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*POV SETSUNA*

El patio de butacas se había levantado entero, demostrando su euforia con sus aplauso. Mire los palcos donde mis seres querido me habían estado apoyando. 

Les salude y me despedí del publico con una reverencia.

-Has estado increíble.- Me dijo una voz mientras baja las escaleras hacia el backstage.

-Gracias Kin'u. ¿Lo tenéis?- Les inquirí ansiosa por los nervios.

Me tendieron el papel, que tanto había estado esperando.

-¿Es...?- Les pregunte con emoción.

-Si. Felicidades.- Dijo mi suegro entregándome la caja con el regalo que le había pedido si resultaba ser.

-Arigato.- Les agradecí limpiándome las lagrimas. -Me gustaría decírselo con algo de intimidad.- Les pedí a lo que ambos asintieron.

-Déjamelo a mi.- Dijo Kin'u entendiéndolo al momento.


*POV NARRADORA*

¿Dónde estaban? 

¿Dónde se habían metido? 

Otra vez les había vuelto a perder. 

¿Cómo podía ser, con lo ruidosos que eran?

-¿Los has encontrado?- Le pregunte. A lo que recibí una negativa.

-Fui a ver si estaban le estaban estirando de las orejas al abuelo Inuyasha, pero no estaban.- Confeso el chico de su misma edad y pelo moreno.

-Otra vez los e vuelto a perder... Espero que no pase como en el cumpleaños de Papa.- Rogo el chico de mirada amatista.

-No te desanimes ¿Qué tan difícil puede ser encontrar a tu hermanos? No creo que anden lejos.- Intento animarle.

-Tsuki.- Un escalofrió le recorrió el cuerpo entero. -¿Donde están tus hermanos?- Le pregunto su progenitor.

Una risa nerviosa se apodero del chico, que estaba escudriñando el lobby del auditorio en busca de alguna cosa que lo salvara.

-Esto...- Estaba apunto de delatarse cuando un sonido parecido pero no igual al de un cascabel le detuvo. Ese sonido era el del Mokomoko.

-Tsuki. ¿Pasa algo?- Le pregunto para acto seguido echarle una mirada al pobre de Hisui, que tan solo preguntaba por sus hijos.

-Ahora mismo le iba a decir a Papa que mis hermanos estaban contigo, ¿A que si? Abuelo.- Dijo el de mirada Purpura acercándose a Sesshomaru.

-Efectivamente.- Corroboro el demonio que llevaba a 5 niños enganchados a su estola.

-Es igual de suave que la de Mama.- Cementó uno de los niños.

-Ñam ñam...- Mordía otro niño. -Sabe a pelo.- Comento no muy satisfecho con el sabor de la estola de su abuelo.

-Zzz...ZZZ...ZZzz...ZZZzzz...- Una pequeña pompa salía de la naricita de otro de los niños que se habia quedado dormido.

-¡Gane!- Exclamo el cuarto de ellos al haber sacado piedra.

-¿Otra vez?- Se quejo su hermano arrepentido de haber sacado tijera.

-Niños. La estola de vuestro abuelo no es para jugar.- Hablo una voz femenina que justo había llegado al lugar.-

-¡Mama!- Dijeron los pequeños de 5 años. Excepto uno que se despertó al sentir a sus hermanos gritar.

Mariposas en el ViolínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora