Capitulo 4: Secuestro

532 70 3
                                    

Recuerdo que eran las dos cuarenta y cinco de la madrugada cuando abandonamos la discoteca. Nuestro plan era quedarnos un poco más, pero dadas las circunstancias y lo sucedido con ese misterioso hombre, nuestro momento de diversión se vió cortado antes de tiempo.

El chofer conducía muy tranquilamente de regreso al hotel, Mina estaba siendo vencida poco a poco por el sueño y el cansancio, y yo, solo observaba el recorrido a través del cristal de una ventana meditando lo ocurrido y las palabras del empleado del centro nocturno.

No entendía muy bien qué sucedía con ese hombre llamado Mamoru, lo que sí era seguro por la actitud de todos en el establecimiento, era que se trataba de alguien importante y poderoso. Si tan solo todos los escoltas que me cuidaban hace algún tiempo hubieran estado aquí conmigo nada de esto hubiera sucedido. Inmediatamente al primer contacto que ese hombre tuvo conmigo, ellos me habrían protegido alejándolo de mi, y es que para ser sinceros, los hombres de mi padre eran muy buenos pasando desapercibidos, pero también lo eran cuidando mi integridad.

Aunque si lo pensaba bien, era la primera vez que me había defendido por mis propios medios, estaba más que orgullosa de eso, y creí tontamente que las cosas habían salido más que bien. Ese fue mi pensamiento hasta que un fuerte movimiento me hizo recuperar la conciencia del presente.

—¡Oiga! ¡Fíjese cómo maneja!— le dije un poco molesta al hombre que conducía nuestro transporte.

—¡Lo siento señorita! ¡No fue mi intención! Lo que pasa es que tenemos un problema, al parecer traemos compañía— me respondió el conductor con pena y preocupación simultáneas en su voz.

—¿Problemas? ¿Qué clase de problemas?— le pregunté aún sin percatarme de lo que estaba sucediendo.

—Un auto nos está siguiendo— al decir eso, gire mi cuerpo sobre el asiento para comprobar que lo que el hombre decía era verdad. Un automóvil de color negro nos perseguida a toda velocidad intentando acorralar el auto en el que Mina y yo viajábamos.

—¿Qué está sucediendo?— me habló mi mejor amiga quien se había despertado producto del alboroto.

—¡No lo sé señorita! Lo único que puedo decirle es que un auto perteneciente a la casa real está intentando detenernos— respondía el conductor.

—¿La casa real? ¿Qué quiere decir? ¿Cómo sabe eso?— eran tantas las dudas que azotaban a mi mente que comencé a ponerme más que nerviosa.

—¡Vea la insignia que el automóvil trae al frente!— me indicó el hombre —Ese es el símbolo de la realeza en esta región.

La marca en el frontal del auto podía notarse a distancia. Brillaba tanto que parecía estar hecha de oro puro. La imagen era la de una luna creciente que en su espacio vacío tenía un pequeño palacio, y sobre este, estaba colocada una diminuta estrella. Aún observando todo esto, ni Mina ni yo entendíamos lo que estaba sucediendo.

—¿Por qué nos persigue un auto de la familia real?— le cuestionaba a nuestro chofer.

—No lo sé señorita, pero el Emir Chiba no es un hombre bueno. Seguramente tiene un plan macabro.

—¿El Emir Chiba? ¿Malvado? ¿Quién es ese hombre? ¿Qué quiere?— el miedo se estaba apoderando cada vez más de mí, y qué decir de Mina quien solo se encontraba inmóvil sin poder reaccionar.

—El Emir Chiba es el gobernante de este emirato. Sus órdenes son las únicas que valen, aquí se hace solo lo que él ordena. Él puede crear una ley y deshacerla segundos después si ese es su deseo. Es tan temido que quienes rigen en los seis emiratos restantes le han dado el poder y el control absoluto sobre toda la nación.

EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora