Capítulo 31

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El primer día fue el más duro para Emma. Después de que su madre y su nana la dejaran allí, ella no dijo nada. La llevaron a su habitación, que mejor dicho era como una celda por ser de primer ingreso y por el historial que tenía Emma pensaron que podría ser agresiva. Le dieron de comer y aunque no le gusto la comida no dijo nada. Luego se la pasó acostada contemplado la fotografía de ella y Gerald y se fue quedando dormida. Al llegar la noche, le inyectaron el tratamiento para el cáncer. Y así se volvió la rutina de Emma, a veces lo único diferente que hacía era salir un momento al patio, que tenía muchas flores y una fuente en medio, allí Emma se sentaba solo a observar a los demás, pero un día una chica de color, de cabello rizado y una pequeña sonrisa le dijo:

-¡Vamos a jugar!- Emma seria solo la vio y no respondió.

-¿Cómo te llamas?... ¡Yo soy Elena, mucho gusto!- Emma nada más la vio, demostrando en su rostro tristeza.

-¿Eres muda?- Pregunto Elena con gracia pero Emma no dijo ni una sola palabra.

-¡Esta bien!- Elena con una gran sonrisa en el rostro, tomo a Emma de la mano e hizo que formara parte del circulo en el que estaban jugando con una pelota, Emma solamente los veía sin sonreír ni hablar.

Y así pasaron 6 meses y Emma en ese lugar con su tratamiento de cáncer y Elena cada día haciendo algo diferente para que Emma cambiara. La comenzó a llevarla a las platicas sobre los daños de las drogas,  al patio a caminar o a jugar, le leía libros de cuentos de princesas, la acompañaba en la hora de la comida.  Pero un día cambiaron a Emma a la habitación en donde estaban las demás chicas. La cama de Emma estaba pegada a la pared, por lo que pego la fotografía de Gerald allí, entonces Elena se acerco y le dijo:

-¡Que bueno que ya estás aquí!- Emma sonrió, mientras contemplaba la fotografía de Gerald.

-¡Y ese chico tan guapo es tu novio!-Pregunto Elena. 

-¡Te ves aun más bonita cuando sonríes! - Emma rió, y por primera vez en tanto tiempo casi un año, Emma respondió:

-Si... es muy guapo. 

-¡Si! ¡Guapísimo!- Respondió Elena y todas las demás chicas se acercaban.

-¡Sí!... él murió siendo mi novio.- Respondió  susurrando. Todas guardaron silencio. Emma con una pequeña sonrisa sacó de su bolsa la fotografía de un día antes de su cumpleaños. 

-Esta es de un día antes de mi cumpleaños... Recuerdo que nos encantaba tomarnos fotografías con una cámara que me regalo... Y bueno... ese fue el último día que lo vi, con vida. - Elena algo atrevida le dijo que les contara un poco más de él. Y Emma echando a reír, comenzó a describir de pies a cabeza, desde cómo era cuando estaba enojado y se convertía en el chico más cursi, tal y como era Gerald. 

-¡Si que tenías un príncipe azul!- Dijo Elena, todas rieron. 

-Sí... lo era -Respondió Emma y mientras tomaba su llave agregó:

-El siempre solía decirme que todo iba a estar bien. -Elena con una sonrisa levantándole la cara a Emma le pidió le les contará su historia y la de Gerald.  Emma describió tan detalladamente cómo fue desde el día en que se conocieron hasta el último, incluyendo como era ella antes, como había cambiado, todo lo que había sufrido, lo que él hizo por ella y sin darse cuenta ya había llegado la hora de dormir, pero antes de apagar la luz, llegaron a ponerle a inyección de siempre a Emma. 

Una vez apagada la luz, en medio de la oscura habitación, Elena que era muy traviesa le susurro a Emma:

-¿Para qué te inyectaron?

-Tengo cáncer. -Elena se quedo paralizada, por lo que considero no seguir tocando el tema y se quedo dormida.

A la mañana siguiente todas se morían de ganas por seguir escuchando la historia de Emma, así que salieron al patio y todas alrededor de Emma le prestaron atención. Y aunque todas estaban allí por el mismo problema de ser adictas a algún vicio, Emma no quiso decir nada acerca de su enfermedad por lo que le pidió a Elena que no dijera nada después de que le  explico su enfermad y también le confió que su padre estaba en la cárcel. Ella prometió no decir nada, era bueno ver que Emma al fin volvía a confiar, al fin volvía a reír y sonreír.

Pero lastimosamente, después de tres días que Emma llevaba en la habitación con ellas, había llegado la hora de que Elena se fuera a casa, ya que no había rastro alguno de droga en su cuerpo y ya podía controlarse con sus ataques de ansiedad.

Mientras Elena empacaba, Emma le dijo:

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Mientras Elena empacaba, Emma le dijo:

-Gracias... Por todo lo que hiciste por mí. Que riera de nuevo, llevaba un largo tiempo sin hacerlo. Elena con una cálida sonrisa le respondió:

-¡Es que a mí me gusta más verte así!... Emma aun tienes toda una vida por delante solo tienes veinte años, aun puedes ser feliz. Gerald, lastimosamente se fue, pero yo creo que cuando él te decía que todo iba a estar bien era porque el trataría de que las cosas fueran así, pero ya no está, no creo que le gustaría que te dieras por vencida... ¡En tus manos esta que hagas que las cosas estén bien! ¿No crees que en vez que él te cambiará a ti, tú lo cambiaste a él?, nos contaste como era el cuándo lo conociste... Emma el murió siendo alguien diferente, se convirtió de chico malo, al más cursi ¡por ti!, tú misma lo dijiste. Pero él no te cambio a ti, tu dejaste que tus circunstancias y todo eso que llevabas dentro te consumiera, haciendo lo que él hizo, cuando se sentía así, pero él estaba solo... No tenía ni a su madre. Emma viéndola a los ojos mientras una lágrima cayó, Elena continuo:

-Debes arreglar la cosas con tu madre, porque es la única persona que te queda al salir de aquí, debes ir a ver a tu padre, tal vez haya algo que quiera decirte. Busca a David que a pesar de todo te buscaba.- Levantándole la mirada a Emma, seria añadió: 

-Emma, todos cambiamos tarde o temprano, pero... solo no cambies tu esencia porque te cansaras de ser alguien que no eres y te destruirás a ti misma... solo no des un giro de trescientos sesenta grados. Y sonríe más por favor. Emma rio y se despidió de ella.


A partir de ese día Emma comenzó a ir a las platicas ella sola,  a participar en actividades que se realizaban, se apunto para ser voluntaria en la cocina

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A partir de ese día Emma comenzó a ir a las platicas ella sola,  a participar en actividades que se realizaban, se apunto para ser voluntaria en la cocina. Reía más, aunque a veces era muy tímida y recordando siempre las palabras de Gerald y solo los buenos momentos con él, así como las palabras de Elena, a quien creía,  había sido un ángel. 

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