7. ¿Me acompañaras?

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Notaba a Flavio en estos dos días que llevábamos sin vernos muy raro, apenas me hablaba por el móvil y menos aún me decía de quedar, sabía como era y le pasaba algo pero yo quería darle su espacio, porque le conocía y cuando estaba mal solo se cerraba en si mismo, eso no hacía que yo dejase de preocuparme por el.

Me estaba arreglando para salir de compras con las chicas, llevaba unos días súper ajetreada con el trabajo porque lo quería dejar todo preparado para el viaje, salíamos de Madrid el viernes, pero estábamos a miercoles y prácticamente lo tenía todo terminado ya. Me puse bastante sencilla, unos vaqueros, unas fila y una blusa con una chaqueta con un toque más informal ya que aún seguía haciendo un poco de fresco por la tarde noche, cogimos el coche de Anaju y pusimos rumbo al centro comercial.

Me lo pasé bastante bien, siempre con ellas me lo pasaba bien, no me compre muchas cosas a decir verdad, solo un pantalón negro ancho para salir de fiesta y una chaqueta a conjunto, pero al menos me reí y me olvidé un poco de todos mis problemas.

Habia desconectado del movil durante toda la tarde, necesitaba hacerlo, cuando no monté de nuevo en el coche, me encontré muchos mensajes pero el que más me llamo la atención fueron los tres mensajes de Flavio, no me hablo en todo el día, así que me metí en un chat.

Siento no hablarte en todo el día pero he estado ocupado.

¿Como estás?

¿Vienes a casa un ratico?

Sonreí al leerlos y cuando llegamos a nuestra calle y aparcamos el coche, me crucé y llamé a su portero, la puerta no tardó más de tres segundo en abrirse, me reí al pensar que estaba esperándome, negué con la cabeza y subi por el ascensor, arreglandome un poco el pelo, de estar todo el día fuera de casa, cuando se abrieron las puertas del ascensor, Flavio me esperaba apoyado en el marco de su puerta y yo me lancé a sus brazos, la verdad que le había echado de menos, aunque llevasemos solo dos días sin vernos.

-Hola -Susurro en mi cuello cuando aún estaba rodeandome con sus brazos-.

-Hola -Respondi separandome de el y dejándole un beso en el cuello, en el que note como se estremecía-.

Pasamos al salón y nos sentamos en el sofá, aún sin abrir la boca, había algo de incomodidad entre nosotros pero era por no saber lo que le pasaba a el, por una parte quería preguntarle porque me preocupaba por el pero por otra parte quería dejarle su espacio.

-Oye... -Hablo, sacándome de mis pensamientos-.

-¿Sí? -Respondí, girandome para mirarlo, creando contacto visual por primera vez en todo el tiempo que llevábamos en su sofa-.

-Te habrás dado cuenta de que me pasa algo.

-Pues si Flavio, tonta todavía no soy, pero he querido darte tu espacio y que me cuentes lo que sea cuando estés preparado -Me sincere-.

-Me han propuesto algo... y nose, te lo quería decir.

-Cuéntame.

-Me han propuesto dar un bolo, tocar el piano en un bar, y después de eso seguramente me llamen para más cosas por lo que me han dicho.

-Pero Flavio, eso es genial, ¿qué te preocupa? -Dije alegrandome por el pero sin entender muy bien su expresion-.

-Dos cosas, la primera es que tengo que cantar y nunca he cantado en público y lo segundo que me da un poco de miedo ¿y si no gusto? ¿y si hago el ridiculo? No lo sé Sam, me he agobiado un poco -Se sincero conmigo-.

-Para empezar, gracias por contar conmigo. Bueno, estoy muy feliz por ti Fla, te lo mereces y respecto a lo otro, creo que no tienes nada por lo que preocuparte, no te he escuchado mucho cantar, pero por lo que he escuchado tienes una voz de puta madre.

MI REFUGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora