Capítulo 23

1K 76 116
                                    

Después de limpiar mi cuerpo de su esencia, salí de la ducha en busca de mi celular.

70 llamadas perdidas y 10 mensajes.

Asunto: Respóndeme

De: Tu dueño.

Por tu culpa han vuelto mis pesadillas, mocosa. ¿Cómo pudiste entregarte a otro hombre? Pensé que eras diferente a todas las perras que he conocido.

Apreté el maldito celular, conteniendo las ganas de lanzarlo contra la pared. La rabia burbujeaba dentro de mí, pero también había una chispa de excitación que me recorría el cuerpo, como un fuego que se avivaba con cada palabra que leía.

Asunto: ¿Dónde estás?

De: Levi.
Dame tu dirección. Quiero verte; ya no aguanto más.

Sonreí, imaginando la expresión de Levi enviándome ese mensaje. De seguro debía estar desesperado. Esa idea me provocaba un placer oscuro que se entrelazaba con mi propia necesidad de él.

Asunto: Vamos, sé que lo deseas.

De: Tu dueño.

Estoy seguro de que, a pesar de que pasaron dos años, tu cuerpo aún anhela mis caricias. De nada sirve que te sigas mintiendo, Mikasa. Tú me perteneces.
Cada palabra era una verdad punzante; sabía que tenía razón, pero no podía caer en sus manos otra vez. No podría soportarlo. La lucha interna me desgarraba, y el eco de su voz resonaba en mi mente como un canto hipnótico.

Asunto: Te deseo.

De: Tu dueño.

No paras de atormentarme, Mikasa. Necesito poseerte. Quiero adentrarme entre tus piernas y hacerte gritar mi nombre una y otra vez.

Mis piernas temblaban al recordar el sabor de sus labios y su manera de hacerme el amor; la sangre me hervía en las venas, y un deseo incontrolable comenzaba a apoderarse de mí como una ola imparable que amenazaba con arrastrarme a su lado una vez más.

Asunto: Te extrañé.

De: Levi Ackerman.

No hubo un día en que no pensara en ti. Sé que cometí un error; lo admito. Perdóname, no volverá a suceder.

-¡Maldito! -grité con furia, pero unas manos me taparon la boca con fuerza.

-Lo soy -murmuró en mi oído, su aliento cálido enviando escalofríos por mi espalda desnuda y provocando una mezcla irresistible de miedo y deseo en mi interior.

-¿A qué no te esperabas que viniera a buscarte, eh mocosa? -lamió mi oreja-. ¿Quién era ese desgraciado que salió del baño? -Intenté moverme, pero fue inútil; él me había inmovilizado completamente, atrapada entre su poder y mi propia vulnerabilidad.

-Esos son los hombres  que te follas, ¿no? -Sentí su erección presionando contra mi espalda desnuda, inquietando cada fibra de mi ser mientras la tensión crecía entre nosotros como un volcán a punto de estallar.

-De seguro ni siquiera sabía cómo hacerlo; se le notaba la cara de virgen a kilómetros -el desgraciado disfrutaba someterme. Mis deseos se dividían en dos: el anhelo por él y la necesidad desesperada de liberarme de su control.

-Quiero que veas la puerta. ¿Ves algo extraño en la manilla? -me preguntó y fijé mi vista; efectivamente, había un hilo enrollado.
No grites porque el primero que la abra hará boom -advirtió Levi con una sonrisa siniestra, dejándome anonadada ante la locura palpable que emanaba de él.
-Estás advertida, preciosa -quitó lentamente sus manos de mi boca y las enrolló alrededor de mi cintura, acortando la distancia entre nuestros cuerpos hasta sentir el calor intenso entre nosotros.

-¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Estás consciente de que mis guardias apenas te vean te matarán?! -exclamé preocupada-. ¿Qué es ese hilo amarrado en la puerta? -pregunté alarmada mientras mi corazón latía desbocado por la adrenalina y el peligro inminente.

-¿Por qué no echas un mejor vistazo? -apuntó al techo donde se veía una escopeta con un hilo atado al gatillo.

La imagen era aterradora y fascinante al mismo tiempo; su locura era un imán para mis instintos más oscuros

-¡Estás loco! -le pegué un codazo en el estómago, aunque una parte de mí estaba intrigada por su locura peligrosa y seductora.

-El maldito de Erwin tenía razón; eres un asesino -le grité y él sonrió con desdén, como si disfrutara del juego mortal entre nosotros.

-¿Y tú qué, Mikasa? ¿Acaso tú no lo eres? -respondió mientras se sentaba al borde de la cama, su mirada fija en mí como si pudiera desnudarnos solo con sus ojos penetrantes y llenos de secretos oscuros.

-Tú mataste a la mujer de ese mal nacido. ¿Por qué lo hiciste? -debía saber toda su historia, aunque sabía que podría dolerme más; cada palabra era un paso hacia lo desconocido y peligroso entre nosotros.

-Ella era mi esposa; me engañaba con él, el maldito de mi ex amigo, a mis espaldas -suspiró profundamente-. Regresé por la mañana y los encontré en mi cama. Saqué mi revólver y le disparé sin piedad a ella y al maldito Erwin. Para mi desgracia, el no murió... Pasó un tiempo y decidí probar los placeres del sexo, pero nada llenó mi vacío. Creí que si mataba a Erwin mi vida cobraría sentido; lo busqué y atenté nuevamente contra él, pero me atrapó la policía. Un mes después, en el juicio decidieron que lo mejor era encerrarme en un manicomio; todos creían que era un desequilibrado mental. Zeke tomó mi caso y es ahí donde nos conocimos -verlo tan vulnerable era impresionante y perturbador al mismo tiempo; su historia resonaba dentro de mí como un eco doloroso.

-Después de eso me volví este hombre que tienes frente a ti: un hombre de hielo que solo quería follar para olvidar sus penas -murmuró con una tristeza palpable que caló hondo en mis entrañas.

-No te juzgaré por todo lo que has hecho, pero no te perdono. Lo lamento, pero no... No quiero verte nunca más -respiré hondo tratando de mantenerme firme-. ¡Ese chico que viste salir de aquí es mi nueva adquisición así que vete! -agregué tratando de herir su orgullo herido mientras cada palabra parecía encender aún más nuestra conexión prohibida.

-Tsk... eso no te lo crees ni tú misma, mocosa -sonrió con desdén-. Ese idiota tenía una cara de imbécil que se notaba a kilómetros. Además, sé que una mujer como tú, ardiente y deliciosa jamás tendría a su lado a un mequetrefe como ese.

La tensión entre nosotros era palpable; el aire estaba cargado de deseo reprimido y rencor ardiente. Sabía que estaba jugando con fuego al desafiarlo así; cada palabra era una provocación para encender aún más nuestra conexión prohibida e innegable.

Levi se acercó más a mí, sus ojos oscuros llenos de una necesidad posesiva mientras sus manos se aferraban firmemente a mis caderas como si quisiera marcarme para siempre.

-Eres mía, Mikasa -susurró con voz grave-, llena de promesas oscuras e intensas-. Y aunque intentes escapar o jugar con otros hombres, siempre volverás a mí porque sabes lo que te ofrezco... lo que solo yo puedo darte.

El desafío brillaba en su mirada mientras me mantenía atrapada entre su cuerpo y el borde de la cama; esa mezcla entre peligro y deseo me hacía querer ceder ante él nuevamente, atrapada en una danza seductora e inevitable entre nuestras almas desgarradas por el pasado

Dulce Venganza  (RIVAMIKA, ERWINMIKA, ARUMIKA, EREMIKA, REINERMIKA) Obra +🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora