Prólogo.

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Año 1930...
Aún no logro olvidar aquel maldito día en que lo perdí todo. La memoria de ese momento está grabada en mi mente como una herida abierta que nunca cicatriza. Como era de esperarse, mi marido llegó borracho nuevamente, a las tantas de la madrugada, tambaleándose en la oscuridad, con el olor a licor impregnado en su ropa. Yo, como una estúpida, lo esperaba, sentada en la fría cocina, con las manos temblorosas y el corazón palpitante.
Él era un hombre cruel, capaz de infligir dolor sin remordimientos. Aquel al que odié con todas mis fuerzas, el mismo que un día juré por lo más sagrado destruir. Su presencia era un recordatorio constante de la vida que había perdido, de los sueños que se habían desvanecido como el humo de su cigarrillo. El maldito merecía la muerte por haberme quitado todo lo que más amé... "a mis hermosos hijos".

Flashback...

—Ya llegué... ¿Dónde demonios está la maldita cena? —La voz de Eren resonó en la sala, rompiendo el silencio que reinaba en la casa. Entró tambaleándose, borracho como de costumbre, atravesando el umbral de la puerta. Su presencia llenaba el espacio, como una nube oscura que amenazaba con asfixiarme.

A estas alturas de nuestro matrimonio, ya era normal verlo en ese estado. Se creía con el derecho de llegar así todas las noches a nuestra casa. Odiaba tener que esperarlo siempre en aquella sala que parecía una prisión, con sus paredes grises que me consumían...
Tras esas cuatro paredes me sentía prácticamente su esclava y no su esposa. Si no me encontraba ahí, atenta a sus necesidades, me castigaba y me mataba prácticamente a golpes...
Todo por el terror que me infundía su incesante maltrato hacia mí y mis hijos. Esos puños de hierro que con sus golpes doblegaban mi voluntad, dejándome indefensa y aterrorizada. No quería que mis pequeños sintieran el terror,  el mismo miedo que yo sentía, es por eso que callé, pero...

—Otra vez llegas borracho... Cariño, ¿No te da vergüenza que los niños te vean así? ... —Le contesté, un tanto hastiada por su actitud. Su olor, una mezcla asquerosa y repugnante de orina y alcohol, consumía el aroma a limpieza de nuestro hogar, como si contaminara hasta el más mínimo rincón.

Lo miré, aunque odiaba hacerlo.

Odiaba ver en sus ojos ese odio que me tenía, como si yo fuera la culpable de todas sus desgracias. Tener que agachar mi cabeza siempre ante él, siendo una esposa sumisa, estúpida y simplona que lo soportaba todo, era una tortura constante.

Más de 10 años... 10 infelices y largos años al lado de un miserable golpeador y machista. Eren cambió totalmente después del nacimiento de nuestra primera hija. Se convirtió en este borracho que nunca le trabajó un día a nadie, era un maldito mantenido que vivía a costa de mi esfuerzo y sacrificio. Yo siempre lo supe, es por eso que soporté tanto, aferrándome a la esperanza de que algún día iba a cambiar..

—¡Cállate, perra! Mejor haz algo útil y sírveme la maldita cena —gritó Eren, su voz retumbando en la sala y rompiendo el silencio que había intentado mantener. Sus ojos brillaban con una mezcla de ira y desprecio mientras me miraba fijamente.
Me quedé paralizada por un momento, sintiendo cómo el miedo se apoderaba de mí. Sabía que no debía provocarlo, que lo mejor era mantener la calma y obedecerlo, pero algo dentro de mí se rompió al escuchar sus palabras.
—¿Acaso crees que deberían importarme unos bastardos que una zorra huérfana parió? —preguntó, acercándose a mí con una mirada amenazante y levantando la mano en un gesto de advertencia—. ¡No te creas tan especial y no me hagas perder la paciencia! ¡De seguro que, con lo zorra que eres, esos mocosos ni siquiera deben ser hijos míos!—Su desprecio me atravesó como un cuchillo. Ya había escuchado sus insultos muchas veces, pero esta vez fue diferente. Su actitud despectiva hacia nuestros hijos era algo que no podía soportar. Eran mi mundo, mi razón de vivir, y escucharlo hablar así de ellos me llenó de una ira que no sabía que tenía dentro.

Dulce Venganza  (RIVAMIKA, ERWINMIKA, ARUMIKA, EREMIKA, REINERMIKA) Obra +🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora