XII

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*POV SETSUNA*

Quería regresar rápido al solón de clase. 

Asique rellene lo mas rápido posible mi botella en la fuente del patio y me fui corriendo en dirección a clase.

 A causa de esto no preste atención a lo que pasaba a mi alrededor, y justo cuando gire la esquina me choque contra alguien provocando que mi botella se vertiese y esa persona se resbalara con el agua, golpeándose así la cabeza contra el suelo. 

Palidecí cuando vi el rostro de esa persona.

-¡Hisui!- Grito Moroha la cual iba caminando junto a el antes de que se cayese. Me agache junto a ella mientras intentábamos que reaccionase. -Des-pier-ta.- Dijo mientras le abofeteaba la cara para que abriese los ojos.

-Tenemos que llevarle a la enfermería. ¡Rápido!- Ordene con algo de miedo.

Los alumnos que estaban entrando miraron atentos cuando puse en uno de mis hombros, como si un saco de papas se tratara, el cuerpo del chico que días atrás me había encontrado moribundo. 


*POV HISUI*

Sentía que todo me daba vueltas. 

Oía algún que otro murmullo, pero no podía identificar bien las voces ni abrir del todo los ojos. Intente moverme un poco pero no me encontraba del todo bien. 

-Esta despertando.- Logre oír.

-¿Sigue vivo?- Pregunto una hermosa voz.

-Si, esta fuera de peligro. Solo tiene una pequeña brecha por el golpe.- Dijo la primera voz. -Aun esta algo adormilado.- Veía algo borroso así que no podía distinguí bien a las personas que estaban junto a mi. Escuche unos paso y tras eso sentí como el agua fría golpeaba mi rostro. Varios flashbacks vinieron a mi mente sobre esa persona que hizo lo mismo en aquel bosque. -¡¿Setsuna que haces?!- Recrimino la voz.

-¿Que a pasado? ¿Dónde estoy?- Hable casi al instante. Mire hacia todos lados alterado. Me detuve en cuanto la vi. -¡Tu!- Exprese con sorpresa. 

Estaba ahí, era ella. 

Esos ojos purpuras, ese rostros, ese cabello. 

Era la chica que me ayudo aquella vez.

-¿Cada vez que te encuentre vas a estar tirado en el suelo? Es algo molesto sabes.- Hablo sentándose en una silla que estaba al lado de la cama en la que me encontraba, a pesar de que no recordaba como había llegado a ella.

-Sabia que eras real.- Dije entusiasmado acercándome mas a ella. Estaba seguro de que era real.

-Bueno.. Mejor os dejo solos...- Se despido una chica con una bata antes de  irse y cerrar la puerta que había delante de nosotros.

-¿Donde estamos?- Pregunte viendo el extraño lugar. Era un sitio bastante grande.

-Esto es la enfermería de la academia.- Me respondió.

-Como es que e acabado aquí.- No recordaba haber venido hacia aquí. 

Lo ultimo que recordaba es haber estado hablando con Moroha mientras entrabamos para ir a las taquillas y cambiarnos los zapatos

-Te chocaste y caíste dándote un golpe. Deberías ir con mas cuidado.- Me explico. Quería darle las gracias, pero al ver mis intenciones me paro en seco. -Agradécele a la enfermera Chie. A sido ella la que te a curado la brecha que te has echo.- Añadió antes de que yo pudiese decir nada.

-Tienes razón. Perdona.-Me disculpe rascándome la cabeza.  -¿Y que estas haciendo tu aquí?- Articule curioso. 

Me parecía extraño que llevase puesto el uniforme blanco que llevaban las chicas. A lo mejor se lo habrían regalado o algo así.

-Estudio aquí.- Eso tenia mucho mas sentido. -La pregunta es ¿Qué haces tu aquí?- Hablo alzando una de sus cejas.

-Soy un estudiante nuevo. Ayer fue mi primer día. Pero aun no me han enseñado como es la academia.- Confesé con algo de pena.

-¿Un estudiante nuevo?- Mascullo algo confusa.

-¡Hey hey! ¿Cómo estas Bella durmiente?- Grito desde una puerta la fanática de las cintas de pelo rojas.

-Moroha, que haces aquí. Deberías de estar en clase.- Recrimino la que también tenia unas líneas rojas en el pelo. ¿Seria también cintas? Se veía como pelo, asi que esa idea quedaba descartada.

-La clase de historia es bastante aburrida sin embargo e aprovechado que la maestra de guardia me a dejado salir del lavabo para estirar las piernas y ver si seguía vivo.- Hablo acercándose a nosotros con las manos detrás de la cabeza.

-¿Historia?- Dije incrédulo. Esa clase tocaba casi al final. -Espera un momento... ¿Cuánto tiempo llevo aquí?- Hable preocupado.

-Casi todo el día. Ya solo quedan dos horas de clase.- Me respondió Moroha sin darle mucha importancia. Me alarme al saber que había perdido casi todo un día de clases. 

Iva a ir hacia el salón pero al intentar levantarme de una forma tan abrupta me terminé por marear lo que hizo que me tambaleara.

-Oye estate quieto. Te vas a marear.- Advirtió la chica que me miraba con esos ojos purpuras.

-Tengo que ir a clase. Me pondrán falta de asistencia y voy demasiado atrasado con todas las materias.- Explique preocupado

-No te preocupes por eso. Avisare de lo que te a pasado. Todas las faltas se te quedaran justificadas. Sobre los apuntes y tareas, le e diré a Raita que te deje sus cuadernos.- Intervino la misteriosa chica con un tono tibio.

-Muchas gracia.- Agradecí postrándome hacia ella en forma de respeto.

-No hagas eso.- Recrimino apartándose un poco.

-Cuanta confianza. ¿Os conocéis ya?- Pregunto Moroha.

-Si.- Dije volviendo a reincorporarme.

-No.- Argumento ella casi en el mismo intento.

-¿Que?- La cara de Moroha nos mostraba su confusión por nuestros mensajes contradictorios.

-Le encontré el domingo en el bosque. Pero no somos conocidos.- Aclaro la castaña.

-Ya veo. Entonces dejadme que os presente. El es Kazaana Hisui, el nuevo estudiante. Ella es Taisho Setsuna, delegada de nuestra clase y la gemela menor de Towa.- Presento poniendo sus palmas en nuestras espaldas. -También es bastante famosa en el mundillo musical.- Me dijo casi en un susurró.

-Cállate.- Pronuncio molesta.

-Que nombre mas hermoso, me alegra saber por fin como te llamas.- Articule volviendo a llamar su atención. -Muchas gracias por ayudarme en el bosque. Quería agradecértelo pero te perdí de vista y no te volví a encontrar.- A pesar de que fueron tan solo unos segundos, pude ver como sus ojos y bocas se abrían con algo de sorpresa, pero en cuanto se percato de ello giro su rostro.

En ese momento comprobé que su rostro era mas hermoso cuando sus mejillas se tintaban de carmesí.

Mariposas en el ViolínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora