Capítulo Once 🌙

3.2K 174 6
                                    

Le hago una seña a Andrew con la cejas y este sigue con el plan, se para en uno de los rincones de la casa y espera a que alguien le valla a comprar droga. Ésos eran los refuerzos. Duncan se encuentra sentado el sofá con un vaso de vodka en la mano mientras observa todo con las pupilas dilatadas a más no poder.


—¿Qué tal, Alex?

—Gran fiesta, muñeca. Aún el reloj no marca la 01:00 a.m y tu casa ya está a reventar.

—Gracias, es el estrés estudiantil.— bromeo.

—¿Qué te pongo?— dice sonriendo.

—Vodka.

—¿Puro?

Asiento y él me lo prepara. Me lo sirve acompañado de una rodajita de limón a la que ignoro y solamente bebo el líquido. Camino hasta Andy y le extiendo la palma de la mano para que me de algo.

—¿Pretensiones?

—Ninguna.— esta noche no quiero algo en particular; quiero todo. Me da una bolsita ziploc con dos pastillas en forma de estrellas azules.


—Es Molly. Ten cuidado porque esta es más fuerte.

Sonrío maliciosamente y me aparto para molerla, y luego aspirarla.

La fiesta está en su mejor punto. Las luces te hacen tambalear, el calor que hace aquí aún es tolerante, pero el olor a alcohol y a marihuana es insoportable. Cerca del baño de abajo el olor a vómito es nauseabundo, a lo lejos una parejita de adolescentes se encuentran dando un show sexual explícito no apto para menores de dieciocho.

—¡Hoola!— Bella se acerca y me saluda arrastrando las palabras. Ya está ebria.

Su cara se ve algo así como con zoom, y luego vuelve a la normalidad. —Vamos a bailar.— la arrastro hasta la pista de la mano.


Le hago una ceña a Kyle para que ponga un buen tema para bailar y así lo hace.

[...]

D U N C A N

Mierda. Siento que la cabeza me va a estallar, y a eso sumarle que no me siento en mis cuerdas, todo me da vueltas, los colores que veo solamente son azules, morados, y naranjas, y para qué decir que mi amigo aquí abajo quiere despertar. Esto no debería estar pasando. Me llevo el vaso plástico a la boca y bebo del contenido. Ni siquiera sé cómo carajos ha llegado hasta mi mano. Observo la casa hasta que mis ojos se posan en ella. Imposible no observar su baile tan sensual con todas esas curvas que posee. Refriega su culo contra la pelvis de su amiga, esa pelirroja con la que estaba el día en el que nos conocimos. Lleva sus manos hasta su cabeza y revuelve su cabello sin dejar de frotarse al compás de la música.


Llevo mi mano a mi entrepierna y aplasto un poco el bulto que se ha empezado formar. ¡Mierda! Todo esto es culpa de Blake. Si ella no me hubiera drogado no estaría así, pero la señorita no es ninguna santa. He visto cómo le pedía a su amigo esa pastilla y cómo la aspiraba. ¡Me cago en la puta! Estaremos hasta el cuello de problemas sólo por su jodida culpa. ¡Mierda! ¡Mierda! No puedo quedarme sin empleo ahora.

Rompiendo LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora