Capítulo 16

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Reiner había recorrido un largo camino, impulsado por una sed de venganza que lo consumía. Después de días de búsqueda incansable, finalmente encontró a Eren, sumido en un mar de botellas vacías y rodeado de sombras. En una oscura taberna de España, Eren se había convertido en un espectro de sí mismo, acompañado de su esposa embarazada, Historia, cuya inocencia contrastaba con el caos que él había desatado.

Con una sonrisa fría y calculadora, Reiner se acercó a la pareja. La mirada de Eren, perdida y borracha, no podía ocultar el terror que lo invadía al reconocer a su antiguo amigo, el ex compañero de universidad que siempre había estado loco por su esposa. Historia, ajena a la tormenta que se avecinaba, miró a Reiner con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

-Camina si no quieres que te dispare aquí mismo -señaló Reiner, su voz baja y amenazante.

-¡No, por favor! No lo hagas, le amo. Vamos a tener un hijo, ¡por el amor de Dios! Ayuda-suplicó Historia, sus ojos llenos de lágrimas.

-Cállate, esto no es asunto tuyo -le gritó Reiner, apuntándola levemente sin que nadie lo notase-. Vamos, pedazo de mierda, levántate, perro asqueroso, o te juro que les dispararé.

-Pues mátala si quieres, a mí qué me importa -exclamó Eren, su voz temblando por el alcohol y la desesperación.
Reiner lo miró con desprecio, su sonrisa se tornó en una mueca de rabia.

-Miserable, no vales nada. Ven aquí, ni creas que me harás fallar en esta misión, borracho de mierda -dijo, tomando a Eren del brazo y arrastrándolo hacia la salida.
"Es hora de que pagues por lo que hiciste", murmuró Reiner, mientras Eren tambaleaba, incapaz de comprender la gravedad de su situación.

La mansión de Mikasa se alzaba imponente ante ellos, un símbolo de poder y justicia. Reiner empujó a Eren hacia el interior, donde Bertholdt, el mayordomo, los esperaba con una sonrisa que apenas ocultaba su deleite.

-¿Lo has traído? La señora está muy impaciente por ver al maldito -preguntó Bertholdt, con un brillo de anticipación en sus ojos.

-Sí, y ahora él recibirá lo que merece -respondió Reiner, sintiendo cómo una oleada de satisfacción lo invadía.

Eren fue arrastrado hacia el frigorífico, un lugar reservado para aquellos que habían cometido crímenes atroces. Allí, enfrentaría un destino cruel como castigo por el asesinato de sus hijos. La tortura que le esperaba no solo sería física; cada instante en ese lugar sería un recordatorio del horror que había infligido a su propia familia.

Horas más tarde

En la lujosa mansión de Mikasa, el ambiente era cálido y acogedor, con luces tenues que resaltaban la elegancia del lugar. En su habitación, decorada con un estilo sofisticado , Mikasa se encontraba sentada en el borde de la cama, con una copa de vino en la mano, disfrutando de un momento de tranquilidad. La puerta se abrió y Pieck entró, con una sonrisa traviesa y un brillo en sus ojos.

-¿Siempre tan seria, mi señora? -dijo Pieck, acercándose con confianza-. Sabes que la vida es demasiado corta para no disfrutar de momentos como este, acaso no debería ser un día de celebración.
Mikasa levantó la mirada, una chispa de diversión iluminando su rostro.

-Tal vez tienes razón. Pero a veces, los negocios son abrumadores, ademas ya habrá tiempo para darle la bienvenida a ese maldito-respondió, dejando la copa sobre la mesa.
Pieck se acercó más, su voz suave y seductora.

-¿Negocios? ¿O es solo una excusa para no dejarme acercar? Porque, sinceramente, me vuelve loca la poderosa que se a vuelto mi señora Mikasa.
Mikasa sonrió, sintiendo una mezcla de emoción y desafío.

-¿Ah, sí? ¿Y qué planeas hacer al respecto?
Sin previo aviso, Pieck se inclinó hacia Mikasa, sus labios rozando los de ella en un beso ardiente lleno de intensidad. Mikasa respondió con fervor, sus manos encontrando la cintura de Pieck, atrayéndola más cerca.

Dulce Venganza  (RIVAMIKA, ERWINMIKA, ARUMIKA, EREMIKA, REINERMIKA) Obra +🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora