Capítulo 12

1.2K 94 136
                                    


Los días fueron pasando como un parpadeo, pero él no mostraba señales de cambiar. A veces traía mujeres a la casa sin tomar en cuenta mis sentimientos. Me dolía, pero prefería callar. Estaba sometida a él, a su aroma, a su sexo. Era por eso que había renunciado a mis principios, a la humillación que sentía al saber que era otra más de sus amantes.


Sin embargo, no podía vivir sin él. Él me había salvado de ese infierno; por más que quisiera olvidarlo, una parte de mí me decía que era imposible, que jamás lo haría.


Mi único consuelo era la forma en que me devoraba, y esa mañana, especialmente, me había llevado al cielo. Estuvimos unidos un par de minutos sin decir nada, solo sintiendo el frágil vaivén de las hojas en los árboles. Ese día habíamos tenido sexo apoyados en una ventana; había sido fantástico, realmente perverso y extasiante. En esos momentos, el mundo exterior se desvanecía, y solo existíamos nosotros, atrapados en una burbuja de deseo y pasión.

— Me iré a dar un baño —respondió él, sacándome de mis pensamientos y rompiendo el mágico momento que teníamos.

— Vamos, te acompaño —le dije con una sonrisa, pero sus ojos fríos nuevamente se clavaron en mí.

— Prefiero ir solo. No es nada personal, mocosa, pero me gusta tener mi espacio personal. ¿Ok? —bufó, dejándome en el aire.


La herida de su rechazo se hizo más profunda. ¿Por qué se estaba comportando así? ¿Qué tenía de malo que yo me diera un baño junto a él? Después de todo, recién habíamos hecho el amor ardientemente. La confusión y la frustración se mezclaban en mi mente, y la ira comenzaba a burbujear.


— ¡Yo también necesito un baño! ¡No sé por qué te complicas tanto! —ni siquiera disimulé mi molestia; la sangre me hervía por su rechazo.

— Ocupa el de tu habitación. Yo tengo el mío en mi recámara —anunció con frescura, como si entre nosotros no hubiera pasado nada.

— ¿Qué? —no lo podía creer.

— Ya dije, y tú estuviste de acuerdo en aceptar —mencionó—. Camas separadas, es más cómodo y no te incomodaré si traigo a alguna amiga con la que quiera divertirme.Su respuesta me pareció inaudita. ¿O sea que me utilizó otra vez? Un torrente de emociones me invadió, desde la rabia hasta la desesperanza.

— ¿A qué te refieres con eso? ¿Cuántas mujeres más vas a traer a la casa? ¿Y yo dónde quedo en esta historia? —tomé valor y aguanté mi impotencia. Estaba a punto de llorar, pero no debía hacerlo, al menos no frente a él.

— Tsk... ¿Qué es lo que no entiendes? Vas a empezar de nuevo con tus mocoserías —dijo con seriedad, despojándome de cualquier esperanza que pudiera haber albergado.

Mis esperanzas se iban por la borda. Por un momento pensé que él me quería, pero no...


Estaba parado frente a mí, mirándome con tanta indiferencia que destruía todo mi corazón. La tristeza y la rabia se entrelazaban en mi pecho, y sentí que la presión era insoportable.

— Te pedí que no me utilizaras otra vez, ¡maldito! ¡Pero lo has hecho nuevamente! ¡Te odio! ¡Jugaste conmigo! Ahora sí que me iré de tu vida.Sollozando, golpeé su pecho, dejando salir todo eso que me estaba oprimiendo.

Las lágrimas brotaban de mis ojos, pero traté de contenerme. No quería darle el placer de verme débil.

— Entiéndelo, solo nos divertimos y ya —desvió la mirada, como si mis palabras no tuvieran peso—. No te aferres a mí, mocosa. Lo que tú buscas no te lo puedo dar. No creo en el amor; me gusta disfrutar del sexo y, sobre todo, de mi soltería. Te lo he dicho desde un principio.

— Eso no me consuela. Pensé que si te daba un tiempo para mostrarte mi valor, cambiarías y me tomarías en serio.

— Lo siento, pero prefiero ser sincero. Además, aceptaste que serías mi perra.Mis manos reaccionaron con ímpetu; golpeé su rostro una y otra vez hasta el cansancio. La violencia de mis acciones no era suficiente para liberar la tormenta que había en mi interior.

