Capítulo 23: ¿Quien es ella?

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—Tan cálido, tan dulce, tan agradable, tan...

—¿Tan romántico?— Lita interrumpió mi pensamiento en voz alta mientras llegaba a mi habitación para ayudarme, como todos los días, con mi arreglo personal.

—¡Lita!— exclamé su nombre en señal de vergüenza y con un poco de rubor en mis mejillas que delataban que ella tenía la razón.

—No tendría nada de malo señorita Serenity. Él es un hombre y usted una mujer, es de lo más normal que ustedes se sientan atraídos— En ese aspecto, Lita tenía toda la razón, pero había una cosa que me rondaba la mente.

—No Lita, no pienso ilusionarme de más. Sé perfectamente cual es mi lugar aquí. Él es el príncipe y yo soy su prisionera. Además, él mismo lo dijo. Muchas otras han pasado por este palacio, por su habitación, y por su cama, y yo no pienso ser una más. Seguramente, cuando él consiga de mí lo que quiere, vendrán otras tantas y su rutina seguirá siendo siempre la misma.

—Pues... Por esas "otras tantas", como usted las llama, el señor Mamoru jamás había hecho nada parecido a lo que hace por usted. Pero en fin, usted es libre de creer y hacer lo que sienta más conveniente— en cierto modo, Lita tenía razón y había tocado un punto importante. Ahora era libre, aunque siguiera viviendo en este lugar.

Después de lo sucedido ayer, Mamoru había ordenado a Kunzite y al resto de los soldados que me fuera retirada toda vigilancia. Ahora podía transitar con toda tranquilidad por el palacio entero, sin restricciones, y disponer a mi antojo de todo cuanto hubiera en él. Lo único que aún no me estaba permitido era entrar al despacho, utilizar el teléfono, e ir al exterior, o al menos no sin compañía. Mamoru prometió que a partir de hoy podría salir a recorrer la ciudad, pero siempre custodiada por Kunzite, de hecho, el mismo Mamoru me pidió que estuviera lista a las diez de la mañana, pues quería que lo acompañara a un lugar del que no me dio absolutamente ningún detalle.

Tan pronto como me arreglé, Lita preparo para mi un delicioso desayuno. Era la primera vez en mucho tiempo que volvía a probar el delicioso sabor de unos hot cakes recién hechos cubiertos con miel y trocitos de fresa, una taza de delicioso té de canela y un pequeño tazón con yogur natural. Era más que seguro que Mamoru trataba de consentirme.

—Señorita— habló Lita llamando mi atención —El señor Mamoru la espera en el vestíbulo, creo que está listo para partir.

—Lita, ¿tienes idea de a dónde me llevará Mamoru?— le cuestioné con bastante curiosidad a la única persona que aparentemente me comprendía.

—Pues yo no sé nada, solo soy su asistente, pero no por eso me confían las decisiones que toman. Aunque si lo pienso bien, hoy es el último día del mes, tal vez vayan a... ¡Hmmm! ¿Sabe qué señorita? no me haga caso, olvide lo que dije.

—Lita, tu sabes algo ¿verdad? No seas mala, dime lo que sabes— le supliqué.

—Pues cada mes, en el último día, el señor Mamoru visita a una persona muy especial para él. Nunca antes lo había visto llevar a nadie con él, a excepción del señor Kunzite. Si en esta ocasión él le pidió que lo acompañara es por dos posibles razones. La primera, es que en esta ocasión no vaya a su tradicional visita y piense llevarla a otro lado, y la segunda, es que ese hombre quiere hacerla cada vez más partícipe de su vida personal— las palabras de Lita me dejaron bastante pensativa, pero justo antes de que pudiera procesar toda esa información y preguntar a quien visitaba Mamoru, fuimos interrumpidas por Kunzite, quien llegaba a la habitación solo para recordarnos que el príncipe me esperaba para partir a nuestro destino.

Tan pronto como estuve lista, salí de mi habitación y me dirigí hacia el punto de nuestro encuentro. Como cada día, yo usaba un vestido al estilo de las princesas, y él, no dejaba su lado formal, siempre tan galante.

EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora