XII

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Con el tiempo, ambos chicos se volvieron bastante unidos.
En retrospectiva, era gracioso y algo cuestionable el hacho de que algo tan inoportuno como olvidar ir a recoger a su mascota haya marcado el inicio de una amistad.

Taehyung incluso pensaba que si alguien llegase a decirle que aquello ocurriría, creería firmemente que estaba loco y se habría alejado de quien se crease ese tipo de escenario en la cebeza. Su relación había dado inicio de una forma tan inusual que incluso podían culpar al destino.

Quizá y es que estaban destinados a encontrarse de una u otra forma.

Ya había pasado un tiempo desde que su amistad dio inicio. Jungkook mantuvo sus sesiones frecuentes con la señora Kim y la mujer no podía estar más que feliz de volver a realizar su amado trabajo. Y aunque ninguno lo noto, el que su madre se estuviera haciendo cargo le daba a Taehyung la libertad de poder actuar lejos de sus aprendizajes en la universidad y más con su personalidad propia. Finalmente, él y Jungkook eran amigos comunes y corrientes, como si se hubieran conocido desde el preescolar.

Por otro lado, el avance de Jungkook con sus sesiones era lento, pero según su psicóloga era algo de esperarse, pues eran traumas muy profundos, con emociones acumuladas y una muy mala costumbre de ignorarlas hasta que no se puede más. Ella decía que el proceso en cuestión debía ser tardado y que cada persona sana a su debido tiempo, algo como eso no se podía acelerar.

Aun así, Jungkook ya veía cambios, sentía que su carrera iba bien, sus empleos y su vida en general, todo se sentía un poco mejor, y finalmente, podía encontrarle algo de sentido a su vida

Y es por eso, que después de días y días de preparación y espera, finalmente accedió el ir a un grupo de apoyo junto a su psicóloga. Sabía que aquello sería de gran ayuda para él y quería intentar. Quería seguir.

Al entrar a la sala pudo notar a muchas chicas charlando entre ellas con un tono de voz ligeramente alto. A diferencia de lo que se imaginó, el ambiente era cálido y agradable.

Aun si él era el único hombre allí, no se sentía extremadamente incómodo, ninguna de la mujeres en el lugar lo miró mal o con odio como esperaba. Algunas incluso lo saludaron con dulzura y le preguntaron cosas simples como de dónde venía o como se llamaba.

Claro que, había un par de chicas calladas y aisladas, con un expresión de tristeza y ojos opacos. Pudo deducir que al igual que él, estaban por primera vez en un grupo de apoyo. Y una de ellas parecía haber pasado recientemente por aquella deshumanizante situación que compartían. Tenía golpes en su rostro, y sus mueñcas vendadas.

La líder entró a la sala, saludo con una sonrisa y dio inicio a la sesión siendo la primera en presentarse y en contar su experiencia, para dar valor a las demás víctimas de situaciones como esa, buscando que dejasen a un lado la vergüenza y buscasen el apoyo común.
Las demás chicas dieron inicio a sus relatos y al finalizarlo cada uno de ellos aplaudía por la valentía de haberse arriesgado a compartirlo.

— Me sentí asquerosa — comentó un joven castaña — y también me culpe, pues yo estaba a las diez de la noche, en la calle con un vestido demasiado pegado a mi cuerpo. Recuerdo muy bien esa vez, odie ese vestido, lo dañe por completo y luego lo deseche sin pensarlo dos veces. Verlo me generaba repulsión y odio,  y lo peor es que ese sentimiento era dirigido a mí y no a ese maldito bastardo. Después de un tiempo me di cuenta que no fue mi culpa y que aquello pudo haber ocurrido incluso si estaba cubierta hasta las muñecas y los tobillos, pues el culpable fue ese tipo ebrio que iba pasando con sus amigos por la calle, no yo por vestirme como me gusta, o por desear pasar una bonita noche con mis amigas.

Ella tenía razón.
La culpa era única y exclusivamente de Choi Hoseok, él no tenía culpa de aquello, no la tenía para nada.

— Por meses me sentí mal. Habían veces que de solo recordarlo vomitaba, me generaba asco verme a mí misma al espejo. Hasta que mi madre decidió intervenir y buscar apoyo profesional — ella empezó a llorar —. Mi mamá fue el apoyo más grande que tuve, aun así, y me di cuenta que no estaba sola — con sus pequeñas manos, secó sus lágrimas —. Han pasado cuatro años desde esa noche terrible, y puedo decir que soy la mejor estudiante de mi clases, estoy a un año de graduarme y me siento completamente bien, feliz. Y sí, duele, duele muchísimo saber que eso me ocurrió, es algo que no puedo borrar y nunca podré hacerlo. Si lo pienso demasiado, me molesta, me hace querer gritar, pero prefiero no dejar que tome demasiado de mí, prefiero seguir luchando y viviendo, porque no permitiré que ese ser humano asqueroso arruine mi vida por completo, no el voy a dar el gusto de arruinarme.

Step by Step | Kookv Donde viven las historias. Descúbrelo ahora