¿Una vez más? (Nevra - New Era)

Capítulo 20.

Desde entonces, la tensión escaló rápidamente. Dentro de la ciudad de Eel se respiraba desasosiego.

Debido al deterioro del bosque, las recolecciones se volvieron escasas de forma estrepitosa, obligándolos a recortar las porciones a lo mínimo e indispensable. Una clara presión por parte de los adversarios, los antigüos miembros del C.G. rencorosos, cuyas intenciones son claras, pero su completa identidad un poco más desfigurada.

La guardia brillante y los jefes lo habían discutido en varias ocasiones. La situación de la comida no duraría mucho, detener a los warrifangs resultaba de primera urgencia. Sin embargo, arriesgarse a salir con el asesino de almas acechando, es demasiado riesgoso.
Claro, ahora con la información del cuaderno, las cartas del juego cambiaron un poco. El sacrificio de almas requería de la sangre de cualquier ser vivo para, a través de un rito con tintes satánicos, despojar a la persona del alma, y hacer a esta, letal.
Con esos datos, Huang Chu y Eweleïn intentaban idear una forma de contrarrestar el hechizo y al menos, capturar al ser. Y para eso necesitaban a los aengels de carnada, pero no poniendo la integridad del cuerpo de Nevra en riesgo.

Era primordial el ritual.

En ello pensaba Eweleïn agarrándose la cabeza, a medida que los familiares destruían todo, acortaban las posibilidades seguras del ritual para Nevra y Gardienne.

- ¿Dormiste anoche?- le preguntó su mujer, acercándose a darle unos masajes. La elfa desahuciada se recostó en el respaldo de la silla, para buscar un consuelo en su mirada.

- No hay mucho más que leer, sólo queda una opción...

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La falta de Gardienne a su alrededor comenzaba a preocuparle. En un principio justificó su poca presencia debido a las circunstancias, luego del segundo día, ya se volvía extraño.
Deseaba aclarar la situación de una vez por todas, cada minuto que pasaba, aumentaba los latidos por segundo al pensar que se declararía una segunda vez. Aunque no sabía que le diría ¿"te amo, besémonos" y tener un encuentro acalorado con su propio cuerpo? Por más que se considerara atractivo, no se acostaría con él mismo. Quería a Gardienne completa, verla enrojecer y crisparse bajo sus dedos. 

No dejó que su imaginación fuera más lejos, los sonrojos en el cuerpo de la humana eran complicados de apaciguar.

Revisó tras cada puerta, corrió cada pasillo, bajó a la prisión tres veces. Comenzaba a extrañar ser él mismo. Divisó unas colas pomposas en la cantina.

- ¿Viste a Gardienne?- le preguntó sin decir ni buen día.

La kitsune alzó una ceja.

- Soy Nevra.

- Ah, sí cierto- rió antes de meditar sobre la posible ubicación de la humana - mmm... ¿has intentado en la sala de juntas? Siempre la veo escabullirse allí. 

¿Para qué se escabulliría en la sala de juntas?

Con un simple ademán se fue de allí, sin decir adiós. Se dirigió a la puerta que había ignorando durante todo el día.

Al entrar pudo observar su propia espalda. Gardienne estudiaba enfrascada el cuaderno de Naytili.

- ¿Qué haces?- la cuestionó Nevra sin comprender del todo la concentración de su lectura. Sin embargo ella no volteó a ver.

- Leo.

- ¿Por qué?- especificó ante tan detallada explicación.

- Alguien debe hacerlo- continuó conversadora pasando la página. Nevra se sentó sobre la mesa a su lado.

- Lo incineraremos después, te olvidarás todo.

- Ese es el problema- finalmente dio la cara - encajonaron el problema en vez de enfrentarlo.

Nevra alzó las cejas, sorprendido, interesado en escuchar el resto.

- En vez de simplemente quemarlo todo, hay que estudiarlo y hacer lo que ahora Huang Chu y Ewe hacen, idear una forma de contrarrestarlo. Si hubiese sido así desde un principio, no estaríamos en esta encrucijada. La tasa de homicidios de un país no va a bajar porque lo oculten, bajará si el Estado hace algo. Y en eso fallamos. La magia oscura siempre existirá, siempre quedará alguien que sepa o que la descubra.

Las argumentaciones fueron bien recibidas por el vampiro, las pensaba, re pensaba y meditaba.

- Coincido- expresó indiferente. En su cabeza, por otro lado, comenzaba a saltar la idea de encarar el otro tema. Sin embargo temía que Gardienne se ofendiera si sacara esa conversación luego de debatir (o más bien escucharla hablar) sobre algo tan serio - ¿y hallaste algo en particular?

- Absolutamente todo es particular- sentenció con mala cara - sin embargo, este hechizo tiene las anotaciones más complicadas- dijo mostrándole la página en donde flechas, apuntes, dibujos batallaban de forma sangrienta.

- Sello de saña...- leyó el título - saña es como enojo y rencor ¿no?

- Sí, eso creo... además tiene varios signos de exclamación en esta esquina- indicó con su dedo.

- Debe ser el grado de riesgo- sugirió tomando asiento e interés.

Ahora ambos se enfrascaron intentando descifrar el manojo de líneas de aquí a allá.
Pasaron unos cuantos minutos discutiendo, hasta que se sumergieron en un silencio de concentración, tal que podrían incinerar las páginas con sus pupilas.
Era el momento de tantear la zona, llenó sus pulmones de aire para refrescar sus adentrosy posó suavemente la mano en su pierna.

Y como respuesta, ella la corrió.

Sorprendido alzó la mirada hacia Gardienne, la severidad de su expresión combinaba perfecto con los rasgos de su ahora rostro. 

En ese momento, Nevra, estaba tan seguro como Sócrates al afirmar "Sólo sé que no sé nada".

- ¿Acaso me perdí de algo?- preguntó sin rodeos, inquiriendo con sus ojos que le devuelva la mirada.

Sólo obtuvo otra mueca disconforme.
Quería, necesitaba saber que había ocurrido ¿dónde estaba todo lo que habían sentido? ¿dónde quedó?
Tomó aire para retomar el interrogatorio, pero antes de que pronunciara una palabra, la puerta se abrió.

- Los busqué por todo el cuartel- les informó un poco molesta la elfa.

- ¿Qué necesitas?- se dispuso Gardienne.

- Su ritual ¿acaso Adalric no les avisó?

Sin duda los miembros de la guardia brillante no terminaban de asumir que Adalric no era un talentoso mensajero.

Caminaron tras ella, recorriendo los jardines.

- Hay que apresurarnos, ya nos perdimos la primera marea baja.

- ¿Marea baja?- se extrañó Gardienne, sobresaltandose un poco.

- Claro, para poder ingresar a la cueva marina.