Rebecca se quedó impresionada al ver a Edith, era más baja de estatura que ella; de cuerpo esbelto, rasgos finos, color de piel canela, su cabello lacio y sus ojos color miel eran espectaculares. ¡Mierda! ¡Era realmente hermosa! Como una Amazona, pensó. Percibió como la mirada de Armando se suavizó al verla, lo notó hasta nervioso, jamás lo había visto tan dócil como en este momento. Edith los observaba seria, sin decir una palabra.
—Pregunté, ¿quién es ella Armando? —él reaccionó al escuchar la voz de Rebecca nuevamente, se había perdido en los ojos rabiosos de Edith.
—Es mi novia. ¡Por favor, Rebecca sal! —pidió Armando en tono suave, Rebecca no podía sentirse más humillada.
—¡Disculpa! ¿Tú qué? Para ser una broma es de mal gusto —Armando no soportó más y tomándola delicadamente del brazo la sacaba de la habitación.
—¡Espera Armando, me estas lastimando! —Rebecca quería hacer un escándalo, él simplemente no podía humillarla de esa manera.
—¡Por favor, Miguel encárgate de ella! Tengo que hablar con Edith —pidió casi suplicando, a Miguel por poco se le escapa una carcajada asintió tomándola con cuidado de los hombros.
—¡Miguel suéltame! ¡Armando, no te atrevas! —gritaba con Rabia.
—Te dije que tenía una relación formal Rebecca —concluyó cerrando la puerta con llave, Miguel se la llevó tratando de tranquilizarla.
Armando observó como Edith se daba la vuelta para verlo, no se movía, seguía en completo silencio. Rogaba a Dios para que le diera las palabras correctas, caminó despacio hasta ponerse frente a ella.
—Edith, te explicaré... —Alcanzó a decir cuando ella le puso un dedo en sus labios para callarlo.
Lo miraba fijamente, dio unos pasos hacia él haciendo que retrocediera hasta que Armando apoyó su espalda en la pared: bajó su dedo recorriendo despacio su pecho, luego su estómago, hasta llegar a su toalla. Armando respiraba agitado, no sabía qué hacer y eso nunca le sucedía.
—Amor... —dijo Armando, ella se detuvo y lo miró.
—No quiero hablar ahora y no quiero que me toques, en este momento no tienes permiso para hacerlo —Armando la miró perplejo. ¿¡Qué no podía tocarla dijo!? Iba a hablar nuevamente, pero ella le puso otra vez el dedo índice en los labios, molesta por su desobediencia —. ¡No! ¡Ni una palabra Armando Ibarra! Es mejor que en este momento obedezcas porque estoy muy, pero muy cabreada —se puso de puntillas lo más que pudo, lo tomó de su cuello para bajar su rostro y lo besó rudamente, Armando se excitó y quiso tocarla, pero se detuvo no quería empeorar las cosas.
Edith le besaba el cuello saboreándolo, Armando gemía, siguió bajando, haciendo un camino de besos hasta la parte baja de su estómago, se puso de rodillas en el suelo, él la observaba desde arriba, los ojos de Edith lo miraban con deseo y rabia al mismo tiempo, le quitó su toalla de un tirón y la erección de Armando casi le dio en la cara.
Armando sintió que estaba soñando, ¿le haría sexo oral? Se preguntaba pasmado, Edith le tomó con fuerza el pene y él dio un respingo en respuesta, entonces aflojó su dedos siendo más suave, nunca había hecho sexo oral, pero había leído como hacerlo, no podría ser tan mala pensó. Además, si lo hacía mal, se lo merecía por permitir que esa mujer estuviera en su casa. Poco a poco se lo introdujo en su boca, Armado cerró los ojos con placer, a Edith su sabor y olor le gustaba, le pareció delicioso; despacio comenzó a lamerlo y a chuparlo como si fuera un helado, Armando recostó su cabeza en la pared, no podía siquiera pensar.
Edith lo succionaba, pero no le cabía todo en su boca sólo una parte, era muy grande y grueso. Envolvía con sus labios sus dientes para no lastimarlo, pero succionaba fuerte y lamía salvajemente, esta manera de liberar enojo le gustaba, siguió así por unos minutos más. A Armando comenzaron a temblarle las piernas, estaba a punto de venirse y no sabía si quitarse o correrse en su boca: intentó quitarse, pero ella lo sujetó de las nalgas para que no se saliera, podía sentir la garganta de Edith en la punta de su pene, no aguantó más: rugió fuerte, sujetó la cabeza de Edith y tuvo un exquisito orgasmo.
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Torbellino de amor
RomanceEdith es una mujer joven dedicada a su familia y a su hacienda. Nunca le intereso conocer el amor, sin embargo, cuándo este toca su puerta no imaginó que su vida se convertiría en un torbellino. Armando es un médico prodigio y millonario, pero el a...