Capítulo 6

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Todos los días al llegar a casa, toda ella estaba ahogada en un silencio profundo al igual que todos los que en ella vivíamos. Los días, así como las cosas, habían cambiado. Ya nada se sentía igual. Me sentía llena de algo que me consumía.

Un día regresando de la escuela, me dirigí a la habitación de mi madre, cuando vi la puerta de la oficina de papá entre abierta. Así que me acerque lentamente, y vi que tenía bolsas transparentes con algo adentro enrollado sobre su escritorio. Él hablaba por teléfono mientras fumaba. Me pegue a la pared de forma que no me viera. Luego fui a la habitación de mamá.

Entre sin tocar. Y la vi, tratando de cubrirse con maquillaje, los moretones de la noche anterior, la misma escena con los mismos protagonistas.

-¿Qué haces?-Pregunte, mientras le quitaba la almohadilla -Creo que nada hará que eso no se vea... -Añadí mirándola en el espejo.- Lo que hizo papá no estuvo bien.

-Pero así es tu padre, esto es lo que él quiere y lo que él decide.- Respondió, limpiándose las lágrimas.

Richard Brintz siempre había sido un hombre intachable, rico y de gran poder. Manipulador y controlador. Aunque mamá nunca había dicho nada, ella sabía que tarde o temprano yo me daría cuenta de cómo eran las cosas en realidad. Porque cada vez eran más las peleas, los golpes, las infidelidades y las mentiras así como la fachada de familia perfecta que mi padre había y quería seguir aparentando.

-¿Cuándo fue que él comenzó a hacer todo esto?

-Hace años, antes de que tu nacieras.- Dijo mientras me tomaba de las manos.-Una vez que yo y tu padre estábamos casados yo descubrí que el tenia una amante. Yo al principio no dije nada. Pero un día casi y me golpeaba estando yo embarazada de ti, y se lo dije... le dije que ya lo sabía. Entonces no lo hizo y solo me pidió disculpas, el siempre ha tenido un serio problema con el alcohol...Pero lo había podido controlar. ¡¿No sé qué paso?!

-Y... la señora ¿era casada?-Dije

-Si... y creo que estaba embarazada.- Susurró y comenzaba a llorar.

-¿Y tú sabes cómo se llama? –Pregunte intrigada.

-No. Solo sé que es de apellido Macalister. Y que se mudo desde entonces a otro lugar. Tenía miedo de que su esposo se enterara.- Respondió ella mientras se limpiaba las lágrimas.

-Lo bueno es que ella salió de nuestras vidas.-Dije, de modo que notara que no me importaba, aunque en realidad era todo lo contrario.-¿Y papá cambio desde entones?

-Si eso creo. Pero había sido para bien. ¿No sé qué es lo que le paso?. Casi no me hablaba de su trabajo. Creo que comenzó a tener problemas y regreso a la bebida.

-No sabes si el bebé que tuvo en la señora ¿fue niño o niña?-Agregué

-Creo que fue niño... ¿No lo sé?- Respondió mientras me quitaba los anteojos y limpiaba mis lágrimas.

Sentí que me faltaba un poco de aire. No podía imaginar cómo era la vida antes de que yo naciera. Pero tampoco pude entender porque mamá seguía aguantando todo esto. Entonces comprendí, que quizás, habían cosas que no entendía, pero tampoco iba a hacer lo posible por entenderlas, porque no me sentía capaz para saberlo. Creo que todos tenemos miedo de ver a la verdad a los ojos.

En ese momento papá entro empujando la puerta y con una botella en la mano. Me sobresalte, no sabía que pasaría.

-¿Tu qué haces aquí?-Dijo clavando su mirada en mí. -¡O tú también eres una buena para nada como la tonta de tu madre!-Añadió mientras me tomaba de los hombros.

Solo negué con la cabeza, estaba asustada y su mirada me retaba, pero en mis quince años de vida, jamás había visto esa mirada, sin embargo no solté la mano de mamá.

-¡Lárgate!- Gritó. Mientras me levantaba y me empujo la cabeza.

Vi a mamá, para asegurarme de que estaría bien y afirmo con la cabeza. Entonces salí. Papá cerró la puerta con fuerza. Así que tome asiento lentamente junto a la puerta, esperando a escuchar los gritos.

-¡Tu hija, es una metiche!- Escuché.

-¡Y tú solo eres un alcohólico!-Respondió mamá.

Estaba contemplando una foto mía y de Gerald, de un día que salimos a caminar. Cuando escuche el golpe. Y escuche como un grito de mamá, se cubría de miedo en la habitación. Entonces intente entrar, pero la puerta estaba con llave.

-¡Papá!... ¡Papá!.. ¡Déjala no la lastimes!- Grite con todas mis fuerzas mientas forcejeaba la puerta. El silencio comenzaba a cobrar vida en la habitación. Así que solo me deslice hacia abajo de rodillas por la puerta.

-¡Por favor!-Susurre, sabiendo que era inútil. Sabía que lo peor ya estaba ocurriendo.

Comencé a llorar lentamente. Me sentía destrozada. Sentí un nudo en el estómago y la garganta. Quería gritar. Pero no podía, y deje que el dolor me consumiera, poco a poco. El dolor del silencio.

-Perdón... perdón.-Dijo, mientras comenzaba a llorar como un niño.- ¡Perdóname por favor! Amor... por favor... ¡Despierta!.-Lo escuchaba gritar.

Al escucharla, pedí que me dejara entrar. Él abrió la puerta, y busque a mamá con la mirada. La vi recostada en la orilla de la cama.

-¡Mamá!... mamita.-Dije mientras los ojos se me llenaban de lágrimas.- Tranquila.

La revise, y al ver las marcas en el cuello, solo la abrace y vi a mi padre. Pero trate de no llorar. Tenía que ser fuerte para alguien débil.

-¡Casi la matas!-Grite enojada.

-Lo siento... ¡perdón!- Respondió él mientras se arrodillaba llorando. -Yo no quería, solo paso, lo siento. -Agregó mientras se miraba las manos con miedo como si hubiese cometido un crimen.

Esa noche ambas nos quedamos a dormir en la habitación, y mi padre en el escritorio de su oficina.

Al día siguiente fue como si no hubiese pasado (De nuevo). Como si todo volviera a la normalidad. Los tres nos sentamos a desayunar en paz. Aunque no podía dejar de contemplar los golpes de mamá mientras me metía una cucharada de cereal a la boca. Ella, solo se cubría con la mano y con el codo apoyado en la mesa. Al dar otro bocado, veía a papá, quien solo me guiñaba el ojo.

 Decidí caminar ese día

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Decidí caminar ese día. El sol era radiante, era una mañana muy cálida. Al salir de la casa el sol me pegaba en la cara, pero no sonreí. El miedo me seguía a cada paso y la vergüenza con la confusión me amenazaban con acabar con mi futuro. Cada uno de estos factores, del miedo al silencio.

Mamá fue a la iglesia y Papá a trabajar, todo iba muy bien.

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