A Raúl las palabras de Armando lo habían matado en vida y lo que más le enfurecía era saber que tenía razón, de lo que no estaba tan seguro era de que Edith ya no sintiera nada por él. Armando lo lanzó con fuerza donde sus amigos, quienes trataban de retenerlo, Raúl reaccionó queriendo molerlo a golpes, estaba frustrado y lleno de ira.
—¡Sube al coche! —exigió molesto, Armando a Edith.
Ambos subieron al auto, Armando respiraba agitado tratando de controlarse para no bajar y darle la golpiza que se merecía. Edith estaba callada, nunca lo había visto así de molesto y a punto de perder el control. Estaban estacionados, Armando aún no arrancaba el auto, pero tomaba el volante con fuerza y miraba hacia adelante como si luchara por dominar sus pensamientos.
—Edith, ¿hasta qué punto llegaste sexualmente con Raúl? —ella lo miró triste.
—¿¡Qué!? ¿De verdad estas preguntándome eso Armando? —buscaba en su mirada arrepentimiento, pero él guardo silencio.
—Bien —hizo una pausa —besos y caricias sobre nuestras ropas, jamás tuve intimidad con él —respondió incómoda viendo hacia el enfrente.
—¡Pues los besos y caricias son algo bastante íntimo! —alzo la voz furioso entre dientes.
—¡Pues por lo menos, no nos encontraste semidesnudos en mi recámara! —le recriminó Edith y él inmediatamente cayó en razón. ¿¡Qué estaba haciendo!? Ella intentó abrir el coche para irse, pero estaba con seguro.
—Me abres, por favor —ordenó al borde del llanto.
—¡Mi sol, perdóname! Soy un completo imbécil —intentaba abrazarla, pero ella lo rechazaba lágrimas corrían por sus mejillas.
—Me dejé llevar por los celos ¡Perdóname! Nunca me había enamorado —confesaba, tratando de que lo comprendiera, Edith lo miraba con sus ojos nublados por las lágrimas —. No sé cómo controlar lo que siento por ti, es tan grande que me desborda —al escuchar eso se tranquilizó, mientras él le limpiaba sus ojos y besaba sus mejillas mojadas —¡Te quiero! Eres lo más bonito que ha llegado a mi vida —profesaba con todo el amor que sentía, le dolía ser el causante de sus lágrimas: la besó suave cómo si ella fuese a romperse intentando con sus labios apaciguar todo lo mal que la había hecho sentir.
—Te quiero —respondió Edith sorbiendo por la nariz, Armando la cargó poniéndola en su regazo, la abrazó fuerte respirando su olor; está perdido por ella y no soportaba verla sufrir, menos por él.
—Te quiero tanto mi amor —repetía abrazándola fuerte cerrando sus ojos sintiéndola más que nunca.
El fin de semana llegó, era domingo por la noche: Edith se encontraba en la hacienda de Armando, estaban acostados acababan de hacer el amor. Comenzó a sonar su celular y él juguetón trataba de evitar que tomara la llamada, ella reía luchando con él, al observar que era Renata, le hizo caritas para que la soltara y cedió. Renata le contaba acerca de su cita a ciegas y para su sorpresa el admirador de Renata era Miguel, Edith trató de alejarse un poco de Armando para que no la escuchara.
—¿¿¡¡Cómo!!?? Nata no te lo creo —intentaba prestarle atención, pero Armando besaba su espalda desnuda.
—¡Pues créelo! Casi me da algo, pero afronté todo como una reina. Cenamos y platicamos, la verdad me parece un hombre muy interesante. Además, es guapísimo, lo seguiré tratando —aseveró fresca.
—Me cae bien —alcanzó a decir perdida en lo que Armando le hacía, le besaba la oreja derecha y descendía hasta el cuello.
—Me gusta, pero si resulta ser el típico mujeriego, le romperé los huevos... Te lo juro —Edith se carcajeó imaginándose todo, Armando le dio una nalgada excitándola de nuevo.
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Torbellino de amor
RomanceEdith es una mujer joven dedicada a su familia y a su hacienda. Nunca le intereso conocer el amor, sin embargo, cuándo este toca su puerta no imaginó que su vida se convertiría en un torbellino. Armando es un médico prodigio y millonario, pero el a...