Capítulo 18

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Después de unos segundos de tensión decidí romperla.

—Apolo, cariño. —dije cuidadosa y melodiosamente— vamos a la camioneta. Señora, puede pasar por Apolo si así lo desea, sólo avíseme. La dirección es esta. —dije dándole una nota con mi número telefónico y la dirección. Alex me miro pidiendo respuestas quizás, y yo me encogí de hombros.

Apolo y yo nos dirigimos a la jeep, lo ayude a subir la caja de regalo y subió al asiento de atrás.

—Esto es para ti, de verdad deseo que te guste muchísimo. Al principio no tenía idea de que podía regalarte, pero recordé todo lo que hemos pasado y me di cuenta de que había un regalo perfecto para ti.

Estaba ansiosa por abrirlo y por ver qué era lo que hacía que Apolo se encontrara un poco nervioso. A lo lejos observaba que Alex estaba demasiado tenso y Laura parecía que lloraba. Así que distraje a Apolo, si es que era posible.

—Lo abriré.

—Hayley... —me miro con ojos tristes, me quería preguntar sobre Alex, lo sabía, pero en el último momento hizo una pregunta que jamás esperé— ¿cuando le dirás a Alex sobre la muerte de tus padres?

Me quede en blanco, no sabía que responderle, o quizá si, pero era demasiado cobarde para hacerlo.

—Apolo... aún no soy lo suficientemente fuerte. Mira —dije mostrándole mi cicatriz— esto me recuerda que no los tengo... y hace que mis heridas internas vuelvan a abrirse, a dolerme.

Él asintió y no dijo nada más. Me entendía, de forma extraña nos entendíamos. Alex se acercaba a grandes zancadas.

—Ábrelo. —me sonrió ampliamente, pero sus ojos estaban un poco inexpresivos.

Lo que me encontraba dentro es lo más maravilloso que he visto jamás. Había un pequeño cachorro Pomerania color blanco. Ladro de alegría, enseguida lo saque de la caja sonriendo, con una enorme sonrisa en el rostro, era lo más bello que había visto jamás, era un cachorro muy muy tierno, lo sostuve entre mis brazos y lo abracé demasiado.

—Es maravilloso, Apolo. Tienes un gusto maravilloso, me encanta, me ha encantado este pequeño cachorro. —asegure aplastándolo un poco, tenía cuidado de no hacerlo, pero estaba demasiado emocionada.

—En realidad es cachorra, espero no te moleste.

—De ningún modo. Lo he amado. Ahora buscaré un nombre. —él asintió, Alex llegó a la camioneta y apenas nos miró, ni siquiera reparó en la cachorra, sólo encendió el motor y nos dirigimos a casa de mi abuelo. Apolo me miro con ojos tristes y suplicantes, yo negué con la cabeza y le dirigí una mirada esperanzada, si es que era posible.

—Aun no son todos los regalos, Hayley. Quedan más. —¿más? Este chico es igual que su hermano.

—¡Por Dios, Apolo! ¿En que pensabas? Debiste de haber gastado mucho dinero.

—No es problema para mi madre, mucho menos ahora que por fin a dejado a Dave. Aparte yo he estado ahorrando —lo mire con la boca abierta, no sabía cual de las dos cosas me sorprendía más. Alex se revolvió cuando escucho eso. Lo ignoramos.

Metí la mano a la caja y, ¡Dios! No me lo creía, era una de las primeras ediciones de Drácula, no podía creer que Apolo lo hubiera conseguido para mí. Solté un chillido de alegría y por fin volvió el calor a sus ojos.

—¿¡Te gusto!? —pregunto en voz alta. Yo lo mire con ternura y me incline para besarle la mejilla. Él se puso color carmesí.

—Apolo eres un genio.

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