Los días pasaron volando, Armando pasaba muy ocupado con la hacienda y al hospital solamente iba a operaciones programadas. El día de hoy se levantó más temprano de lo normal, revisó a su abuela que cada día lucia más enferma, le dio un beso y pidió su bendición. Tomó su auto y se fue, era tiempo que organizara algunas cosas en el hospital, al llegar, pasó directo a la cafetería, Miguel lo esperaba.
—¡Qué hombres tan hermosos! —susurraban algunas doctoras y enfermeras.
Y es que la mayoría babeaban por esos dos doctores con cuerpo definido, altura envidiable, facciones atractivas y que además de eso, eran muy ricos e inteligentes, ¿qué mujer podría resistirse a eso? Se preguntaban cómo habían llegado hasta aquí no daban crédito de que, además, de dar su importante trabajo al hospital, también hubieran invertido tanto dinero.
—Lo que me gusta es la personalidad que tienen, no se definirla muy bien, pero podrían ponerte de rodillas con una mirada y también llevarte al cielo con una sonrisa —todas reían pícaramente por el comentario de la doctora Nancy.
—¿A qué hora tienes tu reunión? —preguntaba Miguel mientras le daba un sorbo a su delicioso café de la mañana.
—Dos de la tarde —Armando se sentía ansioso desde que amaneció, deseaba ver a Edith de nuevo y tenerla cerca suyo.
—Entonces, ya que harás la operación entraré contigo —a Miguel le encantaba operar junto con su mejor amigo, le recordaba cuando estudiaban juntos y siempre conseguían las mejores cirugías gracias a sus encantos.
—Claro —no levantaba la cabeza escribiendo anotaciones importantes.
Entre la hacienda y el hospital apenas tenía tiempo para comer, no permitía que algo se le pasará por alto, aunque, su memoria era fotográfica últimamente se le olvidaban pequeñas cosas, sabía que era producto de sus malas noches de sueño, pues la preocupación por su abuela a veces le imposible conciliarlo.
—Hermano, si necesitas ayuda sabes que cuentas conmigo —Miguel lo notaba un poco cansado y aun cuando le interesaba muy poco el trabajo de la hacienda, por su amigo aprendería.
—Gracias, estoy bien no te preocupes tú ya me ayudas bastante aquí en el hospital haciendo casi todo mi trabajo —su amigo únicamente le programaba operaciones complicadas que eran de su especialidad, las demás operaciones él las realizaba junto con todo el papeleo, le era de mucho apoyo.
—¡Buenos días! Doctores, ¿puedo asistirles en la operación? si hay espacio claro —la doctora Nancy les sonreía a los dos con coquetería.
La doctora Isabel observaba de largo, recordando lo penoso que fue que Armando la rechazara, no comprendía cómo pudo haberlo hecho, nunca nadie la había rechazado, siempre los hombres le rogaban y andaban detrás de ella, pero este hombre era diferente en todos los aspectos y eso hacía que cada día le gustara más.
—Claro Doctora, será bienvenida —respondió Miguel, Armando le dirigió la mirada fugazmente y volvió a sus apuntes, ella se fue emocionada.
—Pobres mujeres, ahora ni les contestas —mencionaba Miguel con una voz falsa de tristeza.
—¡Calla y vámonos al quirófano! —los dos salieron de la cafetería riéndose ante las miradas derretidas de las mujeres ahí presentes.
"Hacienda Ríos"
—¡Señorita Edith! ¡Por favor, se lo suplico! déjenos hacer esto a nosotros, si don Guillermo se entera nos mata, nos dio la orden que no la dejáramos hacer trabajos pesados —ella levantó la mirada y observó a los cinco trabajadores nerviosos.
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Torbellino de amor
RomanceEdith es una mujer joven dedicada a su familia y a su hacienda. Nunca le intereso conocer el amor, sin embargo, cuándo este toca su puerta no imaginó que su vida se convertiría en un torbellino. Armando es un médico prodigio y millonario, pero el a...