—¡Serás idiota! —exclamó medio riendo, luego me miro directamente a los ojos.
—Me lo han dicho —le dije torciendo el gesto, desvíe la mirada pero Alex tomó mi barbilla y me obligó a mirarlo de nuevo.
—Hayley, no puedo creerlo, no puedo concebir que hayas rechazado esa oferta, lo tuviste en tus manos... cariño, no debiste hacerlo.
—¿Crees que no vales la pena? —pregunté frunciendo el ceño. Él tocó mi ceño para deshacerlo pero no lo logró, luego lo besó y sonreímos al mismo tiempo. Negó con la cabeza.
—No me refiero a eso, Gitana. Yo quiero ser el chico que te apoye, que te impulse y que te haga muy feliz, no quiero ser el estúpido cliché de chico que detiene a una chica, que la controla, que la detiene para que no cumpla sus sueños... Hayley quiero impulsarte, apoyarte hoy, mañana y siempre. Ahora me odio porque hiciste eso, pero no te voy a negar que agradezco que te quedaras conmigo, aunque no es justo, te debes la felicidad, y en algunas ocasiones es bueno ser egoísta —me abrazo y sonreí, estar en sus brazos provocaba mil mariposas en mi estómago— mi Hayley, mi Gitana testaruda, mi bello Lithium.
Me besó, me sentía aun así feliz, cada vez faltaba menos para mi cumpleaños, quisiera pasarlo con mis padres.
—Veras que esa editorial regresará a ti, porque eres maravillosa.
—No lo creo —dije negando con la cabeza, era demasiado tarde para arrepentirme, aparte estaba con él— es demasiado tarde, no tiene caso fingir arrepentimiento.
—Hummm, confías muy poco en ti, cariño. Pero aun no terminan los regalos —diría que me sorprendió, pero con Alex era común que me acostumbrara a ello— quedan muy pocas horas, Max y Morgan me avisaron que mañana iremos a comer a su casa, para celebrar tu cumpleaños.
—¿Crees que podamos invitar a Apolo? —pregunté sonriente. Él puso los ojos en blanco.
—Principessa, es vuestra fiesta de cumpleaños.
—¿Fiesta? No será la gran cosa, no exageres.
Aunque no veía su rostro porque estaba en su pecho, sentí como sonreía, imagine sus ojos y sabía que planeaban algo. Saco una pequeña caja de cartón con un pequeño moño color rojo, me lo entrego y se incorporó un poco, me incorporé junto a él, con la cara de confusión, no entendía que podía haber ahí dentro, sonreí y Alex me observaba con ojos rebosando de emoción, de amor y alegría.
—¿Que es esto? —pregunte mientras comenzaba a abrirla poco a poco.
—Quiero que sepas que no importa donde esté, puedo estar al otro lado del mundo, simplemente puedo no estar más... —lo mire de mal modo y detuve mis manos— ¿que? Es la verdad, Hayley, no le tengo miedo a la muerte, hace mucho tiempo que deje de tenerlo, es un curso que toda vida sigue, totalmente normal, aunque muchos le teman, yo ya no lo hago mas... —me dejo sin palabras. Yo si le temía, me quito a mis padres, y no quería que me lo quitara a él, pero como aun no lo sabía, no lo diría, solo desvíe un poco la mirada, y los sentimientos aglomerados en mi interior hicieron que derramara una lágrima, intente secarla pero él ya lo había notado— no llores, tengo miedo de dejarte, no quiero hacerlo, ni quiero pensar en ello, así que por ende no quiero que tú te mortifiques por ello, estaré bien, estaremos juntos siempre, te buscaré en mi siguiente vida, porque jamás podría seguir sin ti, jamás...
Tomo mi mano y la besó, no pude evitar sonreír, debía darme prisa a decirle muchas cosas. Proseguí abriendo la pequeña caja. Eran dos cadenas de reluciente oro, ambas tenían un libro con forma de máquina de escribir y un pequeño telescopio, sabía lo que significaba, quería que lo llevara siempre en mi corazón y de este modo, también él me llevaría en el suyo. Lo mire totalmente asombrada, una lágrima se escapó por mi mejilla, que débil, pero no podía evitarlo, Alex me hacía feliz, feliz en demasía y cualquiera podía notarlo.
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Mi inmortal
RomanceHayley y Alex han sufrido demasiado en su corta vida, sin embargo encontrarse en vidas pasadas no ha sido suficiente ni lo será. Por eso harán promesas y jurarán un «para siempre», pero así se darán cuenta que no es para todos y lo harán de la peor...