🏠
Dejé a Oliver en su casa. Por mucho que me duela, no podíamos hacer otra cosa. Todas las luces estaban apagadas, por lo que afortunadamente sus padres no le han visto. O eso espero.
Vuelvo a pie, a estas horas los autobuses han dejado de pasar. No estoy demasiado lejos, quizá a unos veinte minutos. Me abrazo a mí misma por el camino, hace algo de frío.
Tengo que recorrer varias calles poco iluminadas, lo que me produce cierto terror. Pego más la mochila a mi espalda, por si tengo que salir corriendo en algún caso. Mis padres, aunque sé que les fastidia, siempre me han metido en la cabeza el cuidado que debo llevar yendo sola por la calle.
Cada vez que hablamos del tema sé que lo que me están inculcando es miedo, pero todo sea a favor de mi seguridad. Desde pequeña me han enseñado que debo hacerme valer, que nunca me deje pisotear y que lo primero son mis derechos y obligaciones. Sin embargo, si mi salud está en juego, es otro tema muy distinto.
Le mando a Oliver mi ubicación en tiempo real, para que sepa por donde voy en cada momento. Es algo que solemos hacer cada vez que uno de los dos sale solo de noche, lo que no suele pasar muy a menudo. Me falta un poco la respiración, y acelero el paso para llegar antes.
Ya veo la verja del jardín delantero, y mi nerviosismo decae sensiblemente. El faro de la puerta se enciende al notar que me acerco, y saco las llaves del bolsillo.
Al fin, he llegado a casa.
Dejo mis cosas en el recibidor y subo las escaleras hasta mi habitación. Mierda, está todo hecho un puto desastre. La ropa que lavó papá hace días está en la silla del escritorio, por lo que me temo que hoy tampoco podré sentarme. Sinceramente, no me apetece dejarla en la cama para luego volver a cambiarla de sitio como ayer por la noche.
Me quito los pantalones y quedo en sudadera y ropa interior, dado que las zapatillas me las quité abajo. Creo que hoy dormiré así, me da mucha pereza ponerme el pijama. Si total, la sudadera es casi como un pijama, ¿no? Pero más mullidita.
Me siento en la cama apartando un poco las sábanas y algo se me clava en la pierna.-Agh, otro de los juguetes de John.
Nuestra pequeña bola de pelo, un gato mestizo de grandes ojos azules, se la pasa escondiendo sus juguetes donde se le da la real gana. Y quién le va a decir que no a esa cosita pequeñita y redondita, claro.
Me extraña no haberle visto esta mañana, pero ni siquiera me paro a pensarlo más de dos segundos. El muy traidor tiene como favorito de la casa a papá, y se la pasa con él en su estudio de trabajo prácticamente todo el día.
Agarro el ordenador portátil para ver alguna serie y, antes de abrirlo, acaricio las pegatinas enganchadas a él. Es como un ritual al que estoy acostumbrada, es muy relajante.
Respiro hondo y lo abro. Una nota adhesiva cae de la pantalla. Frunzo el ceño, no recuerdo haber dejado esto aquí. Le doy la vuelta y sobre fondo azul está escrito en mayúsculas y con rotulador permanente negro:
"NOS HA LLAMADO TU PROFESOR, TE HAN VUELTO A MANDAR A DETENCIÓN. NO TE PREOCUPES, SUFICIENTE CASTIGO POR HOY :)"
Sonrío y suspiro aliviada hasta que veo un mensaje en letras muy pequeñitas escritas con bolígrafo:
"Ah, y creo que has perdido el cargador del teléfono y del ordenador. Habrán sido los duendes que te robaron el uniforme esta mañana ;) "
Joder, papá. Venga, me viste esta mañana vestida con ropa de calle y no me dijiste nada. ¿Soy yo la verdadera responsable? ¿No se supone que eres mi cuidador eterno? ¿Víctima, o verdugo? He ahí la cuestión.
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Eres mi hogar {LARRY} [CANCELADA]
Fanfiction-No lo parece, nunca se ha contado una historia gay con final feliz, no nos lo merecemos. Esos finales no son para nosotros. Dime una sola historia por la que yo tenga motivo suficiente para salir de este cubículo orgulloso de ser lo que soy. No hay...