Capítulo 15. Navidad y Año Nuevo

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"Hacienda Ríos"

Hoy es noche buena, Edith y toda su familia madrugaron para armar las canastas navideñas de los empleados; llevaban puestas camisas rojas con el dibujo de un reno y unas diademas de orejas de reno, Guillermo llevaba puesto un gorro rojo de Santa y sus hijos iban vestidos de duendecitos, se veían tan dulces. Temprano fueron a repartirlas porque más tarde sería el almuerzo navideño, no todos los hacendados eran así con sus empleados, el padre de Edith dejó esto de tradición. Los empleados iban llegando con sus familias, la decoración navideña hecha en uno de los corredores era hermosa, Lucía se había ocupado de ello.

Las mesas eran largas con manteles rojos y verdes, centros de mesa con avellanas y chocolates, en una esquina un árbol gigante de Navidad que estaba repleto de regalos para cada uno de los hijos de los trabajadores, en el jardín tenían trampolines y juegos para los niños.

Edith había comprado un regalo para Armando, en realidad era para los dos. No estaba segura si era muy cursi, Renata la alentó a que lo hiciera y bueno, terminó comprando dos camisas navideñas de pareja. La de él era roja con el dibujo de papa Noel y la de ella negra con el mismo dibujo, se pondría la de ella y si a él no le gustaba y no se la ponía, pues ella sí la usaría total era navidad.

Una vez finalizado el almuerzo, ordenaban y recogían las sillas, mesas y adornos. Los empleados ya se habían ido a sus casas a seguir celebrando.

—¡Todo quedó perfecto! Estoy ansiosa por la cena de esta noche, me encanta la navidad —comentaba Lu emocionada.

—Eres una maga decorando Lu, todo quedó precioso y la gente estaba tan contenta, ¿viste la carita de los niños? Esa fue la mayor recompensa —decía Edith mientras recogía las últimas sillas.

—Te ayudo —dijo una voz que ya conocía, quitándole las sillas de las manos.

—No es necesario Raúl —respondió sorprendida.

—Tranquila, no pasa nada. Además, estás lesionada —colocó las sillas y regresó cerca de ella. Lucía se separó disimuladamente de ellos recogiendo otros materiales, pero no se fue lejos por si Edith necesitaba ayuda con él.

—Estoy bien —trataba de ignorarlo, su olor seguía gustándole, pero ella ya no sentía la conexión que antes le provocaba.

—Me gustaría que habláramos solo un momento, por favor —le rogaba Raúl, ella no tenía opción y no quería amargarse el día.

—Pensé que ya había dejado todo claro —exponía Edith sin una gota de paciencia.

—Quiero pedirte perdón, reconozco que te fallé, hice las cosas mal y te perdí. Yo soy el único responsable y quiero que sepas que jamás fuiste un juego para mí, te quise y aún te quiero —Edith trató de interrumpirlo, pero él no la dejó —nunca voy a encontrar a una mujer como tú, espero que él te cuide y ten presente que estaré siempre para ti. Aunque, lo dudes daría mi vida por ti, pero el amor es reconocer cuando pierdes y desear al que amas el bien —manifestaba cabizbajo, esto último tocó el corazón de Edith.

—Raúl, yo —él tomó su mano.

—No tienes que decir nada, con escucharme ha sido ganancia para mí y ya no voy a incomodarte, pero estaré para ti cuando tú quieras nada más, te compré un regalo de Navidad —colocó una cajita en sus manos —anda, ábrelo por favor, por lo bueno que vivimos —Edith dudaba, pero al final la abrió, era una hermosa cadena de oro con los dijes en letras ER, ella lo miró extrañada.

—Edith Ríos —explicó sonriendo, en el fondo Raúl lo hizo porque eran las iniciales de los dos ¡Feliz navidad bonita! —se dio la vuelta antes de que ella dijera algo y fue a hablar con Guillermo que estaba con Lucía, ¿cómo le explicaría esto a Armando? no quería ocultarle nada.

Torbellino de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora