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Estoy preparando la maleta para pasar las siguientes semanas de mi vida cantando, una de mis cosas favoritas en este mundo. Agarro lo imprescindible: una pelota de fútbol, un par de camisetas, un calzoncillo (si me siento generoso a lo mejor meto otro) y el cargador del teléfono.
-Cariño, te vas cinco días a Londres para el Bootcamp, no dos minutos a comprar pan.-Suspiro un poco hastiado pero con una sonrisa queriendo mostrarse. Mamá me ayuda a hacer la maleta, según ella en "condiciones". Intento doblar las miles de camisetas que ha sacado de mi armario para meterlas en mi equipaje pero soy malísimo en ello.
Nota mental: ver vídeos de cómo doblar ropa.
Me da un beso en la cabeza, poniéndose un poquito de puntillas, y me manda a jugar con Daisy y Phoebe, quienes me miran con brillo en los ojos cuando me ven entrar al salón, donde juegan con las muñecas que les regalamos por navidad.
Pasamos una media hora jugando, recorremos París, Roma, Ámsterdam, todo sin movernos del sitio. Me río con ellas y ellas se ríen de mí. Son las chicas más adorables sobre la faz de la tierra, junto con Lottie y Fizzy, por supuesto.
Mamá sale de mi cuarto cargada con dos maletas y una mochila, creo que esta mujer se cree que me voy de casa o algo por el estilo.
-Mamá, sabes que voy a volver, ¿no?- Se ríe, con una de esas carcajadas divertidas que tanto me gusta escuchar. Se le achinan los ojos y de repente se le cae la mochila que estaba intentando aguantar junto con una de las maletas que no tiene ruedas.
-Deja Jay, yo te ayudo.-Mark sale de la cocina y agarra lo que mamá estaba sujetando para dejarlo en la entrada de casa y así facilitar mi salida.
-Gracias cariño.-Mamá le da un corto beso antes de que éste vaya a hacer lo que pretendía.
La miro a los ojos, los profundos ojos azules que me vieron nacer. Y, sin yo querer admitirlo, lágrimas empiezan a formarse en mis ojos. De veras voy a echar de menos a mi familia, a pesar de que solo sean cinco días, pero ellas y yo sabemos que voy a disfrutar como un enano del bootcamp. Es justo lo que necesito si quiero cumplir mis sueños. Están muy orgullosas de mí, lo sé, igual que yo de ellas.
-Oh, hijo.-Nos abrazamos y comienza a sollozar en mi hombro. Le acaricio el pelo y le doy un tierno beso en la cabeza. Se nos unen las gemelas quienes, probablemente, sean las que más sufran con mi ausencia. Sé que les encanta que las vaya a buscar a casa de sus amigas y que juegue con ellas cada tarde.
-Lou hermanito no te vayas, por favor.-Phoebe aprieta más el abrazo (lo que puede, teniendo en cuenta que tiene seis años).
-Louih porfa juega con nosotras un ratito más.-Giro mi cabeza en dirección a Daisy, y suelto el abrazo para alzarla en el aire, poniéndola a mi altura.
-Te prometo que, antes de que acabes de contar hasta mil, yo ya habré vuelto.-Suerte que solo saben contar hasta cien, pienso.
La pequeña Daisy coge a su hermana gemela de la mano, exigiendo que la ayude a contar, y ambas van intentando decir todos los números correctamente. Daisy dice los pares y Phoebe los impares. A veces me dan miedo.
Aún así son muy tiernas. Se sientan juntas en el sofá, apartando algunos juguetes para poder seguir contando pero, cuando Daisy olvida decir el veintisiete, Phoebe gruñe y decide que tienen que volver a empezar.
Rodeo a mamá con un brazo y juntos las observamos con una mueca divertida, mientras ella seca sus lágrimas. Escucho risas desde la habitación de Lottie, así que decido ir a mirar para despedirme de ella.
{Toc,Toc}
Creo que nadie me oye, o quizá alguien me está ignorando, así que abro la puerta de todas formas. Asomo la cabeza y la veo en la cama con Fizzy riendo a carcajadas mientras observan una revista.
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Eres mi hogar {LARRY} [CANCELADA]
Fanfiction-No lo parece, nunca se ha contado una historia gay con final feliz, no nos lo merecemos. Esos finales no son para nosotros. Dime una sola historia por la que yo tenga motivo suficiente para salir de este cubículo orgulloso de ser lo que soy. No hay...