— Eres un insensible. ¡Vete a la mierda, desgraciado! —le grité, alterada.Corrí hasta mi habitación con el corazón en la mano, lloré mis penas mientras el agua corría sobre mi cuerpo, borrando todo residuo de lo que habíamos hecho. Nunca me había ilusionado, pero aquí estaba, llorando lágrimas de sangre por alguien que no me merecía. Lo único que me quedaba era mi venganza, y en eso debía mentalizarme.

🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀


— ¿Cuánto más te quedarás encerrada, mocosa? —gritó desde el otro extremo de la puerta—. No es que me interese lo que estés haciendo dentro de esa habitación, pero ¡ya sal a comer, por Dios!No tenía hambre ni ganas de vivir.

Me la pasaba maquinando ideas para cumplir con mi objetivo; esa era mi única prioridad. Deseaba hacerles pagar a Eren y Erwin todas las que me habían hecho. La rabia se convertía en mi combustible, y cada día que pasaba encerrada, la venganza se hacía más dulce en mi mente.

— Vamos, Mikasa —reiteró—. Llevas tres días sin comer; es bastante tiempo. Si sigues así, te enfermarás.Insistió golpeando la puerta. Su preocupación era falsa, una máscara que utilizaba para mantener el control.

— Vete a la mierda, maldito —grité—. ¡Métete tu cochina comida por el culo! ¡No quiero nada de ti!Aún no olvidaba sus palabras tan hirientes y mucho menos sus caricias, esas caricias que aún quemaban en mi piel, esas mismas que me atormentaban día y noche.


— A que no sabías que tengo una llave de repuesto... ¿Lo hacemos por las buenas o por las malas, mocosa indisciplinada? —advirtió, su voz un eco de desafío.

— ¡Déjame en paz! ¡Vete con tus amiguitas! A follar a otro lado —le grité nuevamente, pero el maldito enano sadomasoquista seguía seduciéndome con su jueguito de estira y encoje.

— Espero que traigas puesto alguno de los trajes que te regalé...El sonido de la llave entrando en la cerradura hizo que mi piel se erizara. Nuevamente, el diablo venía a hacerme una visita, y sabía que no podría resistirme.

— ¡No te atrevas, Levi Ackerman! ¡O te juro que no responderé!Mi corazón latía a mil. Sabía que esto me dolería demasiado. Para él, yo era su nuevo juguete; en cambio, para mí, él lo era todo.

— Tengo la polla bien erecta, tal como te gusta —exclamó abriendo la puerta de par en par. La habitación se inundó de su aroma, de la esencia de aquel diablillo humano al que le vendí mi alma.

— Te ves preciosa... —sonrió, tomándome en sus brazos, sometiéndome a su antojo, acariciando hasta la más mínima parte de mi cuerpo. Su toque era un veneno dulce, y aunque sabía que me hacía daño, no podía evitarlo.Absorbiendo toda mi pasión y mi lujuria, haciéndome una vez más tocar el cielo para después dejarme caer en el abismo.

— Te amo, te amo, Levi —le dije una y otra vez, alcanzando el orgasmo, sintiendo que el mundo se desvanecía a nuestro alrededor.

Esa noche fue larga, maravillosa, pero al abrir los ojos descubrí que se había ido. Lo único que me quedó de ese demonio fue una nota y su vacío.


"Te dejo en libertad, mocosa. Eres demasiado sensible para mis juegos. No quiero acabar con tu esencia, Mikasa. Eres una mujer que a cualquier hombre podría volver loco, excepto a mí. Yo no creo en el amor y nunca podré darte lo que te mereces. Busca a un hombre que te ame y recupera lo que has perdido. Olvídame, no derrames ni una lágrima por mí".

Con el corazón hecho trizas, leí esas palabras una y otra vez. La ira y la tristeza se entrelazaban en mi interior, y en ese momento, decidí que no iba a quedarme de brazos cruzados. Si él no podía ver mi valor, entonces haría lo que fuera necesario para demostrarle que era más fuerte de lo que pensaba

PDT: Me muero 😭💔

Dulce Venganza  (RIVAMIKA, ERWINMIKA, ARUMIKA, EREMIKA, REINERMIKA) Obra +🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora