Capítulo 24

1K 76 91
                                    

- No te mientas más, Mikasa. Sé que aún me amas; lo veo en tu mirada -dijo Levi, sonriendo con una confianza que me hacía sentir pequeña y vulnerable. Su mirada intensa me devoraba, y aunque mi corazón latía con fuerza, mi orgullo se interponía, negándose a ceder tan fácilmente.

-No estés tan seguro. Es solo cuestión de tiempo para encontrar a un hombre que me reemplace y que me haga vibrar mucho más que tú -le respondí con indiferencia, intentando caminar hacia mi armario. Pero él me detuvo con un agarre firme, su mano envolviendo mi muñeca como un recordatorio de lo que había entre nosotros.

- Eso jamás, mocosa -sonrió, acercándose más, su mirada fija en mí-. Nadie ocupará mi lugar y lo sabes muy bien. Mordisqueó mi cuello de una manera que solo él sabía; una corriente eléctrica recorrió mi piel, pero traté de mantenerme rígida en mi decisión.

-Vete... ya te dije que no quiero verte. Ya no significas nada para mí, maldito demonio... -intenté zafarme, pero sus manos comenzaron a descender hacia mi desnudez, su toque era tanto una amenaza como una promesa.

-Ya déjate de estupideces, mocosa. Deja de resistirte. Quiero hacerte mía. No sabes cuánto te extraño -sus palabras resonaban en mis oídos, desatando una pasión que creía enterrada. Cada sílaba era un eco de lo que había sentido antes, y aunque intentaba luchar contra él, el deseo comenzaba a abrirse paso en mi mente.

- ¡¡No! ¡Suéltame! -grité, pero él me inmovilizó de nuevo, su fuerza era inquebrantable.

-Te has portado muy mal, mocosa. No me estás dejando poseerte, y eso merece un castigo -dijo, apretándome contra él con una firmeza que me hizo temblar-. Te enseñaré a respetar a tu dueño.

Con un tirón decidido, me obligó a caminar hacia el baño y me colocó frente al espejo. Mi reflejo mostraba la mezcla de desafío y deseo en mis ojos mientras él sacaba unas esposas de su saco. Las colocó en mis brazos con destreza, quitándome por completo la movilidad. La tensión en el aire era palpable, y una mezcla de miedo y excitación se apoderó de mí.

-¿Qué haces, maldito? -grité, la frustración brotando de mí-. ¡Suéltame! Levi solo me miró a través del cristal, una sonrisa arrogante curvando sus labios.

-Jugaremos con los sentidos de la vista -dijo, su voz suave pero firme-. Quiero que veas cómo te cojo ese tentador y jugoso coño. Con un golpe en mi trasero, el ardor me hizo abrir la boca en un suspiro involuntario. Sin previo aviso, colocó una tela para amordazarme, sellando mis protestas.

-¡Mmm mm! -intenté expresar mi molestia, pero era inútil; el idiota continuó con su discurso, disfrutando de mi impotencia mientras la tensión entre nosotros crecía.

- Bien, mocosa; calladita te ves más bonita -dijo con una sonrisa traviesa mientras sacaba su erección, dándome unas palmadas en el trasero desnudo que resonaron en la habitación. La mezcla de sorpresa y deseo me hizo estremecer.

-Te enseñaré a respetar a tu maestro -continuó, abriendo mis piernas con firmeza. Observé cómo se agachaba, su mirada intensa fija en mí, mientras comenzaba a explorarme con su lengua. Sus movimientos en círculos eran un torbellino de sensaciones que me llevaban al borde de la locura, desatando un placer que nunca había imaginado.

- ¡Mmmm! ¡Mmmmm! -un gemido escapó de mis labios mientras sentía cómo estiraba mi clítoris con sus dientes, cada movimiento provocando una oleada de placer que me hacía vibrar. La humedad comenzaba a acumularse entre mis labios, intensificando la conexión entre nosotros, mientras el deseo se desbordaba en cada instante.

- ¡Eres una puerca caliente! -exclamó, apretando mi trasero con ambas manos, su voz cargada de desafío-. Tenerme aquí abajo ha hecho que te mojes por completo.

Era una verdad innegable, pero mi orgullo me empujaba a resistir; no caería de nuevo en sus juegos. Aprovechando que mis piernas estaban libres, hice un intento desesperado por escapar, pero...

