—¿Guillermo está? —preguntó Raúl, ya que ninguno de los dos le respondió el saludo. Quería armar un escándalo y llevársela lejos de él, hace unos meses sus labios le pertenecían y ahora otro los disfrutaba.
—Buenas noches, él está en el despacho —contestó Edith apartando la mirada de sus ojos furiosos.
—Él me está esperando, con el permiso de los dos —dijo y sin más caminó al despacho a paso rápido.
—Ya puedes respirar —Armando observaba cada facción de su rostro y no le gustó nada lo tensa que se puso —así que él viene cuándo quiere a tu casa y es alguien de confianza para tu familia —agregó analizando la situación.
—Él es amigo de Guillermo, no de toda mi familia, pero aquí en esta ciudad todas las familias se conocen —respondió Edith un poco incómoda.
—¿Aún sientes algo por él? —Edith sintió que la hería con esa pregunta —Y cuando me refiero a algo, no hablo de amor, puede ser resentimiento, rencor, odio tal vez —no le gustaba competir por el cariño de nadie, pero tampoco estaba dispuesto a perderla.
—No siento nada por él desde hace tiempo, mi reacción es por su temperamento, tú mismo viste como se comportó cuando estábamos en el despacho la otra vez —Armando se acercó un poco más a ella.
—Comprendo, Edith no quiero que sientas miedo estando conmigo yo no permitiría que alguien te faltara al respeto. No soy un hombre violento, pero me gusta que queden claro los límites y yo no creo en la amistad después de las relaciones —dijo tajante.
—Yo tampoco creo en eso y también soy clara con mis límites —respondió con carácter.
—Bien —de manera sorpresiva la tomó en sus brazos y caminó al cuarto de huéspedes dónde se quedó borracho la otra noche.
—¿Qué haces? —preguntaba agarrándose de él, no había nadie en los pasillos, entraron al cuarto y Armando cerró con llave. Sin decir nada, la besó fuerte arrinconándola contra la pared, ella lo recibió feliz y él con habilidad le quitó su vestido, sonrió al ver que no tenía sostén.
—¡Mi amor, por qué me provocas así! —ella jadeó mientras él le tocaba sus pechos —lo haremos rápido y sin ruido, no quiero que me expulsen de tu casa —Edith río en silencio y dejó que la tocara por todas partes.
Le bajó sus bragas y separó sus piernas un poco, comenzó a besarle su clítoris bajando más hasta la entrada de su vagina donde le introdujo su lengua sintiendo su humedad. Después de unos minutos, se puso de pie para desabrocharse el pantalón liberando su erección.
Colocó las piernas de Edith sobre sus brazos para luego introducirse en ella sintiendo las calientes y apretadas paredes de su vagina, quiso rugir, pero se aguantó. Ella se mordió su labio experimentando un poco de dolor ante su intrusión, el pene de Armando era grande y grueso, pero él no dejaba de hacerle cariños, lo que la relajó e hizo que disfrutara al máximo. Armando balanceaba sus caderas a un ritmo lento, le mordió suavemente su oreja y cada vez se introducía más rápido, ella no aguantó más y lo apretó con sus piernas sintiendo calambres por el orgasmo, él se vino casi al mismo tiempo.
La colocó en la cama y ágilmente se puso el pantalón, saco un pañuelo y la limpió con cariño, acto que hizo que ella se sonrojara como si lo que hubieran hecho no fuera lo suficientemente íntimo. Armando le ayudó a colocarse el vestido y las bragas, le arregló el cabello y le dio un besito corto en sus labios hinchados. Abrió la puerta despacio, miró hacia el pasillo y la cargó de nuevo hasta la salida para despedirse.
—Me encanta tu cara después de hacerte el amor —dijo abrazándola
—¿Por qué?
—Porque luces satisfecha —Edith lo haló hacia ella para besarlo.

ESTÁS LEYENDO
Torbellino de amor
RomanceEdith es una mujer joven dedicada a su familia y a su hacienda. Nunca le intereso conocer el amor, sin embargo, cuándo este toca su puerta no imaginó que su vida se convertiría en un torbellino. Armando es un médico prodigio y millonario, pero el a...