I fell in love.

Ya no me gustan las sorpresas.

Después de días ajetreados, por fin podía descansar completamente en la comodidad de su habitación y no tras las rejas. Saiki tomó con alegría su plato con gelatina de café tamaño grande y encendió la televisión, su jueves transcurría de forma tranquila, Kuboyasu estaba con él en su casa, su padre estaba trabajando y su madre había ido a comprar la comida de la semana. En términos generales todo parecía ir perfectamente bien, no había tarea, los demás no lo estaban molestando, justamente estaba pasando su programa favorito pero, había un detalle que le estaba ocasionando más que molestias, intriga.

Kuboyasu estaba raro con él.

Cruzó sus piernas mientras se mantenía sentado sobre su cama, y parpadeó un par de veces. Aren tenía bastantes minutos hablando con alguien por teléfono; Saiki pocas veces había demostrado para él mismo sus celos sobre su pareja, y no es que en ese mismo momento estuviera celoso pero si le parecía bastante intrigante que hablara con alguien por tanto tiempo, además reía, y no sólo eso, con la diestra cubría ligeramente la bocina del celular, como si estuviera evitando a toda costa que el sonido de la otra línea se escuchara demás, o específicamente lo escuchara el.

Podía ser así, o podía ser una clase de eventos desafortunados que no llevaban a más que una penosa coincidencia. De cualquier forma, no debía preocuparse por cosas tan triviales, pensó en respuesta.

Saiki desvió su mirada del televisor para voltear en dirección a Aren, quien justamente estaba terminando su llamada con una risita que él conocía bien. La visión de Saiki no era la única poderosa, sino que su oído también era perfecto receptor, no obstante, la privacidad, tenía que recordar la privacidad. Además de que, Kuboyasu le había pedido que usara su anillo con el a su lado por lo menos esa semana, así que, era una persona normal con pensamientos intrigantes que no iba a poder resolver si no era directo.

Aquella conclusión lo hizo chasquear la lengua, eran puras tonterías.

—Kusuo.—La voz de su novio lo interrumpió, Aren lo miraba desde arriba, y a duras penas le sonrió con suavidad.—¿Qué ves?

—¿Con quién hablabas?— Aren parpadeó al escuchar la pregunta, claramente sorprendido, pero en realidad Saiki estaba igual, aquello se le había salido sin querer.

Yare Yare, ¿por qué dije eso? Ni siquiera quería preguntárselo ahora dije que no tenía importancia.

No obstante, desvió la mirada al televisor nuevamente, ya había hecho la pregunta, y su voz había sonado normal así que no tenía que demostrar que estaba avergonzado por eso.

Pasaron unos segundos en silencio.

Parecía que el adverso estaba meditando su respuesta, finalmente habló.

—Con alguien.
Saiki ahora fué el que parpadeó e instantáneamente volteó a ver a Kuboyasu quien mantenía una mirada desinteresada, la desvió un poco incluso.

¿Qué? ¿Esa es una respuesta de Aren acaso? o no me di cuenta cuando lo remplazaron.

—¿Alguien?— Yare yare quien es alguien y porqué tendría que ser tan importante que yo no lo sepa.

—Sí, alguien... un amigo...— Aren caminó hacia la cama del pelirosa para tomar su propia mochila y se la colgó sin más.—Me tengo que ir, Kusuo, nos vemos después.

No se inclinó para darle un beso tampoco, simplemente salió apurado de la habitación del más bajo mientras gritaba algo así como "no tienes que bajar, yo cierro" eso, eso sin duda ya no eran pensamientos banales, algo estaba sucediendo.

Saiki abrió la boca, quería decir algo pero Kuboyasu ya se había ido. Rápidamente se teletransportó hacia la puerta principal de su casa, afortunadamente Aren apenas se estaba colocando los zapatos, cuando vió la mirada de Saiki parecía enojado, las raras veces que Kusuo fruncía el ceño por genuina molestia.—¿Qué haces aquí? Te dije que estaba bien si yo cerraba.— Habló, intentando no demostrar que eso incluso a él lo había puesto un poco nervioso.