- Mala idea, preciosa. ¿No te has dado cuenta de que no tienes a dónde escapar de mí? -dijo con una sonrisa desafiante. En un instante, se lanzó hacia mis piernas, atrapándome con una fuerza inesperada y haciéndome caer al piso. La sensación de vulnerabilidad y la adrenalina corrían por mis venas, intensificando el juego entre nosotros.

- Bien, mocosa; si quieres jugar al pilla-pilla, te daré lo que buscas -dijo con una sonrisa desafiante. Con un movimiento decidido, me abrió las piernas, sus manos firmes aferrándose a mi cabeza y presionándola contra el suelo. La mezcla de control y deseo en su mirada encendió una chispa de emoción que me hizo temblar.

- Te llenaré el coño -susurró, sintiendo su erección presionar contra mí, provocando una oleada de deseo que me incendiaba por dentro. La anticipación se apoderó de mí, y cada fibra de mi ser anhelaba su contacto, como si mi cuerpo supiera que estaba a punto de experimentar un placer indescriptible. deseo que me incendiaba por dentro. La anticipación se apoderó de mí, y cada fibra de mi ser anhelaba su contacto, como si mi cuerpo supiera que estaba a punto de experimentar un placer indescriptible.

- Recibe -murmuró, y me penetró con una fuerza arrolladora, como si cada embestida estuviera destinada a hacerme pagar por cada provocación. A pesar de mi orgullo, un torrente de placer me invadió, desatando sensaciones que había reprimido demasiado tiempo. Cada golpe de su cuerpo contra el mío era un recordatorio de la conexión visceral que compartíamos, y aunque intentara resistirme, no podía evitarlo: disfrutaba de cada segundo, sintiendo cómo me transformaba en un torbellino de deseo. Este hombre era el único capaz de despertar mi alma y hacerme sentir intensamente viva.

-Eres mía -rugió, mientras sus manos se aferraban a mi trasero, sus uñas marcando su territorio con una mezcla de posesión y deseo. Cada embestida era un torrente de sensaciones, una fuerza arrolladora que me atravesaba, llevándome al borde del abismo. La intensidad de su pasión me consumía, y en un instante, una ola de placer me invadió, arrastrándome a un clímax explosivo que me hizo perder la noción del tiempo y del espacio.

-Solo yo sé cómo cogerte como te gusta. Los otros hombres no te dan el placer que yo te doy; sé que cuando te acuestas con ellos piensas en mí, ¿o me equivoco, mocosa? -su voz era un susurro cargado de desafío, mientras mis fluidos se escurrían por mis piernas, una prueba palpable de mi deseo.

Con un agarre firme, tomó mi cabello y lo jaló con fuerza, obligándome a mirarlo a los ojos. La mezcla de placer y dolor me hizo temblar, y su presencia era un recordatorio innegable de la conexión que compartíamos.

-¿Tenía razón, verdad, mocosa? ¿Te entregaste al placer? -dijo, respirando hondo, su voz cargada de desafío y deseo-. Dímelo, ¿fue tan delicioso como lo recuerdas?

Sentí su aliento caliente y agitado en mi oído, cada exhalación una caricia que encendía cada fibra de mi ser. Me derretía entre sus brazos, atrapada en un torbellino de deseo y resistencia, como si el mundo a nuestro alrededor se desvaneciera en un susurro. La lucha interna me consumía; cada latido de mi corazón resonaba con la tentación de ceder, mientras su cercanía despertaba una necesidad ardiente que me envolvía, haciéndome anhelarlo más intensamente.

Su cuerpo estaba tan cerca que podía sentir el calor irradiando de él, y la forma en que me miraba hacía que mi piel se erizara. La mezcla de deseo y desafío creaba una tensión electrizante entre nosotros. Sabía que cada segundo que pasaba en su presencia era un paso más hacia la rendición, y aunque intentaba resistir, el fuego dentro de mí se avivaba con cada roce, con cada susurro. No podía ignorar lo que sentía; era un deseo tan profundo que amenazaba con consumirnos a ambos.

Dulce Venganza  (RIVAMIKA, ERWINMIKA, ARUMIKA, EREMIKA, REINERMIKA) Obra +🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora