Capítulo 18

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Después de apagar la cámara, me sumergí en la bañera, el agua caliente envolviéndome como un abrazo reconfortante. Los gemidos de mi mucama resonaban en las paredes de la casa, un eco de placer que contrastaba con la tormenta de pensamientos oscuros que giraban en mi mente. Sonreí para mis adentros, disfrutando del espectáculo que se desarrollaba en la sala.

Mientras me dejaba llevar por mis recuerdos, una imagen se dibujó con claridad: la mirada fría del hombre que me había convertido en lo que soy hoy, un monstruo sediento de venganza.No descansaré hasta verlo completamente humillado, viéndolo arrastrarse como un perro por el amor que una vez compartimos.

La idea de romper su ego de macho dominante me llenaba de satisfacción; quería verlo caer, destrozado, sometido a mis más oscuros instintos.

“Tarde o temprano volverás a mis brazos, Levi Ackerman, o me dejaré de llamar Mikasa Azumabito”.

Al día siguiente...

Como era costumbre, Bertholdt apareció en mi habitación por la mañana, trayendo mi ensalada de frutas y un montón de documentos que necesitaba revisar. Mi madre me había dejado una gran fortuna, y parte de eso lo había invertido en acciones y empresas.

Sin embargo, mi negocio más importante era una cadena hotelera de cinco estrellas, un imperio que había construido con astucia y determinación, un símbolo de mi poder y control.

—Esto se lo envía el afeminado de Arlet, mi señora —exclamó Bertholdt, entregándome un montón de papeleo con una expresión de desdén. Su tono reflejaba la despreocupación de alguien que había aprendido a navegar en las aguas turbulentas de mi mundo.

—Como siempre, un montón de basura por leer y revisar —bufé, mirando la montaña de documentos que se avecinaba. La frustración se acumulaba en mi pecho, pero sabía que cada firma y cada decisión eran pasos hacia mi venganza.

—¿Hiciste lo que te encargó Pieck? ¿Fuiste a entregar la cinta? —pregunté con curiosidad, ansiosa por saber si el video había llegado a su destinatario.

—Así es, mi señora. Tal como usted lo pidió, le dejé su número de celular privado incluido —afirmó Bertholdt, mirándome con seriedad. No tenía dudas, era un hombre muy eficiente, y su lealtad era un recurso valioso.

—Bien, eso me complace —respondí, llevando el tenedor a mi boca y mordiendo un trozo de sandía, disfrutando del sabor dulce y refrescante que contrastaba con la oscuridad de mis pensamientos.

—¿Porco? ¿Ya lo liberaste, supongo? —Era momento de que retomara su vida. Quería que el chico entendiera que había consecuencias por desafiarme.

—Sí, por supuesto. Ese muchachito ya entendió la lección, mi señora —sonrió, recordando la escena—. Pobre, lloraba como un niño. Estoy convencido de que desde ahora no le quedarán más ganas de rebelarse contra usted. Ese hombre es un ser perverso.

—¿Disfrutas de torturar gente, no es así, Bertholdt? —le pregunté, sabiendo que su instinto asesino lo delataba. La oscuridad en su mirada me hacía sentir una extraña conexión.

—Si le dijera que no, mentiría —respondió, cruzándose de brazos mientras lo observaba de pies a cabeza. Bertholdt era soberbio y, sobre todo, aterrador. Era bueno tenerlo de aliado en este juego de sombras.

—Soy fiel a usted, mi señora. No debe temer de mí —percibía mis dudas, y su confianza era un bálsamo en medio de la tormenta.

—Eso espero. Porque si me traicionas, te mueres, ¿oíste? Sabes que detesto a los traidores y no me temblará la mano para acabar contigo o con cualquiera que se cruce en mi camino —le advertí con frialdad, sintiendo cómo la amenaza flotaba en el aire.

—Eso no pasará. Con usted lo tengo todo: un sueldo excelente y un trabajo envidiable. ¿Qué más podría pedir un asesino como yo a la vida si la señora me ha dado un nuevo propósito? —su respuesta era convincente, pero yo jamás volvería a confiar en ningún hombre o mujer.

—¿Annie está estable o aún en estado crítico? —pregunté intrigada, deseando saber cómo se desarrollaban mis planes.

—Sobrevivirá. Esa perra es fuerte —se cruzó de brazos, mostrando una confianza que me tranquilizó un poco.

—De todas formas, no dejaré que muera. Su muerte debe ser lenta y dolorosa. Es tu deber cuidar de su salud y mantenerla con vida, para que su sufrimiento sea prolongado.

Ocho horas más tarde...

—¿Bueno? ¿Con quién hablo? —dije con sarcasmo, sintiendo que la adrenalina comenzaba a fluir.

—¡QUIÉN DEMONIOS ERAN ESOS DESGRACIADOS CON LOS QUE FOLLASTE, HE MOCOSA! —gritó una voz exaltada al otro lado de la línea, llena de furia, como si cada palabra fuera un golpe.

—Número equivocado... —dije, colgando intencionalmente. No quería hablar con él, pero la curiosidad me mataba. En segundos, una idea pasó por mi cabeza. De inmediato llamé a Pieck.

—¿Sí, mi señora? —exclamó, abriendo la puerta de mi habitación con una sonrisa traviesa, como si supiera que algo emocionante estaba por suceder.

—Tráeme mis juguetes, de preferencia mi consolador y mi vibrador —ordené, sintiendo cómo la emoción crecía en mi interior, anticipando el placer que estaba por venir.

—Enseguida, mi señora —guiñó un ojo, sabiendo que le gustaba cumplir mis órdenes.Fue hasta mi armario y buscó los juguetes. Miré nuevamente el celular; tal como imaginaba, el imbécil de Levi no se rendía. El teléfono no paraba de sonar, insistente y provocador.

—¡POR QUÉ DEMONIOS ME CORTASTE, MOCOSA! —gritó mientras abría mis piernas, su voz llena de desesperación—. ¡CREES QUE ESTO ES UN MALDITO JUEGO!

—Porque se me dio la regalada gana. ¿O acaso estoy obligada a escucharte? —le respondí con sarcasmo, disfrutando de la tensión en el aire y del poder que tenía sobre él.

—NO ME VENGAS CON ESA MIERDA, MIKASA, PORQUE TE JURO QUE...

Nuevamente le corté, disfrutando de su frustración. Pieck corrió mi braga y encendió el vibrador. Lentamente, lo llevó hasta mi depilada vagina, sintiendo cómo la electricidad recorría mi cuerpo. Como era de esperarse, el teléfono nuevamente comenzó a sonar.

—¡NO ME CORTES! ¡NO TE ATREVAS, MOCOSA INSOLENTE! ¡YA ESCÚCHAME DE UNA BUENA VEZ POR TODAS!

—¿Por qué debería escucharte? De todas formas, ya logré mi objetivo de hacerte saber que solo fuiste uno más en mi cama. No te creas tan importante, cariño. Tengo mucho personal para divertirme —le dije, sintiendo cómo el placer se intensificaba.

—¿CON QUIÉN ESTÁS AHÍ? ¿ESTÁS COGIENDO? ¡RESPÓNDEME!

CONTINUARÁ  ...

Dulce Venganza  (RIVAMIKA, ERWINMIKA, ARUMIKA, EREMIKA, REINERMIKA) Obra +🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora