Capítulo 27. Que seas feliz

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"Armando"

De regreso en el hotel, puedo sentir su nerviosismo, cierro la puerta y ella se queda de espaldas esperándome. Respira ansiosa, pongo mis manos en sus hombros y poco a poco voy descendiendo, acariciando su suave piel. Percibo como se eriza cuando poso mis labios en su nuca, lamo su delicioso cuello y mi erección va creciendo.

—Esta noche, voy a saborearte de pies a cabeza —le susurro excitado.

Saco un pañuelo de mis pantalones y cubro sus ojos, me coloco frente a ella y rozo mis labios con los suyos; son tan suaves como la seda, juego con su labio inferior succionándolo y provocando sus gemidos.

—¡Eres preciosa! —acaricio su espalda y caderas.

Gentilmente voy quitando su ropa, prenda por prenda, deleitándome con cada parte de su cuerpo, le doy besos en cada zona que descubro. Desabrocho su sostén con destreza, sus hermosos pechos quedan expuestos incitándome a un festín.

—Me fascinan —los aprieto suavemente y acaricio su pezón izquierdo, me encantan sus dulces pezones pequeños, procedo a darle atención al derecho. La cargo colocándola en la cama boca arriba, luce tan sensual sólo con sus bragas puestas.

La observo moverse en la cama expectante, sé que la estoy enloqueciendo por el suspenso, me quito la ropa rápidamente no quiero desperdiciar un segundo. Me acuesto a su lado, tomo un poco de crema batida que saqué de la nevera y la dejo caer sobre sus pechos, abre su boca formando una perfecta "O" y luego muerde sus labios, así que procedo a lamerlos por completo, el sabor dulce llena mi boca. Ella gime de placer, atrapo su pezón con mis dientes y lo muerdo suavemente, se retuerce en mis brazos y toma mi cabello apretándome más contra ella para que no deje de saborearla.

—¡Armando, sí! —poso mi boca en su boca y la beso apasionadamente, necesito sus besos. Sigo bajando, lamiéndola por todas partes y cuando llego a su vientre, le abro las piernas completamente.

—Ahora... déjame disfrutar mi postre —bajo mi mirada hacía su hermoso sexo y vierto crema en él.

Mi lengua no puede detenerse; la lamo como el más delicioso manjar, succiono su clítoris delicadamente, es jodidamente perfecta. No tarda en venirse, siento sus espasmos y como sus jugos vaginales mojan mi boca, la lamo hasta que no quede nada más que mi saliva, su sabor es más rico que la crema.

La giro boca abajo en un solo movimiento dejando su hermoso trasero expuesto. Pongo un poquito de crema en su espalda, glúteos y pantorrillas. Hago un camino de besos por su espalda y la tomo por el cuello mientras chupo su oreja.

—¡Amor, por favor! —suplica.

—Tienes un trasero hermoso —le doy una nalgada y ella grita aún más excitada.

Bajo hasta sus pantorrillas, dejando su trasero de último: cuando poso mi lengua en sus redondos glúteos, no puedo aguantarme las ganas, así que lamo su trasero totalmente; escucho un gritito de sorpresa, pero ella no me detiene, abro sus nalgas para tener total acceso y la lamo, al escuchar sus gemidos de placer sé que lo está disfrutando tanto como yo.

Cojo una almohada y la pongo bajo su vientre haciendo que su trasero quede más inclinado, agarro mi miembro y guio la punta de mi pene en la entrada de su vagina y tras darle otra nalgada me introduzco en ella haciendo que hunda su cabeza en la almohada ahogando un grito. Soy consciente que mi pene es grande, pero ella ya está acostumbrada a mí. Me muevo rápido, entro y salgo, ella grita muerta de place y eso me pone loco.

—¡Más fuerte! —pide perdida, agarro su cabello y me muevo salvajemente complaciéndola. Gruño de placer al sentir como me aprieta, amo estar dentro ella, es mi lugar favorito.

Torbellino de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora