Narra Kunzite
Tan pronto como mi gran señor se estabilizó lo lleve a su alcoba. Aún estaba convaleciente por el incidente ocurrido con la joven turista así que pensé que lo mejor sería que reposara en la tranquilidad de su espacio personal y privado.
Lo ayudé a ponerse lo más cómodo posible y salí del lugar con rumbo a mi propia habitación ubicada en el mismo corredor. Años de trabajo, dedicación y esfuerzo me habían hecho ganar algunos privilegios que nadie más tenía; tener mi propia alcoba, vivir en el interior del palacio, compartir los mismos espacios que mi gran señor ocupaba y estar a su lado todo el tiempo eran solo algunos de ellos.
Abrí la puerta para ingresar a mi lugar de descanso y comencé con mi rutina diaria. Al llegar, lo primero que hacía siempre era platicar con mi amada esposa sobre lo ocurrido durante mi día. Sería maravilloso si pudiera tenerla frente a mí y hacerlo personalmente en vez de hacerlo solo con su viejo retrato, pero eso es imposible, el Gran señor Endymion, padre de mi niño Mamoru, fue el causante de su deceso hace quince años con la inmensa tristeza que le provocó, y a mi, me dejó muerto en vida al privarme de su presencia y dejarme en la total soledad. De no haber sido por mi señor Mamoru, no habría sabido cómo canalizar tanto dolor. De alguna forma, él fue el consuelo que me ayudó a superar ambas pérdidas, primero la de mi hija y luego la de mi amada Luna.
Aún recuerdo todo lo que el gran señor Endymion nos hizo pasar. Fue tanto el sufrimiento que tuve, que cada detalle está instalado en mi memoria como si apenas hubiesen pasado unos cuantos días.
FLASH BACK
Hace veinticinco años
—Madre, no digas eso, tú te pondrás bien y seguiremos juntos— le hablaba a la agonizante mujer que me había dado la vida. Una fuerte neumonía muy mal atendida se llevó a una de las mujeres más importantes de mi vida.
—Kunzite, tú ya eres todo un hombre y aunque apenas tengas quince años debes ser valiente. Prométeme que cuando yo ya no esté cumplirás con tus obligaciones al pie de la letra. Sé que tal vez permanecer en este encierro no es vivir pero al menos tendrás techo, comida y servicios— mi madre me pedía exclamando las que serían sus últimas palabras.
—¡Te lo prometo! Haré todo lo que me digan— le respondí en medio de lágrimas.
—También debes prometerme que cuidarás de Luna, incluso si eso te cuesta la vida— me pidió por la seguridad de esa joven a la que había criado en nuestra pequeña familia después de quedar huérfana a causa de nuestro amo y gobernante, el señor Endymion, y de la que yo vivía perdidamente enamorado.
—No te preocupes, me comprometo a qué Luna estará segura— le confirmé mientras ella daba un último suspiro antes de cerrar sus ojos para siempre.
Hace veinte años
—¡Los declaro marido y mujer!— fueron las palabras que marcaron para bien el momento más feliz de mi vida. Luna y yo habíamos contraído matrimonio en medio de una ceremonia bastante pequeña en la que solo se nos permitió realizar una sencilla reunión con nuestros amigos más cercanos puesto que ninguno de los dos tenía familia.
El encargado de unirnos para siempre había sido un hombre especializado en leyes que el señor Endymion puso a nuestra disposición, pues en nuestra condición de esclavos era imposible que las cosas se hubieran llevado a cabo en el exterior.
Un día después de nuestro enlace, el señor Endymion nos sorprendió con una visita en la pequeña casa que habitábamos. Cómo sirvientes no podíamos aspirar a tener una vivienda independiente, todos los que servíamos al palacio estábamos ubicados en una pequeña aldea ubicada en un terreno detrás de la construcción principal en la que había unas diminutas chozas que eran habitadas por todos nosotros.
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EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTE
FanfictionSecretos, una infancia triste y llena de reglas y obligaciones. A veces la realeza no es tan feliz como se piensa... ° Un gobernante desalmado... ° Una joven obligada a estar a su lado, pero decidida a cambiarlo... ¿Lograrán descubrir al ser bondado...