Tú.

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Los pocos días que hacían falta para finalizar el año transcurrieron con normalidad, después de todo sólo habían sido tres. Después de aquél día en el parque de diversiones con sus amigos el ambiente había estado extrañamente favorable, todavía recordaba con suma exactitud la reacción de todos ellos, así como las palabras que salían de sus labios con toda la sinceridad del mundo.

Kusuo miró fijamente por su ventana, los deslumbrantes rayos de sol amenazaban por colocarse entre las persianas de esta misma, aún así, podía sentirse el característico aire frío que esas fechas traían consigo; lo cual provocó una sincera sonrisa en el rostro del joven psíquico que, por alguna peculiar o más bien, extraordinaria razón creía fielmente que su vida había cambiado por completo, dando un giro de 180° que sin embargo, estaba gozando sin arrepentimientos algunos.

Dejó salir un pequeño suspiro cuando los ruidos provenientes de su sala se hicieron más estruendosos, interrumpiendo y dando fin a su tan amada paz. Sus padres, o más específicamente su madre estaba arreglando todo para la cena que tendrían junto a sus abuelos en unas horas, a él realmente no le interesaba mucho la idea, pero cuando eran propósitos familiares no tenía más remedio que guardar silencio y asistir, además en esos momentos su madre ya contaba con un ayudante. Saiki se sentó en el borde de su cama con su expresión habitual, mirando hacia la puerta pues sabía que precisamente estaban a punto de llamar a ella.

—¿Puedo pasar?— se escuchó la voz, acompañada de pequeños toquidos hacia el inmueble de madera.

—Sí.— se limitó a decir, seguido de eso la puerta se abrió despacio dejando ver primeramente los suaves y preciosos cabellos morados que su novio poseía, Kusuo se dedicó a mirarlo mientras este entraba y cerraba la puerta detrás de él, regalandole posteriormente una pequeña sonrisa al de cabellos rosados.

—Hola.— Habló Aren, tomando asiento a un lado del adverso.

—¿Ya no te pidió mamá ayuda con algo más?— cuestionó, mirándolo mientras apoyaba sus manos sobre el colchón.

—Por el momento no, ella se esfuerza mucho, Kusuo, ¡Oh! Y parece muy habilidosa en la cocina.— Kuboyasu continuó sonriendole a Saiki, quién estaba a punto de decir algo pero lo interrumpió.— Y sólo para que lo sepas, no es ninguna molestia para mí ayudar para la cena de hoy, después de todo si me invité solo debo hacer algo también.

—No te invitaste solo.— murmuró.

—No claro que sí, bueno técnicamente sí, fuí yo quién te preguntó aquella vez si podíamos pasar juntos este día.— Kuboyasu imitó las acciones del contrario, apoyando sus manos sobre la cama.— De cualquier forma. . . Estoy disfrutando mucho de esto.

—Ya veo.— volvió a murmurar, y se dejó caer posteriormente sobre su cama, el techo parecía realmente interesante, no obstante para Aren quién era más interesante en esos momentos era Saiki, pues se recostó también con atrevimiento, y se acomodó de tal forma que pudiese observar fijamente al joven psíquico. Saiki se percató de la mirada penetrante que poseía Kuboyasu, así que sólo lo miró de reojo.— ¿Qué tanto observas?

—A ti.— respondió sin vergüenza, a veces Kuboyasu podía ser un poco directo al decir las cosas, sobre todo si se trataba de Saiki, pues él sabía que Kusuo podía llegar a ser un poco serio o inclusive tímido.

El de cabellos rosas desvió la mirada un poco sonrojado, sabía perfectamente para él mismo que Kuboyasu lo estaba mirando, pero obtener una respuesta tan sincera como aquella, lograba hacerlo avergonzarse.

—Pues mira a otro lado.

—No.

—¿Qué dijiste?

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