Capítulo 6. Golpe duro

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"En la vida, nunca podemos dar nada por sentado. Un día lo tienes todo y al día siguiente estas pidiendo fuerzas al universo para comenzar de nuevo. Vivir nos da la hermosa oportunidad de poder renovarnos".

Las siguientes semanas pasan rápido, la feria está a punto de finalizar y para su cierre habrá una fiesta privada donde solo se podrá asistir con invitación formal de parte de la Asociación de Ganaderos. Por nuestra hacienda hemos recibido invitación, aunque piense que este formalismo es ridículo, sé que también es un espacio para hacer negocios.

En cuanto a mi relación con Raúl, todo va muy bien, mejor de lo que creí. Todo este tiempo con él ha sido de ensueño, me consiente demasiado y siento que me estoy enamorando, al parecer él también. El sábado cumpliremos un mes de conocernos, aún no hemos pasado de besos ardientes y toqueteos encima de la ropa, pero lo deseo demasiado y cada día me siento más segura de él, sueño con ese momento.

—¿Por qué no me contestas las llamadas, bonita? —me abraza por la espalda, me encanta tenerlo así —a veces siento que lo haces para que venga como loco a buscarte —me doy la vuelta y le doy un beso.

—¿Y funciona o no? —le digo coqueta.

—Como control remoto —contesta mientras observamos el atardecer.

—Hoy es el cumpleaños de Ricardo, ¿me acompañarás? —me da un beso.

—Quisiera, pero estoy organizando un contenedor que va para Costa Rica —un pedido enorme de cardamomo.

—Guillermo puede hacerse cargo, bonita —dice esperanzado.

—Lo sé, puede hacerse cargo, pero no es lo ideal. Él tiene otras obligaciones y no puedo dejarle todo el trabajo —trato de explicarle.

—Tienes razón... di mi palabra de que iría, pero quiero ir contigo —me encanta la manera en cómo me hace parte de su vida.

—Raúl, vaya tranquilo y disfrute con sus amigos, tampoco voy a acapararlo sólo para mí —seguimos abrazados, es difícil mantener la distancia entre los dos.

—Pero si me encanta que me acapares, soy el hombre más feliz así —me hace cosquillas, reímos y nos besamos.

Anochece y lo veo partir, le digo adiós con la mano y voy a la cocina a comer un sándwich. Aún la cena no está lista, pero tengo mucha hambre. He recuperado mi apetito, mi madre y mi nana están felices.

Me encuentro con Memo y hablamos sobre el contenedor que lleva retrasado una hora, no me preocupa pues sé que es normal porque es un pedido grande. Tardamos un par de horas solucionando el retraso y logramos terminar a eso de las diez de la noche, estoy relajada porque sé que el contenedor llegará a tiempo.

Termino de darle las instrucciones de cierre a Ignacio y por supuesto felicitar a Guillermo, han hecho un trabajo excepcional. Cada día me siento más orgullosa de ellos. Ha sido una noche cansada y necesito un baño. Voy camino a mi recámara cuando de repente me cae un mensaje de WhatsApp de un número desconocido. Llama mi atención que es una foto, mejor dicho, una selfie, me paro en seco. Mi vida se detiene en este preciso instante.

Lo que veo es doloroso, mariana y Raúl... los dos están acostados en una cama. Él está de espaldas dormido completamente desnudo, únicamente con una sábana que le cubre la cintura y ella esta encima de su espalda boca abajo, sin nada en la parte de arriba más que la misma cobija cubriéndose juntos. Mariana tiene estirada su mano izquierda tomándose la foto, su cara luce roja y su pelo alborotado, como si acabará de pasar la mejor noche de su vida.

Cojo aire, todo me da vueltas y trato de encontrar una explicación a esto, pero simplemente no la encuentro. Podría ser una foto vieja y rápidamente decido verificarlo marcándole con mis dedos temblorosos, al tercer timbrazo contesta.

Torbellino de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora