantalón y la uses sin importar contra quién, ¿me has oído?— no respondo debido a que aún sigo impactada. —¿Me has oído?— repite con mas severidad.

—Sí.— respondo tomando el arma y guardándola donde me ha pedido. —Esto es una puta mierda,— murmuro volviendo a sentarme. —todas estas cosas pasan porque estoy metida y ni siquiera sé por qué.

—¿Tanto lo quieres saber, Blake? Pues bien, te lo diré. Tu madre no se fue de tu casa porque quiso, lo hizo porque Caleb te iba a matar si no volvía a su lado como pareja. Y antes de que te hagan daño, a ti o a tu padre decidió volver con su antigua pareja, y sabe Dios lo que ha vivido. Ahora ella logró escapar y Caleb está enfurecido, quiere acabar contigo para vengarse de tu madre. ¿Por qué crees que todos tus amigos no se han contactado contigo?

—¿De qué mierdas me hablas?

—¿No sabías que todos trabajamos para la misma empresa? Por Dios, Blake, creí que eras más lista. Andrew, Nigel, Hunter e incluso Bella trabajan conmigo, de hecho están entre los mejores agentes. Yo pertenezco a otra agencia de cuidados. Ellos te han estado vigilando esta última semana para que ninguno de los hombres de Caleb se te acercara, hasta ahora claro está.

—Mientes.— digo con la voz quebrada y los ojos cristalizados.

—Sabes que no es así, ¿por qué te lo sigues negando? Tu padre trabaja doble turno para poder pagar los servicios que ha estado pagando desde hace seis años.

—No, no, no, no— me repito una y otra vez. No quiero admitir que es cierto, aun que algo dentro mío me exige creerlo.

—¿Hace cuanto conoces a Andrew?

—Seis años— digo bajo.

—¿Te parece una coincidencia?— dobla en una curva cerrada, esta nos saca un poco de la carretera pero Duncan lo arregla en un par de segundos. —¡Diablos!— teclea algo en su móvil y dice :—¡Sí mierda, nos están siguiendo! Mueve el culo, son cinco camionetas y nos están pisando los talones. Por la ruta seis, llegando al kilómetro 938. ¡Date prisa Nigel!
Ya lo sabe.— y cuelga.

—A la mierda.— bajo la ventanilla y saco el cuerpo, tomo el arma y comienzo a disparar a diestra y siniestra.

—¿¡Pero qué haces!? ¿¡Es que a caso te has vuelto una estúpida!?

Le ignoro y continúo. Al cabo de unos minutos, vuelvo a mi posición inicial. —Al menos perdimos a uno.— dejo al arma en el piso luego de haberle disparado a un neumático por milagro y se haya salido de la carretera.

—Eres una imbécil— murmura con la respiración agitada. —¡Te pudo haber pasado algo!— grita enfadado.

—Pero no pasó— me doy el lujo de sonreír, el me observa y sonríe, pero cuando devuelve la vista a la carretera ya es tarde.

Una camioneta gris con los vidrios polarizados nos ha envestido y nuestro coche da tres tumbos antes de estrellarse en el pavimento con los vidrios rotos, sin una puerta y el capó humeando. La vista se me vuelve borrosa durante unos segundos, siento que la cara me chorrea y no precisamente lágrimas. Cuando soy capaz de poder ver con nitidez, busco a Duncan, él está con la bolsa blanca de aire pegada a su rostro, también le escurre sangre arriba de su oreja, y las manos las repoza sobre mi pecho. Me saco el cinturón con rapidez y lo enderezo, pongo dos dedos en su garganta para sentir su pulso, y allí está, lento y perezoso, pero latente.

—¡Duncan! ¡Duncan!— le grito en la cara con desesperación y lágrimas en los ojos, pero él no reacciona. —¡Duncan!— vuelvo a gritar con la respiración agitada y mi pecho subiendo y bajando con extrema rapidez.

—Hola, bonita.— un hombre desconocido aparece por la puerta del acompañante con cara de psicópata. —Tú vendrás conmigo.— me agarra por la cintura y me tira hacia atrás.

Siento un intenso ardor a la altura de las costillas pero le ignoro.

—¡No!— grito tan fuerte que siento cómo se me desgarra la garganta. —¡Sueltame! ¡Dejame volver con Duncan!— pataleo y grito sin cesar, pero nada funciona.

—¡Ya callate, maldita perra!— me mete en la cajuela de una camioneta sin cuidado y me propina un puñetazo, el labio me arde y siento los latidos de mi corazón en el área afectada.

Luego, me pone un pañuelo húmedo en la nariz, trato de no respirar, pero mi sistema me traiciona y me obliga a inhalar debido a que mis pulmones no tienen oxígeno. Mis párpados se caen con rapidez, como si cada uno pesase diez kilos, luego caigo en un poso profundo y mi última imagen es la de Duncan lastimado en el coche, yo intentando ayudarlo, y el hombre sacándome de su lado.

Rompiendo LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora