LXIV

245 38 32
                                    

*POV HISUI*

-¿Mato al novio de Gyokuto?- Me pregunto muy sorprendida.

-No. Fueron a por el y a por mi hermana cuando les vieron juntos. Por lo poco que Gyokuto nos a contado sobre eso, lo único que se es que el al protegerla se llevo todos los golpes, y cuando llamo a una ambulancia, al ver que los rasgos de el no eran humanos pasaron de largo. Entonces mi hermana le tubo que llevar hacia el hospital mas cercano, y hasta que Papa no se los encontró, nadie quiso atenderle.- Le explique.

-Algo falla en esa historia.- Hablo para si misma.

-¿Que quieres decir?- Supongo que la confundí en algún punto.

-Cuando un Hanyo se ve amenazado, su sangre demoniaca le domina y una vez que eso pasa comienza a matar sin poder reconocer a nadie, hasta que termine muriendo. Por eso somos tan peligrosos.- Al decir lo ultimo me aparto un poco la mirada. -Al ser atacado, y herido gravemente, su sangre demoniaca se hubiese apoderado de el.- Concluyo.

-Estaba sellada.- Le dije. -No entiendo mucho sobre esas cosas, pero por lo que me conto Papa, el sello que le puso era bastante fuerte. Aunque yo creo que esa no fue la razón por la que no se transformo.- Proseguí. 

-La única manera, que al menos yo conozca para reprimir la sangre demoniaca es a través de un sello. ¿Qué otra forma habría?- Argumento.

-Creo que fue su voluntad la de no transformarse. Una vez, antes de que Papa le sellara, ya se transformo, pero hizo daño a Gyokuto, ya que ni siquiera fue capaz de reconocerla. Supongo que quería evitar hacerle daño de ninguna manera.- Conte mi hipótesis.

-No es una idea descabellada.- Opino. -¿Que mas paso para que tu padre se fuese?- Dijo animándome a seguir.

-Tras estabilizarle un poco se fue a por una maquina que necesitaba para la operación, y cuando volvió se encontró a Gyokuto llorando. Se le había parado el corazón. Intento reanimarlo, pero no hubo suerte.- Exprese abrazándola mas. Solo de pensar que a ella le podía haber pasado algo igual...

-Si es demasiado doloroso, no hace falta que sigas.- Ofreció secándome una lagrima.

-Perdón, me e emocionado un poco, pero no pasa nada.- Le confesé. -Tras ese incidente, todos en casa quedemos devastados, la que mas obviamente fue Gyokuto, seguida de cerca por Papa, que se sentía muy culpable por no haber logrado salvarle, y un día simplemente se marcho. Yo no entendía nada, nadie me había explicado nada. Mama y mis hermanas no parecían estar molestas con su marcha, pero sabia que le echaban de menos.- Continúe narrando. -Para mi el nos había abandonado, y eso provoco que nuestra relación se rompiese. No quería saber nada de el, no me interesaba en lo mas mínimo, para mi tan solo era un cobarde. Dos años después regreso a casa, y le recibieron con los brazos abiertos, pero yo rechazaba el volver a tener que vivir con el, hasta el punto de que le eche de casa.- Desvele bajo su atenta mirada.

-Que enfadoso eres.- Comento por la ultima anécdota.

-Eso fue hace tiempo, yo no sabia el motivo por el que se fue hasta que regreso, y me convencieron de dejarle entrar.- Le respondí en mi defensa.

-¿Cual fue ese motivo?- Inquirió acurrucándose mas en mi.

-Un entrenamiento de mil días.- Pronuncie. -No estoy seguro de para que le sirvió eso, pero se supone que era para mejorar sus habilidades. Así jamás le volvería a pasar algo similar como lo que paso con el novio de Gyokuto.- Exprese recordando las tardes en las que Gyokuto y Taro posaban mientras Kin'u me enseñaba a dibujar.  -Aun así, eso no impidió que nuestra relación se fracturase, y a pesar de que llegue a entenderle, nos costo volver a tener la misma confianza de antes. Si desde un principio me hubiesen explicado por que se fue, jamás me habría enfadado tanto con el.- Concluí, para besar su cabeza.

Justo en ese momento la puerta se abrió bruscamente asustándome y provocando mi caída.

-Setsuna. Hay unas chicas preguntando por ti el la recepción.- Hablo alguien desde la puerta. No pude identificarla bien hasta que la vi ya que estaba escuchando mas la risa ahogada de Setsuna que su voz.

-¿Quienes son?- Le pregunto.

-Kingu y Jiokoto.- Respondió observando todas las rosas y mariposas que tanto me costaron colocar.

-Kin'u y Gyokuto.- Les había dejado en claro que no molestase y aun así lo hicieron.

-Hisui, que bien que estés aquí, tu eres el sobrino del exterminador ¿verdad?- Se acercó a mi mientras me reincorporaba. -Podrías darle esto, el otro día se lo dejo.- Pidió dándome una rodillera... ¿Por qué tenia ella una rodillera de mi tío?

-Chie, hazlas pasar.- Le ordeno Setsuna.

-¿Estas segura? Ellas son muy escandalosas, y tu necesitas descansar.- Le avise mientras la enfermera iba a por mis hermanas.

-No te preocupes.-Hablo con tranquilidad. Abrió uno de los cajones que tenia a mano desde la cama sacando un collar de perlas con una extraña perla en medio. -Estoy segura de que hay alguien a quien quieren ver mas.- Comento mientras una extraña luz comenzaba a emanar de la hermosa piedra central de la joya.

Mariposas en el ViolínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora