Capítulo 25

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Al entrar, él estaba en el primero de los escalones con una copa de vino. Sonriente como siempre.

-¿En dónde estabas?-Dijo.

-¡Tu!.. ¡Tú lo Hiciste!... ¡Tú lo mataste!- Respondí. Algo me decía que era él.

-¡No sé, de qué demonios me estás hablando!-Dijo mientras me tomaba por los hombros. Lo empuje.

-¡Tú! seguramente escuchaste que me iría con él... ¡Tu lo sabías! ¡Tú lo odiabas!!-Grite con rabia- ¿Por qué me quieres seguir haciendo vivir este infierno?

- Si lo hice fue porque...-Comenzó mientras me tomaba de las mejillas, yo seguía llorando- ¡él tenía cuentas pendientes con migo, de todo lo que tú te metías!-NO PODÍA CREERLO. Recordé cuando Gerald estaba en el hospital con él.

-¡Tu!... ¡se la vendías!...-Dije. Todo comenzaba a verse más claro. A tener más sentido- por eso no me decías nada, cuando sabías que estaba con él.

-Y porque tu no vas a ser feliz con alguien – Me soltó- ¡que no sea James!

-Si no me case con él fue...- Me moría en vida- ¡porque no lo amo! Y porque ¡tú solo tuviste la culpa!

-¡Porque me quieres culpar a mí de tus estupideces!-Grito.

-¡¿Quieres que te diga porque?! –Respondí furiosa.-Eres un maldito idiota-Me dio una bofetada.

- ¡Quiero saber, porque según tú, yo tuve la culpa!

Vi que mamá subía llorando y en silencio solo nos veía.

-¡Bien!, ¡yo te diré porque!-Dije. Fui a mi habitación, saque toda la ropa de mi maleta hasta que encontré el sobre. -¡Porque eres tan tonto! ¡Que ya ni te acuerdas, de la mujer con la que le fuiste infiel a mi mamá!... –De su rostro desapareció esa expresión de odio -¡Esa mujer casada, de apellido Macalister a la que dejaste embarazada creyendo que el niño era de su esposo!...-Sus ojos saltaron de sus órbitas- ¡Ese niño que hoy tiene mi edad!...

-No...puede....

puede

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- ¡Ese niño se llama James!-Lo interrumpí. Su mirada era de tristeza y confusión -¡Ese joven con el que me quieres casar!... ¡Es mi hermano!- Le tire el sobre. Lo tomo e inmediatamente sus ojos comenzaron a recorrer aquellas palabras, que contenían una verdad que ni él sabía. Mi madre lloro parada en el pórtico.

-¡Mientes...! Mientes!-Dijo. Y me dio un golpe en el estómago.

-¡Demonios acéptalo!-Grite y caí al suelo.

Me comenzó a costar respirar. Me dolía es pecho. Y las palabras me ahogaban.

-¡Una ambulancia, rápido!-Dijo mamá. 

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