Capitulo 2: Mi mejor amiga

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El ser la única hija del matrimonio Black me provocó algunos problemas durante mi infancia, sobre todo en el ámbito emocional y social. Al tener mi primer contacto con la escuela a la corta edad de cuatro años, me costaba mucho relacionarme con los demás niños de mi edad, y es que en realidad no sabía cómo hacerlo. Antes de ese momento, nunca había convivido con otros pequeños.

Las primeras semanas que asistí solo observaba cómo se formaban pequeños grupitos en los que sus integrantes convivían, platicaban, jugaban y compartían sus almuerzos, mientras yo siempre me encontraba sola, y cuando la profesora hacia esfuerzos extremos por integrarme, todo era un fracaso, no lograba encajar en ningún círculo ni congeniar con nadie y no porque no quisiera, sino porque no sabía cómo socializar.

Después de múltiples días intentando, y muchos esfuerzos fallidos, tanto las profesoras como yo nos dimos por vencidas, y aceptamos que mi destino era estar sola, y al menos así fue hasta que una pequeña muy especial, Mina, llegó al colegio.

Ella era una niña muy divertida, ocurrente, espontánea y extrovertida que de inmediato se percató de mi soledad y se acercó a mí. Sin imaginarme, ella llenó ese vacío emocional que de alguna manera tenía, así como la enorme necesidad de compañía y amistad.

Ambas fuimos creciendo y con cada día que pasaba nos hacíamos más cercanas. En ocasiones nos preguntaban si éramos hermanas o teníamos algún lazo sanguíneo, y es que extrañamente compartíamos un cierto parecido físico; ambas teníamos el cabello largo y rubio, ojos azules y la piel blanca. Ante esa pregunta nos encantaba responder afirmativamente.

A decir verdad, no me molestaba que pensaran que teníamos un vínculo familiar, era algo reconfortante, pues me hacía olvidar que en realidad tenía una existencia solitaria, y en cierta forma, ella ocupaba el lugar de la hermana que siempre soñé tener y que desafortunadamente nunca pude.

En casa, las cosas no eran distintas, mis padres adoraban a Mina. Cuando ella visitaba la casa, mi madre la recibía con mucho cariño, y cuando papá la conoció le ofreció todo el apoyo que ella pudiera necesitar en cualquier aspecto de su vida.

Al ingresar a la secundaria, Mina había logrado hacer de mí una chica segura de mí misma y con una gran autoestima, así que de inmediato nos hicimos muy populares. Siempre estábamos rodeadas de nuevos amigos, todos sinceros, pues nadie sabía que yo era la hija de un hombre multimillonario, así que no había motivos para sospechar que los chicos y chicas del colegio se acercaran a mí solo por el dinero de papá o por una doble intención de parte de ellos.

Recuerdo el primer día que invité a Mina a casa, fue un momento épico. Un auto propiedad de mi padre que pasaba desapercibido con un perfecto diseño de taxi comercial nos recogió a la salida del colegio, desde luego, conducido por el chófer de confianza de mi familia.

—¡Buenas tardes señoritas! ¡Bienvenidas!— nos habló el empleado de papá, a lo que Mina solo comenzó a reírse pues no comprendía por qué el supuesto taxista nos hablaba con tanta educación.

No tuve que indicarle el rumbo a nuestro conductor, pues él ya lo conocía de sobra, aunque esa situación le pareció muy extraña a mi amiga.

—Serenity ¿A dónde nos lleva este hombre? Creo que lo mejor será que bajemos del auto, esto es muy sospechoso— me decía Mina muy asustada.

—No te preocupes, él sabe perfectamente a dónde vamos— le respondí con una pequeña risa, y fue así como el hombre siguió su camino conduciendo hasta mi hogar.

Llegamos al imponente portón dorado que anunciaba la entrada a mi casa, el auto ingresó y recorrió un pasillo de unos cuantos metros que llegaba hasta la fuente que se encontraba en el centro del jardín formando una especie de glorieta, y justo delante de ella, se encontraba la gran mansión Black.

EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora