Todo por una mancha.

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Después de básicamente muchos días de labores escolares, tenían como recompensa, si es que se le podía llamar así, ir a un recorrido al gran museo de la ciudad. En efecto que, Saiki quería arrancarse los cabellos hasta quedar calvo y saltar por la ventana del cuarto piso antes que tener que asistir al dichoso paseo, sin embargo, ninguno de sus tan comportados amigos lo iba a dejar faltar, ni siquiera Kuboyasu.

Entonces, una vez más por cuestiones del destino mismo o quizá más bien de los monos que tenía por amigos, terminó asistiendo dicho día. Usualmente su temperamento era más liviano, si bien le parecía tedioso hacer las actividades terminaba acoplándose de todos modos a los eventos, pero ese día sentía que podía patear a cualquier persona que decidiera molestarlo.

Y al parecer tenía el primer candidato.

—¡Compañero!— Nendō se aproximó hasta rodearle por encima de los hombros, apegándolo a él.— ¿Vamos por ramen?— Inquirió, Saiki no sabía si era exclusivamente para molestar o porque a Nendō le faltaban neuronas, pero. . .

Yare yare, ¿de dónde sacarás ramen en el museo?

El suspiro únicamente fué para sus adentros pues, no pretendía mostrar que realmente estaba disgustado en haber asistido; los demás se alarmarían o estarían pegados a él para intentar "animarlo" cosa que al final, le resultaría todavía más molesto. La razón por la cual odiaba estar ahí en esos momentos es porque se estaba perdiendo de su programa favorito, y justo su madre le había traído gelatinas de café, estaba seguro que su padre se las comería todas si no lograba llegar a tiempo. Así es, Saiki podía irritarse con facilidad si se trataba de ser sacado de la comodidad de su casa.

—Compañero, ¿si vamos por ramen?— Nendō sonrió como comúnmente lo hacía, Saiki no respondió pero Nendō comenzó a caminar sin soltarlo.— Debe haber ramen por aquí.

—¡Nendō, Saiki-kun! ¡No se separen del grupo!— El representante de la clase, Hairo, los llamó con su entusiasmo habitual.— ¡Estamos a punto de llegar a la zona de los dinosaurios! ¡Hay unos que realmente son enormes, no se lo quieren perder! ¡Vamos!

—¿A dónde iban?— Detrás de ellos apareció Kaido que tenía un tríptico en mano, parpadeó curioso mientras los miraba.

—Eh, pequeñín, hay que ir por ramen.— Habló Nendō como si nada.

—¡No me llames así!— Las mejillas de Kaido se colorearon extremamente y desvió su mirada hacia a un lado.— Saiki está aquí me da vergüenza...— murmuró eso último intentando ser discreto.

Yare yare, yo podría saber todo lo que hacen si quisiera, pero valoro mi salud mental.

¿Eh? Entonces vamos por ramen o no.

—Sí, b-bueno... vamos.— Cuando Kaido le contestó Saiki aprovechó para librarse de entre los brazos del más alto, y como iban platicando entre ellos comenzaron a caminar y no se percataron de eso. Saiki se quedó allí de pie y la próxima persona en abrazarlo por detrás fué Aiura, a su lado estaba Reita.

—¡Saiki! Qué bueno que estás aquí.— Habló primeramente el joven medium, se le veía entusiasmado.

—Ehh, yo quería saludar a Saiki antes.— Interrumpió Mikoto.

—¡Muy tarde ya saludé yo a Saiki!

Era increíble incluso pensar que, esos dos de verdad estaban discutiendo por saludarlo, no sabía si sentirse querido o irritado. Optaría por ser Saiki y odiarlos.

—Ya cállense, ¿qué quieren?

Ehh Saiki, no nos trates así, ¿no ves que te extrañabamos mucho y queríamos estar contigo?— Aiura lo abrazó con fuerza mientras parpadeaba suavemente sin dejar de mirarlo a los ojos.

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