Capítulo 9

2K 120 62
                                    

Señaló con autoridad mientras azotaba un grueso látigo negro que, supongo, era de esos que había visto en el fondo del clóset

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Señaló con autoridad mientras azotaba un grueso látigo negro que, supongo, era de esos que había visto en el fondo del clóset. Verlo así, tan dominante y exigente, encendía todos mis sentidos. Mi cuerpo clamaba por dejarme llevar en sus fuertes brazos, como si fuese suya, de su posesión. Anhelaba entregarme por completo a su voluntad, obedecer cada una de sus órdenes sin cuestionar. Quería ser su esclava, su juguete sexual. Sin embargo, nunca imaginé que esas palabras, esa entrega total, me pesarían tanto en el futuro. Que terminaría arrepintiéndome de haberle dado tanto poder sobre mí. Pero en ese momento, nublada por la lujuria y el deseo, no podía pensar con claridad. Solo quería saciar esta hambre que me consumía por dentro cada vez que lo tenía cerca.

—¿Qué? ¿Te volviste loco? No caeré en este estúpido juego tuyo... —respondí, tratando de mantener la firmeza en mi voz, aunque el nerviosismo comenzaba a asomarse.
—¿Estás segura? —dijo, acercándose un poco más, su mirada intensa fija en la mía—. ¿Acaso no quieres conservar tu trabajo, señorita? Hoy en día, tener empleo es un privilegio que no muchos pueden darse.
Su tono era provocador, y la forma en que se acercaba me hacía dudar. Sabía que estaba jugando con mis emociones.

—¿Qué trabajo ni qué nada, idiota? Ya deja de comportarte como un estúpido. Sabes bien que no soy tu empleada.

—Mmmmm... Demasiado altanera. Creo que la mucama necesita un castigo —me dijo mientras me acorralaba repentinamente contra la pared, tomando mis manos con firmeza.
Sentí el roce del látigo desde mi vientre hasta llegar a mi boca. Pude ver el deseo con el que esos ojos tan profundos me miraban, llenos de malicia y hambre. Ante mi presencia, este hombre se había convertido en todo un depravado sexual. Mis sentidos vibraron por completo en ese instante, y mi cuerpo lo sintió en cada fibra. Casi creí morir; cada músculo, cada parte de mi piel ardía en deseo. Por primera vez, quise ser devorada y sometida.

—Vamos mocosa... ¿Qué sucede? Por que tiemblas tanto— Señaló en ironía— Déjate payasadas y besa rápido este latigo que he dejado en tus labios, no querrás que me ponga más demandante y rudo.

—¿Quién te crees que eres para darme órdenes? —espeté, mirándolo desafiante.

—Soy tu jefe, eso es quien soy —respondió con calma, pero con un brillo peligroso en sus ojos—. Y si no obedeces, tendré que tomar medidas disciplinarias.

—¿Disciplinarias? —repetí, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda ante la implicación de sus palabras—. No puedes hablar en serio.

—Oh, créeme, hablo muy en serio —dijo, acercándose más hasta que nuestros cuerpos casi se tocaban—. Ahora, besa el látigo como te ordené, o atente a las consecuencias.

Sentí su mano colarse por debajo de mi falda, robándome el aliento. El contacto de sus dedos amasando mi piel me había dejado realmente mal, mi mente trabajando a toda velocidad. Llegué a replantearme si sería buena idea convertirme en su mucama, a pesar de saber que no debía darle más alas.

Dulce Venganza  (RIVAMIKA, ERWINMIKA, ARUMIKA, EREMIKA, REINERMIKA) Obra +🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora