Capitulo 1: Serenity Black

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"No hay camino sencillo hacia la libertad en ninguna parte y muchos de nosotros tendremos que pasar a través del valle de la muerte una y otra vez antes de alcanzar la cima de la montaña de nuestros deseos"

(Nelson Mandela)

¡Hoy es un gran día! Mi nombre es Serenity Black, acabo de cumplir los 18 años, y como regalo de cumpleaños, mi padre, el magnate y empresario Diamante Black, me sorprendió obsequiándome el viaje que tanto he soñado.

Desde que tengo uso de razón, mi padre ha sido un hombre muy ocupado, siempre está al pendiente del trabajo y sus negocios, aunque gracias a eso, nos ha dado una vida llena de comodidades a mi madre y a mí. Por lo general, él siempre está ausente, se la pasa la mayor parte del tiempo viajando para obtener nuevas sociedades alrededor del planeta, y con ello, extender su imperio comercial, y es que el negocio de los bares y clubes nocturnos es uno de los pocos que tienen éxito en cualquier lugar en el que se establezcan. Son muy escasas las partes del mundo en las que no hay una discoteca "Black Moon", pero con todo el esfuerzo y empeño que pone por ser siempre el mejor, sé que muy pronto logrará su sueño de que sus negocios se extiendan por todos los rincones del planeta.

Soy hija única, desafortunadamente no pude tener hermanas o hermanos, aunque me hubiera encantado al menos tener uno mayor. Por lo poco que se me ha dicho, a mi madre, Esmeralda Black, le costó mucho lograr un embarazo. Al parecer, las condiciones de salud de su sistema reproductivo no eran muy buenas, pero después de algunos tratamientos de fertilidad, supervisiones médicas y muchísimos cuidados, lograron que yo viniera al mundo.

Desafortunadamente, después de eso, la matriz de mi madre quedó demasiado dañada y por su bienestar tuvieron que retirarla de su cuerpo; por lo tanto, nunca más hubo posibilidad alguna de que ella y mi padre tuvieran más descendencia, así que me convertí de inmediato en la princesa de la casa, y desde luego, en la de mis padres, aunque eso no quiere decir que haya sido sobre consentida, sino todo lo contrario.

A pesar de la situación económica privilegiada en la que vivimos, siempre fui criada con principios, valores, sencillez y una gran calidad humana. Según las propias palabras de mis padres, "nuestra posición no nos da el derecho de hacer sentir menos a los demás, humillarlos o pisotearlos. Independientemente de nuestros rasgos físicos, color de piel o situación económica, todos somos seres humanos y merecemos el mismo trato y las mismas oportunidades" y francamente, yo estoy totalmente de acuerdo con eso. A mi parecer, es bastante ridículo cómo algunas personas usan su nivel económico para sentirse superiores a otros, aunque por fortuna, esa actitud es totalmente ajena a nosotros.

A pesar de todo el dinero que mi padre tiene, siempre llevé la vida de una persona normal. No acudí a los colegios más costosos, tuve una excelente educación, pero siempre en una escuela pública. Nunca usé ropa de reconocidos diseñadores, por el contrario, tuve la ropa que la gente comúnmente adquiere en los centros comerciales más visitados. No me dieron viajes de ensueño, las vacaciones familiares siempre fueron en el balneario que se encontraba a treinta minutos de casa, o a la playa más cercana. Mi familia nunca aparecía en las planas de sociales, ni siquiera había un escándalo qué contar en los noticieros, de hecho, papá intenta ocultarnos del mundo por seguridad propia. Aun así, mi vida siempre ha sido feliz.

Se preguntarán entonces ¿Para qué quieren tanto dinero si no lo utilizan? Pues la razón es porque debemos aprovechar ahora que hay ingresos, guardar y ahorrar, no sabemos si el día de mañana algo malo suceda y tengamos que disponer de él. Es como una especie de reserva para cuando lleguen tiempos difíciles, o al menos eso dice mi padre; la verdad es que lo admiro mucho, además de cariñoso y exitoso, también es un hombre muy sabio.

Volviendo al tema de la seguridad, y al ser la única heredera de los Black, se imaginarán toda la sobreprotección que me rodeó durante estos dieciocho años. Ese aspecto fue el único de mi vida en el que me sentí muy extraña. Desde que era un pequeño bebé estuve rodeada de gente contratada especialmente para mi protección y bienestar, gente que había sido entrenada en los ejércitos y fuerzas especiales de más renombre a nivel mundial, aunque desde luego, nadie era capaz de notarlos pues siempre pasaban desapercibidos ocultándose entre los civiles que me rodean cotidianamente. A decir verdad, ni yo misma era consciente de cuántas personas cuidaban de mi persona de forma diaria, hasta que todas las tardes al regresar del colegio se hacía el despliegue de cerca de treinta hombres que le daban a mi madre el informe de los pormenores de mi día a día y de las personas y situaciones en las que me había involucrado.

EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora