La verdad es que extrañaba demasiado a este idiota, a él y a mi antigua vida en general. No vivía con todas las comodidades que en la actualidad mi padre nos dio, pera éramos felices, Christen era feliz; yo era feliz. No digo que no lo sea, pero daría lo que fuese por volver a aquellos tiempos. Caminamos en completo silencio los tres, ya han pasado al menos veinte minutos de caminata rápida y aún falta al menos veinte más; la casa de Andrew queda al otro lado de la ciudad.
—Y cuéntame, Blake, ¿cómo ha ido todo?
—Muy bien, creo que demasiado para como antes iban las cosas.— lo último fue más un pensamiento en voz alta que otra cosa.
—Pero...— comenta incitándome a que continúe.
—Mi padre me contrató un guardaespaldas.
Una sonrisa comienza a asomar por las comisuras de sus labios. —Quería oírlo de tu boca.— dice con sorna.
—¡Muérdeme el trasero!
—Primero lávatelo.
—No soy como tú, Nigel. Yo sí me baño.
—¡Oye! ¿Qué te pasa? Sí me baño. No muy seguido pero si lo hago.— se justifica.
Lo miro con el ceño fruncido. —Eres asqueroso.
—Lo sé, cariño, lo sé.
Y así pasamos el tiempo restante; y la verdad es que fue muy divertido.
[...]
D U N C A N
Suspiro sonoramente intentando aliviar un poco el estrés. Esta niña me sacará canas verdes, lo presiento, y eso que aún no llevo ni una semana trabajando para ella y su padre. Además, no tiene pinta de ser una buena muchacha así como la describió el mismo. Qué decepción se llevará el pobre hombre cuando se entere que Blake se ha hecho un tatuaje, y qué sermón me llevaré yo cuando sepa que la he dejado sola con ese muchacho... el señor Masson no se enterará de nada, es lo mejor para ambos. No voy a exponer mi culo, luego lo conversaré con ella.
Salgo de mi ensoñación cuando una motocicleta pasa a toda velocidad haciendo que mi campera sea avasallada por el viento. Observo el ambiente que me rodea y me pregunto, ¿cuánto tiempo he estado ausente? El barrio al que los he estado resguardando, es una porquería. En la esquina nada más hay un grupo de cuatro o cinco chicos fumando marihuana sin preocupaciones. Más allá una muchacha con muy poca ropa está coqueteándole a un hombre mayor, quien le deja un rollo de billetes muy prolijos en el escote del sostén... ¡Maldita sea!
—Blake, nos vamos.— la agarro del brazo haciendo que su cuerpo se voltee en mi dirección.
—¿Disculpa? No he caminado durante una maldita hora para que me digas que nos vamos, lo siento.— dice sin sentirlo en verdad.
—No lo repetiré una segunda vez, nos vamos en este mismo instante.— demando con seriedad.
—¿Y a ti qué te pasa, imbécil?— pregunta su amigo.
—Tú no te metas, estoy haciendo mi trabajo.— le dirijo la palabra por primera vez desde que apareció en el regreso a casa luego del instituto.
—Ya, cálmense los dos.— interfiere ella. —No iré a ningún lado salvo la casa de Andrew. Tú como mi guardaespaldas simplemente tienes que seguirme y asegurarte de que aquí nadie te quiera violar o sacarte los órganos, a mí ya me conocen. A ti no.— guiña un ojo y sigue caminando contorneando sus caderas llamando la atención de todos.
Observo a mi alrededor y es cierto, todos la están mirando con sonrisas al igual que a su amigo, pero cuando sus ojos se posan en mí, es como si supieran que soy alguien de seguridad porque automáticamente llevan las manos a su cadera y sacan un arma, es todo demasiado sincronizado, quizás hasta hecho miles de veces. El chico con el que Blake ha estado conversando en los últimos sesenta minutos, le toca el brazo para alertarla de lo que está pasando con cara de preocupación. Yo por mi lado me pongo delante de ella y saco de la cinturilla del pantalón mi arma, aunque no servirá de mucho.
[...]
B L A K E
—Date la vuelta.— me susurra Nigel al oído mientras tantea mi brazo con rapidez. De mal humor le hago caso y me sorprendo al notar a todos apuntando en nuestra dirección.
