Capítulo 16.

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- Entonces ¿de qué se trata?- preguntó Nevra ingenuo, mientras Eweleïn lo auscultaba.

Los tres se reunieron en la enfermería por la mañana, para corroborar que estaban en perfectas condiciones.

Al oír la pregunta del vampiro, la elfa le dedicó una mirada desbordada a Gardienne, quien miró hacia otro lado haciéndose la tonta.

- ¿Qué? ¿qué ocurre?

- No ocurre nada ¿verdad?- incitó la humana, provocándole un suspiro hastiado a Eweleïn.

- Nada, no ocurre nada- decidió no hacerla pasar vergüenza por ahora.

Una vez listos, caminaron hasta el cerezo centenario, en donde la médica armó con lujo de detalles la zona del rito.

Contemplaron sus reflejos en un amplio cuenco, de donde la elfa tomó agua santificada. La vertió sobre la coronilla de la humana, los chorros corrieron a lo largo su piel descubierta por el escote de la blusa, empapandola.

Las prendas superiores del vampiro cayeron sobre el pasto, dejándolo solo con su camisa. Apacible dejó que lo mojaran de la misma forma, sólo que él no tembló.

- Ahora vamos al centro.

Caminaron hacia el centro del mandala que Eweleïn preparó. Cuidando de no desarmar ningún dibujo, ya que cada línea tenía una función primordial.
Los amuletos adornaban la parte exterior de los círculos, ellos protegían el ritual de ataques de afuera. Pasaron sobre varios entramados de sal fina, ellos mantenían alejadas a otras almas. La curva de piedras blancas, las preferidas de Gardienne, canalizaban el maaná y por último, se pararon dentro el círculo cristales reflejantes, quien estuviera fuera de ellos, podría ver las almas de los de adentro.

La calidad del trabajo daba cuenta del esfuerzo de la enfermera.

La elfa abrió una caja de cristal, mostrando dos prendedores con una piedra incrustada.

- ¿Todavía estoy a tiempo de saber en qué me meto?- rió Nevra. Leïn miró maliciosa a Gardienne.

- Tu papel en el ritual es ser la fuente de emociones de Gardienne, ya que eres la persona más importante en su corazón.

La humana gruñó codeandola.

Los adentros del vampiro se inquietaron, jamás podría permanecer tranquilo cuando le recordaban ello.

Colocó uno de los prendedores en el pecho de Gardienne, sintió como si la apuñalaran, dio un jadeo ahogado.

- Ahora no se asusten, están por sentir lo que siente el otro- les advirtió Leïn, mientras Nevra se desabrochaba un par de botones, para que hiciera lo mismo con él.

- ¿¡Qué!?- espetó Gardienne, nunca le contó esa parte.

El vampiro se esforzó por mantener la calma, y asintió aprobando la acción. Si se controlaba, ella no sentiría nada.

Finalmente prendió el artilugio en el pecho pálido de él. Una cadena transparente se formó uniendo los corazones.

La enfermera se alejó de inmediato, acercándose a varios miembros del cuartel que asistieron a observar el ritual, la primera vez que se hacía uno.

Finalmente el lazo entre ambos se consolidó.

Sin embargo ninguno sintió nada, ya que ambos miraban absortos el cielo, con el fin de no revelar sus emociones.

"Ritual del corazón: dos amantes" era el título que mostraba el libro abierto. Eweleïn manipuló todo para que llevarán a cabo esa variación, sabiendo que la ex pareja aún se ama.
El poder para recolocar un alma es inmenso, en este caso, el amor de ambos sería la fuerza que atraería el espíritu a su lugar.

- Rayos...- se mordió las uñas Eweleïn, al notar que la versión espectral de Gardienne no sé movía un centimetro, ya que los orgullosos, se negaban a ser sinceros. Debía hacer algo pronto.

- ¡Tienen que besarse para sellar el ritual!- mintió a los gritos.

¿¡Eh!? Gardienne estaba cada vez más desinformada, apartó su mirada del cielo y contempló el igual de estupefacto rostro de Nevra.

Con tan solo pensar en unir sus labios, su rostro se volvía fuego, un fuego que la quemaba de vergüenza, producto del intenso galope de su corazón, haciendo circular por cada una de las venas su declaración: te amo.

De un golpe al pecho él comprendió el significado tras cada sonrojo, cada balbuceo, cada puchero, cada celo.
Pudo vivir con su propia piel todo lo que él mismo le provocaba, dejándolo sin aliento. Saber que eso ocurría dentro de ella, hizo sonrosar todo su rostro.

Ella cerró los ojos, desnuda, ahora él era consciente de la magnitud de sus sentimientos. Se preparó mentalmente para recibir la incomodidad, el rechazo.

Sin embargo, un calor la abrazó y abrasó, trepaba desde el prendedor escalando violentamente por su garganta, silenciado sus cuerdas vocales.

Ninguno de los dos podía pronunciar una palabra, ya que descubrían la intensidad de su amor recíproco.

Nevra tembloroso por el éxtasis que invadía sus cuerpos, tomó el rostro afiebrado de Gardienne y depositó un beso en sus labios.

Se miraron, en una confesión implícita.

Los pulsos de ambos competían ¿cuál latía más rápido?
Se ahogaban en placer mutuo, el fogor solo les permitía articular jadeos confusos, rozando los gemidos.

Leïn festejaba a lo lejos, el alma de Gardienne volvía a su lugar, lento pero seguro.

No apartó las manos de sus mejillas rojas. Volvió a robarle otro beso, luego otro más y otro. Sin detenerse ni un segundo, deseaba saborear cada rincón de su boca.

Invadidos por el calor se estrecharon, formando un beso incesante, cautivos de su propia pasión.

- Oh no...- se asustó Eweleïn - ¡separense! ¡oigan!- gritó, pero sus sentidos solo sé concentraban el uno en el otro, ellos eran los únicos en el mundo en ese momento.

El alma de Gardienne se movía con más velocidad.

Un golpe eléctrico arremetió sus cuerpos, cayeron de un golpe al suelo.

Ella, helada, se levantó veloz.

Él, acalorado, se apoyó contra el suelo para poder ver.

Gardienne veía a Gardienne.

Nevra veía a Nevra.

¿Una vez más? (Nevra - New Era)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora