"En ocasiones, puedes sentirte que vives como si estuvieras en medio de una tormenta que azota el mar. Todo es un caos, las olas de hasta siete metros de altura mueven tu pequeño barco de un lado a otro y no tienes más opción que ser fuerte para poder sobrevivir".
Es lunes, abro mis ojos y respiro profundamente, es lo que más disfruto por las mañanas; respirar un nuevo día y aunque algunos son más difíciles que otros, me recuerda que estoy viva. Son las 5:00 a.m. Me levanto de la cama desperezándome, sintiendo el frío suelo de mi recámara, tomo una ducha rápida y cepillo mis dientes; me visto sin olvidar mis botas de campo negras, bajo a desayunar algo ligero y salgo con toda la energía, lista para trabajar.
A mis 26 años he logrado más de lo que esperaba, soy ingeniera agrónoma con una maestría en ciencias agropecuarias, además de trabajar en mi hacienda, también lo hago para las demás haciendas de este hermoso departamento situado en Centroamérica, mi amado Olancho. Catacamas, es una ciudad que ha crecido enormemente en su población los últimos años.
—¡Señorita! Azul amaneció malito —me dice mi capataz Ignacio ¡esto no puede estar pasando! No mi Azul, es mi caballo iberoamericano de cinco años, el mejor regalo que mi padre me dejó.
—¡Buen día Ignacio! —contesto seria, pero tranquila mientras mastico una hojita de menta.
—¿Qué le sucede? Ayer estaba perfecto, lo monté y no noté nada extraño en él —Ignacio luce preocupado.
—Ahorita que lo iba a cepillar no quiso moverse, lo revisé y no tenía nada malo, pero se ve débil —voy caminando a toda prisa en lo que él me va informando, Ignacio es un hombre de mi total confianza, un excelente y leal trabajador.
Me acerco al establo con mucha preocupación, debo llamar a Ramón quien es el mejor veterinario del país y uno de mis mejores amigos. Cuando entro lo veo echado, alza su cabeza y me ve con sus ojitos tristes intentando ponerse de pie, lo logra con mucha dificultad.
—Hola mi Azul —le hablo con todo el cariño que le tengo en mi corazón —. ¿Qué le sucede a mí campeón? —Toco su cabeza y sé que deben revisarlo de inmediato —¡Todo va a estar bien! —Le digo con certeza, haré lo imposible por qué lo esté. Saco mi teléfono y le marco a Ramón, me contesta en seguida.
—¡Buenos días Titi! ¿Todo bien?
—¡Buenos días, Beto! Discúlpame por llamarte tan temprano —sé que escucha mi tono de preocupación me conoce desde niña, Ramón Alberto es mi amigo desde que tenía cinco años.
— ¡Qué va! Ya sabes que soy un hombre sexy y madrugador —sonrío, siempre es así logra sacar lo mejor de mí en las peores situaciones —cuéntame, ¿para qué soy bueno?
Sin demora le explico lo que sucede con Azul, me da unas cuantas instrucciones en lo que llega, Ignacio y yo hacemos todo lo que nos indica y vigilamos cualquier movimiento de Azul. Los minutos se me hacen eternos, a lo largo escucho la camioneta de Beto, sé que todo estará bien o al menos eso es lo que deseo.
Mi madre aún no ha despertado, no es madrugadora pese a que se casó con un hombre de rancho. Mis padres eran completamente diferentes el uno del otro, pero se amaron tanto, su muerte nos dejó destruidas emocionalmente. Él era sobreprotector y gracias a eso nos dejó muy bien económicamente, varios millones en dos cuentas diferentes, la de mi madre y la mía, más esta enorme hacienda.
Los empleados viven en una zona ubicada atrás de la hacienda en dónde hicieron sus casas, papá les donó el terreno, así de enorme era su corazón, lo extraño tanto... Mi vida jamás volverá a ser la misma, Azul fue el último regalo de cumpleaños que me dio, por eso es tan valioso para mí que no imagino perderlo también.
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Torbellino de amor
RomanceEdith es una mujer joven dedicada a su familia y a su hacienda. Nunca le intereso conocer el amor, sin embargo, cuándo este toca su puerta no imaginó que su vida se convertiría en un torbellino. Armando es un médico prodigio y millonario, pero el a...