—¡Mierda!— maldigo entre dientes al percatarme de la situación. —Duncan, aléjate y baja tu arma.— él por su parte me ignora por completo y en cambio, adquiere una posición muy a la defensiva. —¡Mierda, Duncan, que me hagas caso!— baja su arma lentamente. Salgo de la protección en la que estaba con su cuerpo y hablo relajadamente. —Hola, amigos, bajen sus armas, él no es policía. Solamente un guardaespaldas temporal.— Los demás me hacen caso a la primera.
—¿Segura?— pregunta Roger, el vecino de Andrew.
—Sí, tranquilo. No hay amenazas.
—Eso espero.— murmura mirando con desconfianza a Duncan.
—¿Qué pasa aquí?— abre la puerta de par en par haciendo notar su gran y ancho cuerpo.
—Nada, asunto cerrado.— comentan a lo lejos.
—No me sorprende que te hayas metido en líos, bicho.
—No lo hice yo, lo juro.— pongo mi cara angelical y avanzo hasta la puerta aún con la mirada de todos sobre nosotros.
Andrew mueve su cabeza ligeramente hacia el interior de su hogar para poder ocultarnos de todos esos entrometidos. Nigel se adelanta a mí y pasa antes como alma que lleva el diablo. Frunzo el ceño extrañada, pero no hago preguntas; he aprendido a convivir con la rareza de él. Cuando ingreso, siento una tela cubriendo mis ojos con rudeza y mi boca siendo tapada con una mano al mismo tiempo, mis manos son atadas a mi espalda con una soga, mi respiración se acelera hasta el punto de que el oxígeno probablemente no llegue de forma correcta a mis pulmones. Me sientan en una silla de manera bruta y allí me dejan, intento moverme, hacer algo, pero no puedo. Los nudos de la soga están hechos con fuerza por lo que no logro desatarlos. Unos gruñidos llegan a mis oídos y no hace falta ser adivina para saber que vienen por parte de Duncan, seguramente esté en la misma situación que yo. Se oye un arma siendo cargada y mi corazón se acelera aún más, si eso es posible.
—¿Me has extrañado, bicho?— esa voz, esa voz ya la he oído antes...
La mano que antes cubría mi boca es retirada, pero la venda aun sigue en mis ojos. Aspiro profundamente para que mi corazón se calme, ya sé de qué va toda esta mierda.
—Relájate, ¿sí? No quiero que te alteres.— dice él, siento su mano en mi nuca sacando lentamente el nudo de la tela.
—Yo que tú no haría eso, o saldría corriendo mejor. Por cierto, Blake, lo del arma fue solo diversión, ¡tendrías que haber visto tu cara!— dice Andrew divertido.
—No tranquilo, no haré nada.— respondo tranquila.
—¡Cómo te gusta mentir, he!
—Ya, Andy, tú sabes que no miento.
—Estás mintiendo, otra vez.— contraataca.
—Como sea, le sacaré la venda.— interfiere.
—Que quede claro que te lo he advertido.— aunque no puedo ver, puedo jurar que Andrew se ha encogido de hombros.
La tela cae sobre mis rodillas y puedo ver colores y rincones de la casa de vuelta. Busco con la mirada a Duncan para asegurarme que aún sigue aquí y que estos idiotas no se hayan deshecho de él, mi padre me mataría si llegase a mi casa sin el estúpido guardaespaldas que me ha contratado. Pero allí está, detrás de la puerta de entrada color marrón, con los ojos vendados y la boca amordaza, sus manos y pies atados para evitar que los ataque y también tiene una soga que pasa por su cadera atada en la parte trasera de la silla.
—Tiempo sin verte, bicho.
—Odio que me digan así.— musito poniéndome de pie. Estiro mi mano con fuerza hasta impactarla en su mejilla, —Eres un tarado, ¿sabes lo feo que fue sentir que me secuestraban?— le susurro al oído mientras lo abrazo.
Repito la acción con Nigel y Andrew por encubrir toda esta situación.
—Cómo te he extrañado— dice suave en mi oído.
(...)
En multimedia tenemos a los hermosos amigos de Blake 🧡
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Rompiendo Límites
Romance-¿Es que me seguirás a todos lados? ¿Cómo antes?- asiente con expresión seria. -Es mi trabajo, niña. 《Niña》¿Han escuchado eso? Sí, así es. Fue mi corazón que por un motivo incomprensible se ha roto en miles de trozos. Muevo la cabeza de un lado al...