Pasa el tiempo y eres más idiota.

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Los días pasaban sin apresuro al igual que las semanas, con ellas también los meses; como era de esperarse habían pasado al siguiente y último año de su estadía escolar en aquél instituto. Saiki como de costumbre pensó que se había librado de todos sus compañeros por no querer decirles amigos, pero su suerte siempre era mala, así que terminó en un salón con todos ellos. Sus compañías por lo menos ahora eran menos molestas para el joven psíquico, después de todo haber estado con Aren todo este tiempo lo había hecho volverse un poco más accesible o considerado, la palabra que fuese mejor tomar a oídos ajenos. A decir verdad, no creyó que fuera posible el hecho de que estaría tanto tiempo con Kuboyasu; por lo menos no fué así los primeros días o quizá las primeras semanas, pero llevaban medio año, tres meses más desde la última cita, desde el día en que le confesó a Aren que poseía poderes psíquicos. Medio año sonaba importante, realmente lo era para ambos. Desde hace un tiempo, se había acostumbrado a la actitud tan errática de Kuboyasu, a veces tan dulce, otras incluso más necio que el mismo.

Pero inclusive en esos momentos podía confesar abiertamente que Aren seguía siendo la clase de persona que lograba sorprenderlo día con día, no, no todo el tiempo gozaban en actividades; cuando llevas una cantidad de tiempo considerable con otra persona aprendes que, no siempre habrá planes que llevar a cabo, lugares que visitar o cosas que comer. A veces sólo son días tranquilos, días aburridos, días de flojera. Para Saiki, eso también era perfecto pues, se esforzaba mucho menos en su vestuario que aseguró Teruhashi en su momento de sinceridad, solía ser un poco feo o nada combinado.

Los ojos del joven psíquico se posaron en cualquier punto fijo a la distancia, sin observar nada en particular, sólo veía por encima a las personas caminar o los automóviles pasar con velocidad, el centro de la ciudad podía ser demasiado cliché casi por las noches. De pronto, su mar de pensamientos se vieron interrumpidos por unos fuertes brazos que le rodearon con dulzura toda su cintura.

—Disculpa la demora.— La voz de Aren sonaba suave contra su oído, sin perder esa tonalidad rasposa que lo caracterizaba, no había asustado a Saiki por supuesto, sabía que se acercaba hace unos metros atrás.— ¿Te hice esperar mucho?

—No, llegué hace unos minutos.— Y mentía, tenía ahí una media hora aproximadamente, tuvo mucho en qué pensar mientras tanto, pero no quería reprocharle nada en realidad.

Y había una razón por la que Aren llegó al sitio acordado con retraso.

—¡Saiki~!— le saludó un alegre entusiasta Kaido mientras corría hacia ellos, y se posó finalmente delante de ambos.— ¡Llegamos tarde, lo siento fué culpa mía! ¡Había una enorme araña en el baño y no quise salir hasta que Aren abrió para ver porque tardaba tanto!

Olvidenlo, sí llevo mucho tiempo aquí, ya me voy.

Como si no fuera evidente en Saiki no dijo nada, solamente comenzó a caminar con los otros dos siguiéndole.

—P-por cierto, fué una gran idea que nos invitaran a Nendō y a mi a salir con ustedes.— Kaido comenzó a juguetear nervioso con sus dedos, su vista fija en estos.— Una... cita doble...

Para citas dobles mejor invitariamos a Teruhashi.

—¿Ah? Es más como una salida de amigos.— aclaró Aren con una pequeña sonrisa.— Como de costumbre cuando salíamos los cuatro.

—Sí pero, antes Nendō y yo- aH! —

No terminó de hablar cuando chocó directo contra un posted de luz.

Yare yare, eso le pasa por sólo ver sus dedos mientras camina, ¿qué es? ¿tonto?

¡Shun!— Aren se agachó para ver cómo se encontraba su mejor amigo.

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