Capítulo Trece 🌙

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El timbre que indica que el colegio a terminado retumba en todo el establecimiento, junto todas mis cosas y salgo del salón. Afuera, Duncan me espera reposando en su auto, justo como el día en el que nos conocimos, con la diferencia que esta vez no tengo ánimos para escapar. Subo en el asiento del acompañante al mismo tiempo que él sube en el del piloto.

-Debemos hablar.- asiento sin ganas y con las gafas aún puestas. -¿Qué tenía esa píldora que me has dado?

-Sólo era éxtasis. ¿Por qué?- si se siente igual que yo, estamos jodidos. Aunque creo que sí.

-Mi autoestima está por los suelos y no tengo ánimos para nada.- sí, estamos jodidos.

-Son los efectos secundarios. No siempre sucede así, pero esta vez sí, la droga era demasiado fuerte.- le explico con tranquilidad.

-¡Mierda!- farfulla pasando un cambio más.

-¿Qué te ha dicho mi padre?- temo por la respuesta...

-Me ha preguntado acerca de tu fiesta, que si yo sabía algo.

-¿Y tú que le has respondido?

-Que no, Blake. ¿Qué más le voy a decir? "O no, señor Masson. Yo no sabía nada, pero me he follado a su hija estando bajo los efectos del éxtasis."- en toda esa frase, Duncan a gesticualado más que en toda su vida.

-Oye, relajate.

-¿¡Cómo mierda quieres que me relaje!? ¡Mi empleo pende de un hilo! Y tú controlas ese hilo. ¿Qué harás ahora? Puedes ir y decirle a tu padre lo que ha pasado. ¿Qué consigues con eso?

-¿Siempre estás así, como a la defensiva?- falta una calle para llegar a mi hogar y afrontar a mi padre.

-Sólo cuando me drogan.- que bipolar, ahora también hace chistes. Una sonrisa escapa de mis labios sin que yo lo permitiese. -Blake, en serio, ¿qué harás?

-Nada, Duncan. Sólo quería divertirme y tú me arruinarías los planes. La mejor opción era drogarte.

-¿Con éxtasis?- eleva una ceja estacionando su auto en el garaje lleno de muebles. -¿Esos son los muebles de tu casa?

-Así es. Esto es lo que sucederá, mi padre me castigará y me hará acomodar todo como antes, me prohibirá salir de casa, pero no me sacará el móvil ni tampoco que un par de amigos vengan aquí, seguramente dirá que sólo si tú los apruebas.- él me mira sorprendido. -Y tú me ayudarás.

-¿Disculpa?- agrega entre indignado y sorprendido.

-Apostemos. Si eso sucede, tú me ayudas con mis quehaceres y yo no te molestaré en lo absoluto, lo juro.- extiendo mi dedo meñique para sellar el pacto.

Me observa desconfiado. -¿Y si no sucede?

-Sucederá, no te tengo dudas.- muevo un poco mi dedo para que se de cuenta que lo sigo esperando.

-¿No estás un poco grandesita para jurar por el meñique? No prefieres no lo sé, ¿un apretón de manos?

Hago un ruido raro, de esos que haces cuando te sientes ofendida e inhalas el aire por la nariz provocando ruido...

Rompiendo LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora