Capítulo Dieciséis 🌙

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D U N C A N

Hoy es lunes, por lo que el señor Masson llega de Alemania y pasa a por Blake a la preparatoria. Ya se ha terminado mi jornada laboral desde el jueves. El jueves. Que noche tan loca. La verdad es que sí me había preocupado por esa probabilidad, que aún existe, de que su padre se entere de lo que ha pasado entre nosotros. Anoche volvió a pasar. No entiendo cómo hace para que pierda mi moral y acabe teniendo pensamientos sexuales, en ese instante sólo pensaba en ponerla en cuatro y penetrarla tan fuerte que sus gemidos se oyeran en todo el vecindario. Cierro los ojos con cansancio mientras espero que Blake entre al coche. Es insaciable la mocosa, me ha exprimido como a una estúpida naranja. Me corrí tres veces, y ella aún pedía más. Maldita sea, se me está poniendo dura de sólo recordar su cuerpo desnudo, sus gritos, cómo mi nombre salía de sus carnosos labios... ¡Ya basta, Duncan! Me obligo a sacarla de mis pensamientos, no estoy actuando profesionalmente.

Nunca antes me habían puesto a cargo de una adolescente. Siempre fueron personas grandes, o niños pequeños. Esta es la primera vez, y debo admitir que no estoy llevando la situación como debería, estoy dejando que Blake me maneje a su antojo. Pero mierda que no me puedo negar aunque lo intente; tiene algo que me insita a romper límites, a dejarme llevar por el deseo carnal que la muy maldita me provoca, y sé que lo hace a propósito, para sacar ventaja y que haga todo lo que ella quiere. Esto es una puta mierda.

—Vámonos.— dice cerrando la puerta del carro.

Enciendo el motor y lo saco del garaje, ella presiona el botón del control remoto y la persiana se baja hasta sellar el cuarto donde se guarda el auto.

Siento una cálida mano resposar en mi muslo. —Blake, no.— le advierto poniéndome rígido.

—Relájate, no te voy a hacer nada.— me mira con picardía.

—Esto no está bien, maldición.

—Claro que no está bien, a ti te pagan por cuidarme, no por meterte entre mis piernas, pero aquí estamos, yendo a mi preparatoria luego de follar toda la noche. Niegame que no te ha gustado.— dice sin sacar su mano.

—No— hago un esfuerzo por no recordar lo que ha mencionado, pero mi mente me juega en contra.

—¿No? Pues tu polla no dice lo mismo. Mirate, todo duro, y eso que ni te he tocado. ¿Seguro que no te gusta sentirme? Mirame, me puedes tocar.— agarra mi mano libre y la lleva en dirección a su entrepierna cuando su rostro cambia radicalmente.

Deja de ser uno iluminado por la picardía y la lujuria y se transforma en uno lleno de incertidumbre y enojo. Suelta mi mano de golpe y se voltea en el asiento mirando hacia atrás.

—Pero qué...— murmura agarrando su móvil con desesperación. —¡Atiende, carajo!— maldice un par de veces más mientras marca al mismo número que dice Papá sin obtener resultados.

—¿Estás bien? ¿Qué ha ocurrido?

—Nada.— me responde borde.

—Ya llegamos, recuerda que tu padre viene a por ti a la salida. Portate bien, ¿sí?— le pido amable.

—No soy una niña, Duncan.— se baja del auto enfadada y azotando la puerta en el proceso.

A estas alturas, me siento ridículo de haberle hablado tan... tan poco profesional. Mi cabeza en un maldito lío. Y ese lío tiene nombre y apellido: Blake Masson.

(...)

B L A K E

—¿Qué tal todo, perr...?

—Ahora no, Bella.— sigo caminando rápido hasta el baño de chicas.

—Oye, ¿qué te ocurre?— insiste corriendo detrás de mí.

Rompiendo LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora