Capítulo Seis 🌙

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—Yo también, idiota.— le devuelvo el abrazo con intensidad.

—Lo sé, bicho, lo sé.

—Blake, desata las cuerdas.— ordena Duncan impaciente y de mal humor, cosa que es súper entendible.

—Pensándolo bien,— guardo silencio unos segundos para dramatizar un poco más. —no. Ahí te ves mejor.— Sonrío aunque sé que no puede verme.

—Desátame ahora mismo. No querrás tener problemas con tu padre.— amenaza.

—Los tendré de todas formas así que, ¿qué más da tenerte allí un momento?— le vuelvo a poner la cinta en la boca que Andy le había sacado para dejar de escucharlo darme órdenes. Ni que fuese su hija.

—Tenemos muchas cosas por contarnos, así que preparen las cervezas y las frituras, el escuadrón volvió a estar completo.— dice Hunter extasiado.

Sí, así es. Hunter es el chico que me apuntó con su arma sólo para hacer que mi pobre corazón quiera sufrir un infarto. Él junto a Andrew y Nigel forman una gran parte de mi infancia. Cuando nos mudamos aquí, perdí contacto por completo con ellos, hasta hace un año que Andy se vino a vivir también a Milán. Desde entonces frecuento bastante este sitio, tanto así que la mayoría de los vecinos, por no decir todos, de este niño ya me conocen. Ponemos las latas de cervezas en el medio de la ronda que hemos formado al sentarnos al igual que las frituras.

—¿Cómo está Christen? Hace tiempo no la veo.— comenta sonriente Nigel.

—¿Tú eres imbécil?— Andy le pega un zape en la nuca que hace que sus cabellos vuelen en todas direcciones.

—Tranquilo, él no lo sabía. Christy tuvo un accidente, era la primera vez que papá le daba permiso para ir caminando sola al colegio, y un auto la atropelló. Ni siquiera frenó para saber cómo estaba la niña de once años que había chocado.— aprieto los dientes con fuerza para evitar que mis lágrimas caigan mientras mi vista se encuentra fija en algún punto de la pared.

En mi mente se recrea la situación, yo llegando emocionada del instituto porque había aprobado francés con un diez y en la sala principal mi padre se encontraba con los ojos cristalinos, colgando el teléfono con los puños apretados, aún recuerdo su llanto desconsolado y la manera de tirar todo lo que tenía a mano, cuando me miró, me dijo "un hijo de puta atropelló a tu hermana, Christy se ha ido" sus lágrimas caían con rabia y tristeza. Ese día mi vida terminó por tornarse de negro.

—Blake, ¿estás bien?— la mano de Hunter interfiere mi campo de visión.

—Sí, claro.— sonrío para tratar de ocultar mi dolor.

—¡Un brindis por nuestras vidas de mierdas!

—¡Salud!— respondemos todos levantando las latas y chocándolas en lo alto de nuestras cabezas.

—Oye, bicho, ¿qué opinas de que nos mudemos aquí, con Andrew?— dice Nigel codeando mi costilla con mirada pícara.

—Mira lo que me acabo de enterar.— dice el aludido.

—Por mi no hay problema. Es más, encantada de la vida.— reímos un poco por la cara que ha puesto el receptor de huéspedes, (nombre genial lo , lo acabo de pensar) y seguimos bebiendo.

—Chicos, chicos, justamente ayer he visto unos tutoriales maquillaje y necesito que me dejen experimentar con ustedes.— elevo las comisuras de mis labios a tal punto de que probablemente se me vean todos los dientes y mis ojos estén achinados.

Rompiendo LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora