"Cuida de no confundirte cuando, el deseo y la pasión estén en su punto de ebullición, puede que sea el camino incorrecto hacia el amor".
Veo la intención en su rostro antes de que todo suceda, pero Raúl parece estar completamente ajeno. Ella le da un beso corto en los labios y todo pasa en cuestión de segundos, Mariana pone las manos en la boca fingiendo asombro, pocos se percatan de la escena.
—¡Lo siento, lo siento! Fue accidentalmente, que pena con ustedes, discúlpenme.
La cara de Raúl es un poema, a mí se me hace un nudo en la garganta. ¡Todo esto me parece ridículo! Voy a levantarme cuando él me sujeta de la mano entrelazando sus dedos con los míos.
—Tranquila Mariana, mi novia vio que fue un accidente y no está molesta, ¿cierto bonita? —me ve con ojos de súplica. ¡Quisiera decirle unas cuantas cosas! Pero me abstengo, asiento y hago una media sonrisa.
—¿T-tú, tú novia? —parece que la que quedó en shock fue otra y sinceramente ahora mismo no me agrada la etiqueta de novia, quiero mandar todo a la mierda.
—Sí, mi novia —ella me ve con rabia.
—Comprendo, pues con más razón me disculpo nuevamente... permiso —regresa a su mesa furiosa.
—Ven, vamos a tomar algo —tira de mi mano delicadamente y me lleva a la cocina donde no hay nadie.
—Preferiría irme Raúl, no me siento cómoda.
—Por favor, Edith no dejes que esto nos arruine la noche —su voz es sincera —. Sabes que no hice nada. ¡Ni siquiera me dio tiempo de reaccionar! —pone sus manos en mis mejillas —Sólo me importas tú —me da un beso en la frente.
—Está bien —me muestro tranquila, pero en realidad no lo estoy.
—¡Gracias bonita! Haré que olvides este mal rato, lo prometo —saca de la nevera dos cervezas, toma un plato de boquitas de la mesa y gesticula un "vamos", salimos nuevamente.
Al parecer Mariana se fue, solo están sus amigas quiénes no pueden dejar de mirarme con odio, me olvido de ellas e intento disfrutar la noche.
El tiempo se va volando, lo hemos pasado muy bien aún con la escena de Mariana. De regreso a la hacienda, cuando aparcamos en la entrada no hace falta que alguno de los dos diga algo. Ansiosos nos desabrochamos los cinturones y comenzamos a besarnos disfrutándonos el uno del otro, sus manos me sujetan con deseo, me separo jadeando.
—Lo siento bonita. ¿Fue mucho para ti? —me ve preocupado.
—No, es solo que siento muchas cosas —no sé cómo explicarle lo que me hace sentir.
—¿Cosas buenas? —me ve buscando una respuesta positiva.
—Muy buenas —admito y él me abraza cariñoso.
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Torbellino de amor
RomanceEdith es una mujer joven dedicada a su familia y a su hacienda. Nunca le intereso conocer el amor, sin embargo, cuándo este toca su puerta no imaginó que su vida se convertiría en un torbellino. Armando es un médico prodigio y millonario, pero el a...