Capítulo 21

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 —¿Estás segura? —preguntó mientras le quitaba la camisa, su voz temblaba ligeramente.

—No quiero decepcionarte—. Al mirar su rostro, noté la mezcla de vergüenza y nerviosismo que lo envolvía, como si estuviera a punto de cruzar un umbral desconocido.

—Hablas demasiado, mocoso—. Suspiré; tanta inocencia me resultaba aburrida, pero había algo en su timidez que despertaba mi curiosidad.

—Pero... —Intentó protestar, pero coloqué un dedo suavemente sobre sus labios, silenciando su objeción. Con una mezcla de confianza y deseo, continué desvistiendo a mi antojo, disfrutando de la sensación de poder que me otorgaba su sumisión ante mi.

—. Mis manos descendieron con lentitud hacia su pantalón, disfrutando de cada segundo. Con un movimiento decidido, quité el botón, y este cayó al suelo, como si la gravedad estuviera ansiosa por liberar lo que ocultaba.

"Era un tremendo lechazo", pensé, sintiendo cómo una sonrisa juguetona se dibujaba en mi rostro. Su reacción me dejó casi boquiabierta, y después de un instante de sorpresa, abrí uno de los cajones y le entregué un montón de preservativos, preparándome para llevar nuestra aventura a un nuevo nivel.

 —Toma, cuando tu amiguito se erecte, te los pondrás sin protestar, ¿me oyes? —ordené, mientras el agua de la ducha caía sobre nosotros, envolviéndonos en una atmósfera íntima y cargada de tensión que hacía vibrar el aire a nuestro alrededor. 

—No sé si podré usarlos, yo no... —dijo, titubeando. Sin pensarlo, mi mano azotó su mejilla con firmeza, silenciando su duda y dejándole claro que no había lugar para la inseguridad en ese momento. 

—Te dije que te callaras. Ahora entra— lo empujé hacia el interior, dejando que la autoridad en mi voz se mezclara con un deseo palpable.

—Hey, ¿qué significa esto? ¿Por qué tanta agresividad? —preguntó confundido, sobándose el rostro, como si intentara procesar la intensa química que nos rodeaba..

—Significa que a tu polla le gusta ser tratada como un juguete—. Apunté a su entrepierna; su miembro ya se había erectado, mostrando su deseo latente.Una verga gruesa y venosa se asomaba. "Se lo tenía bien guardado", pensé con una sonrisa traviesa.

—Bien, ponte el preservativo —le dije mientras cerraba la puerta corredera de la ducha, creando un espacio privado donde nuestras acciones podían fluir sin interrupciones.

Se notaba que nunca había usado uno; estuvo tres minutos intentando ponérselo hasta que mi paciencia se agotó.

—Pásamelo —me agaché y tomé su miembro en mi boca mientras el marica me
temblaba de nervios, sintiendo cómo su cuerpo respondía a cada movimiento.

—Oh por Dios—. Gruñó; su pelvis comenzó a moverse lentamente contra mis labios. Él deseaba sentir la humedad de mi lengua acariciar su caliente miembro, buscando placer en cada instante.

—Señorita azumabito—gimió con una mezcla de sorpresa y deleite.

Acaricié sus abdominales mientras él se corría en mi boca. No habían pasado más de cinco minutos, pero en su estado precoz me parecía un buen comienzo para explorar juntos esta nueva experiencia.Su semen resbaló por mi garganta, intensificando mis ansias de placer que se concentraban en mi caliente vagina.

—Perdón —murmuró avergonzado, como si lo que había hecho fuera algo prohibido.—Ven, lame mi coño —le indiqué con un tono seductor; se arrodilló con timidez y hundió su lengua, deslizándola sobre mis húmedos labios con una mezcla de curiosidad e impaciencia.

Al principio fue torpe, pero al cabo de unos minutos me tenía gritando de placer. No sabía qué tenía él, pero disfrutaba enseñarle los placeres del amor y cómo explorar sin miedo ni inhibiciones.

—Eso es, cómeme la concha chiquillo—restregué mi intimidad contra su lengua mientras lo sujetaba por su rubia cabellera; todo era perfecto...Mi orgasmo estaba cerca pero...

—No aguanto; quiero romperte la concha—Me tomó del brazo y me apoyó contra la pared con una fuerza inesperada pero excitante.Sentí cómo rasgó uno de los preservativos y se lo puso a medias, preparándose para dar un paso más en esta experiencia compartida.

—Tienes un cuerpo hermoso —murmuró en mi oído mientras introducía con fuerza su erección, llenando el espacio entre nosotros de deseo palpable.

—Eso es, mocoso; ¡coge! —abrí mi trasero para recibirlo profundo, tan adentro como si quisiera fundirlo en esa venosa polla que me prometía placer inexplorado.

—Delicioso, mmm —exclamó una y otra vez arremetiendo su polla en mis paredes hasta que alcanzó el orgasmo...

La punta del preservativo estaba llena de su semen acumulado; se notaba la abstinencia del rubio. Lo dejé caer mientras el agua arrastraba todos sus fluidos hacia el desagüe.

—No puedo más —me miró confundido mientras yo permanecía en silencio, frustrada y molesta; yo también quería correrme, no era justo que él hubiera alcanzado el clímax antes que yo.

—Oh sí, claro que podrás... Yo aún no he alcanzado ni un puto orgasmo —bufé enfurecida por la injusticia del momento.

Dulce Venganza  (RIVAMIKA, ERWINMIKA, ARUMIKA, EREMIKA, REINERMIKA) Obra +🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora