—¡Eso no puede ser verdad!— de nueva cuenta exclamé en medio de un sollozo que lejos de sonar agresivo tuvo una gran carga de melancolía.
Me costaba mucho creer que todo lo que me rodeó a lo largo de estos dieciocho años no había sido más que una mentira. Fue un gran golpe saber que las personas que siempre creí mis padres quizá me habían comprado como a cualquier mercancía.
Aunque por otra parte, sabía que tenía mucho que agradecerle al matrimonio Black, pues me habían dado todo cuanto pudiera desear, además de cariño sincero y protección. Crecí con ellos teniendo una vida más que feliz.
—¡Serenity! ¡Déjame explicarte cómo fueron las cosas! yo...— en un acto tal vez de amor, Kunzite intentó acercarse a mí mientras trataba de contarme más sobre su historia, pero de forma brusca interrumpí su acción.
—¡No te acerques a mí!— esa frase estuvo llena de resentimiento —¿Que quieres explicarme?— grité.
—Necesito que sepas que yo no quise que te alejaran, pero no tuve otra opción más que dejarte ir— el hombre derramaba lágrimas mientras hablaba.
—¿Cómo pudiste? Si tanto me amabas debiste haberme protegido, aún a costa de tu vida. Eso es lo que un verdadero padre hubiera hecho— le recriminé sin escuchar su versión de los hechos
—No podía oponerme. Eso no hubiera servido de nada. De igual forma, en cuanto el señor Endymion hubiera acabado conmigo, también lo hubiera hecho contigo, y con tu madre. Tú no sabes lo que sufrí— Kunzite seguía intentando que yo lo escuchara, pero estaba tan cegada por la reciente noticia, que no pude ver más allá de lo que la situación aparentaba.
—¿A si? ¿En realidad sufriste? Pues es lo menos que te merecías, por ser tan cobarde. De igual manera terminaste perdiéndome, y también a tu esposa. Dime ¿De qué te sirvió tu tan abnegado sacrificio? De nada.
—¡Serenity!— Mamoru intentó llamar mi atención —¡No vuelvas a hablarle así! ¡Te guste o no, es tu padre!— él me hizo una reprimenda.
—¿Mi padre? ¡Desde luego que no! Comprada, adoptada o robada, mi único padre es y seguirá siendo Diamante Black. Es la única persona que para mí seguirá llevando ese título.
—¿Enserio? ¡Pues lamento recordarte que nunca volverás a verlo! Tendrás que convivir con Kunzite durante el resto de tu vida, quieras o no. Nunca saldrás de este palacio— Mamoru habló con ese tono autoritario que lo caracterizaba.
—¡No señor!— interrumpió Kunzite —ella tiene toda la razón. Fuí un cobarde. Debí haber protegido a mi familia. Me merezco su desprecio.
—Ella no debe hablarte de esa manera, menos cuando a mí me consta todo lo que sufriste con su ausencia— Mamoru intentaba elevar los ánimos de su mejor hombre, pero dadas mis anteriores palabras, su estado emocional se encontraba en el suelo.
—¡Mira quién habla ahora! ¡El príncipe con traumas psicológicos!— expresé con ironía refiriéndome a Mamoru.
—¡Ya basta!— Mamoru me sujetó de los hombros con un poco de fuerza y comenzó a zarandearme mientras continuaba su hablar —¡He dicho que guardes silencio! ¡Cierra la boca y respeta a tu padre, y respétame a mí! ¡Tal vez tenga conflictos, pero sigo siendo quien manda aquí! ¡Que no se te olvide! Hija de Kunzite o no, eres una prisionera: mí prisionera.
—¡Déjela mi señor!— Kunzite intervino ante la reacción de Mamoru colocando sus manos por debajo de los brazos de su amo y atrayéndolo hacia él.
—¿Qué haces Kunzite?— cuestionó Mamoru sorprendido ante tal rebeldía.
—Estoy protegiendo a mi hija. Le advertí que no permitiría que usted le hiciera daño. Tal vez ella me desprecie, pero pienso defenderla como debí hacerlo hace dieciocho años, incluso si es de usted, sin importar que eso me cueste la vida.
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EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTE
FanfictionSecretos, una infancia triste y llena de reglas y obligaciones. A veces la realeza no es tan feliz como se piensa... ° Un gobernante desalmado... ° Una joven obligada a estar a su lado, pero decidida a cambiarlo... ¿Lograrán descubrir al ser bondado...