Capítulo 11

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No recuerdo haber estado soñando. Pero si, que se sentía bien. Olvidar, no sentir y no pensar.

Cuando de la nada. Entró mi nana. Encendió la luz, y yo con los ojos entrecerrados, trate de apoyarme entre las almohadas.

-¡Emma!... ¡mi niña!- Dijo casi a punto de llorar.

-¿Qué pasa?

-¡Tu mamá mi niña!... se la llevaron al hospital.-Sentí que el tiempo se paraba.

-¡Qué!... ¿Cómo?... ¡Pero qué paso!-Dije y salte de la cama.

Al salir de la habitación vi todo un desastre. Pedimos al chofer que nos llevara al hospital. De camino trate de estar lo más tranquila posible.

-¡¿Qué hizo ahora?!- Pregunte muy seria.

-Tu papá le pego a tu mamá otra vez, pero esta vez creo que fue con algo, porque cuando subí tu mamá estaba sangrando mucho.

Me quede congelada solo de imaginar lo que había pasado. La vi mientras una lágrima caía por una de mis mejillas.

-Y yo no hice nada para evitarlo.

-No digas eso mi niña, sabíamos que tarde o temprano esto iba a pasar... tu padre un día iba a mandar a tu mamá al hospital.- Solo me recosté en sus piernas.

-¡Solo no quiero que muera!- Dije rompiendo a llorar.

Al llegar al hospital, estaba muy nerviosa. Fui a recepción y pedí información de mamá, una señorita con una gran sonrisa, me atendió amablemente. Pero yo no le pude devolver, ni la sonrisa.

Sin terminar de escuchar, solo el número de habitación que era lo que me interesaba. Comencé a correr dejando a Martha atrás. Al encontrar la habitación, pare y pude ver por una ventana que mamá tenía muchos cables conectados.

Sollozaba en silencio y solo coloque mi mano en la ventana.

-¡Mamá!-Susurre.

En ese momento llego mi padre y serio, sin ninguna lágrima en el rostro.

-Lo siento.- A la vez dirigía su mirada hacia la ventana.

-¡Te odio!-Grite llena de rabia. Mientras lo empujaba.

El intentaba controlarme. Me tomo de los brazos y me abrazo fuertemente.

Todos se dieron cuenta. Entonces solo llore sin decir nada más.

-¡Su mamá!-Dijo dirigiéndose a todos, tratando que no me vieran el rostro.

-¡Tranquila!-Agregó-¡Ya tranquila mi amor!... tu madre va a estar bien.

Solo me deje llevar. Fuimos hasta el estacionamiento. Me sentó sobre el capo de un carro.

-¡Me vuelves a armar un show así!- Y tomándome las mejillas con una mano -Te juro que te va a ir mal.-Susurró.

Horas después pude ver a mamá. Luego por la ventana vi que llegaron los oficiales. La verdad no me interesaba nada más que estar con mi mamá. Así que de ellos se ocupo, obviamente, mi papá. Mi nana le escucho decir, que mamá había tenido un accidente con las gradas.

-Señores oficiales...Mi esposa tuvo un accidente, creo que se resbalo en las escaleras y se golpeó la cabeza.

Y... Desafortunadamente le creyeron.

Al día siguiente, ya que era sábado, y no tenía nada que hacer. Decidí pasar el día con mamá en el hospital. Había pasado mucho desde la última vez que pasamos, tiempo madre e hija.

Nos pintamos las uñas, maquillamos algunos de nuestros golpes, leímos un poco y vimos fotografías de cuando era niña. El día estuvo bastante bien. Fue de paz y tranquilidad. Todo lo malo había pasado.

Al llegar la noche me despedí de ella y le dije que regresaría al siguiente día muy temprano. Me sentía mucho más tranquila de saber que lo peor ya había pasado. Al llegar a casa tome un baño. Pero, antes de que me metiera a la cama, alguien llamo a la puerta. Abrí , y vi a mi padre. Llevaba un vaso con agua en una mano y la otra empuñada.

-¿Que quieres?- Dije fría.

-Tomate esto... es para tu dolor... Tu nana me dijo que te lo diera.- Eso me extraño mucho.

-¿Por qué no vino ella?-Pregunte levantando la ceja derecha.

-Es que ya sabes cómo es... siempre se queja de sus dolores y que no puede subir las gradas.

Así que solo lo vi con seriedad mientras me tomaba las pastillas.

-Perdóname, por lo que le hice a tu madre... yo enserio no quería, pero será la última vez, ya verás que...

-¡Si claro!- Interrumpí. Me di la vuelta. Y me comencé a sentir mareada. Me acosté lentamente sobre la cama.

Creo que en cuestión de segundos me quede profundamente dormida.

A la mañana siguiente, desperté con una gran jaqueca. El sol entraba por la ventana. Tome asiento, y me di cuenta que mi ropa estaba toda tirada. Y casi que me dolía todo el cuerpo. Como si hubiera corrido una maratón. Trataba de recordar que era lo que había sucedido. Pero el miedo me invadía de nuevo, solo lloré mientras me imaginaba lo peor. Y en un momento recordé a papá... recordé que él había sido el último al que vi.

Al recordar, con claridad ese momento, no trate de ni siquiera recordar lo demás

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Al recordar, con claridad ese momento, no trate de ni siquiera recordar lo demás.

Quedé paralizada, confundida. Llore en silencio, mientras me cubría con las sabanas.

-¡No... no.... No!- Susurre. -¡No puede ser!-Dije, casi gritando en silencio.

No salí de mi habitación. Solo me dio un baño, y la pase acostada fijando mi vista en la ventana. Observaba como entraban los rayos de sol, y los pájaros de posaban en el balcón a comer migas de pan. No quería aceptar, no quería creer lo que había pasado.

No le abrí la puerta a nadie. Tampoco fui al hospital a ver a mamá. No comí, ni conteste el celular.

Así pase, ese domingo, frio y gris. Preguntándome ¿Qué debía hacer?... o si las cosas mejorarían.

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