No había visto a Morgan y a Howard desde ya hacia un mes, hoy regresaban de su luna de miel y justo el fin de semana sería mi boda, solo de pensarlo me ponía nerviosa.
—¿Así que te casas? —me pregunto un día Diane al finalizar la clase. Sólo la mire, en sus ojos veía la envidia y el coraje.— ¿te cortaron la lengua los ratones?
—A la que se la van a cortar va a ser a ti como sigas molestándome —le dije en tono cortante, me puse la mochila en el hombro y salí de clase.
Después de ahí no me dirigió la palabra, ni siquiera me miraba. Jaxon había demostrado de lo que era capaz, ahora nos había convencido a todos, había una pequeña parte de todos que aun dudaba, sin embargo estábamos tranquilos.
Mi vestido de novia era de ensueño: blanco como la nieve, mangas largas y amplio, muy amplio pero ligero, lleno de brillo, parecía una princesa en el, mi rostro brillaba de felicidad cuando me lo probé, era mi vestido perfecto y lo supe en cuanto lo ví, mis amigas y Morgan acabaron de confirmarlo. Cada día faltaba menos para la boda, y el castillo, mi vestido, la comida, todo estaba listo.
Los rumores sobre nuestra boda siendo aún jóvenes aumentaban cada vez más, cuanta capacidad había en ellos.
—Disfrútalo mientras puedas... —dijo a mi espalda el viernes al salir de clases, Diane.
—¿Algo que necesites decirme de frente? —me giré hacia ella con una sonrisa petulante en el rostro.
—Que poca dignidad tienes...
—Quizá sí, pero fue a mi a quien me busco, no a ti, y eso es lo que te duele, ¿no es así? —le dije mientras la observé a los ojos, Diane me caería bien... en otra vida. Mentira, no podría.
—Eres una...
—¿Que? No lo creo, Diane. Sólo quieres que todo sea como vos queres y cuando Alex te rechazo, yo te desafié y Jaxon te superó... nos odiaste, ¿tan acostumbrada estás a tener lo que deseas? Actúas como una bravucona a la que papi da lo que quiera, pero para desgracia tuya yo no soy papi... —le di una sonrisa algo dramática— sólo puedes ir a mi ritmo una vez que me conoces.
—Cierra la boca.
—Mmm, me parece que yo no empece esto. Sólo... sólo no insistas en tener algo que no puedes. —le dije, pase un dedo por su rostro y bese su mejilla.
—En otra vida me caerías bien —dijo riendo.
—Y a mí... —dejé la palabra en el aire, le sonreí con mucha seguridad y observé que Alex se acercaba por el pasillo— ni en esta ni en otra. No podemos hacerlo.
—Jaxon es de lo más influenciable, no creas que lo tienes seguro. —me sonrió con sorna, yo mordí mi labio y alce una ceja de manera retadora.
—Puede que sí. Siempre puedes volver a intentarlo —le di una sonrisa de boca cerrada y la mire desafiante. En sus ojos había coraje y miedo, lo percibía, y sin embargo admiraba lo «valiente» que era. Apretó los dientes y me saco el dedo medio, yo articulé una pequeña carcajada y me lancé sobre Alex, me agarró en el aire y me planto un beso en los labios, me sucumbí tanto en el beso de mi prometido y su tacto, que olvide por completo a Diane, hasta que abrí nuevamente los ojos, y me di cuenta que no se había movido, solo me miro.
—Os arrepentireis —amenazo.
Entrelace la mano de Alex con la mía y nos dirigimos a la jeep, estaba tan feliz de tener aquí a Alex que no me importo nada más.
Llegamos al apartamento y besó mi frente.
—No quiero separarme de ti ni siquiera hoy. —me dijo mientras me abrazaba muy fuerte, su corazón y mi corazón se entrelazaban entre latidos y suspiros.
ESTÁS LEYENDO
Mi inmortal
RomanceHayley y Alex han sufrido demasiado en su corta vida, sin embargo encontrarse en vidas pasadas no ha sido suficiente ni lo será. Por eso harán promesas y jurarán un «para siempre», pero así se darán cuenta que no es para todos y lo harán de la peor...